Hartazgo es lo que producen los continuos casos de corrupción que cada día protagonizan la actualidad política. Las numerosas detenciones de empresarios y políticos supuestamente corruptos que crearon un cártel para enriquecerse han colmado el vaso de la paciencia y han provocado que todos estemos hartos de estar hartos de que la corrupción siga viéndose como algo normal y con escasa preocupación por parte de la clase política, que siempre consideró, hasta ahora mismo, que los corruptos salen por generación espontánea y siempre en el jardín contrario. En lo de la tarjetas de crédito de Caja Madrid había listos de todos los partidos (PP, PSOE, IU), sindicatos (UGT y CCOO) y patronal (CEIM); entre los implicados en la Operación Púnica, el que fuera número 2 de Esperanza Aguirre en el Gobierno regional y en el PP. Francisco Granados fue consejero de primera y secretario general de los populares madrileños. También salió esposado José María Fraile, gran amigo del secretario general del PSM, Tomás Gómez, que lo dejó en la Alcaldía de Parla cuando él marchó en busca de nuevas funciones. Además de estos detenidos, alcaldes populares de distintos pueblos de la región. Aguirre pidió perdón por haber elegido a Granados para tareas relevantes y dijo que no sabía de las otras dedicaciones de su exapreciado Paco. Gómez dijo sentirse abatido por lo sucedido con su casi hermano político. Todos los implicados han sido expulsados fulminantemente, reacción poco habitual hasta la fecha. Antes, la norma era hablar de presunción de inocencia y pasar de responsabilidades políticas. Estamos hartos de estar hartos y ya no sabemos si las disculpas y gestos de dolor y rabia son sinceros o puro postureo.
