Dimite Lasquetty y las batas blancas se quedan tranquilas. El presidente regional, Ignacio González, baja los brazos, cansado de aguantar en el rincón todos los golpes de la protesta callejera, y la marea blanca se solaza, se convierte en mar en calma, hasta que soplen otros vientos, procedentes de otras latitudes, porque estamos en año prelectoral, periodo de tiempo revuelto, y los sindicatos, la izquierda y los activistas sin fronteras, van a encontrar siempre un asunto para mantener latente la protesta contra el gobierno regional, sobre todo después de haber dado esta prueba de debilidad, retirando un proceso de externalización en seis hospitales, cuando el sistema ya funciona en otros centros hospitalarios, sin problemas legales. La justicia ha vuelto a mostrarse terriblemente lenta, incapaz de pronunciarse con prontitud sobre los recursos presentados contra la externalización, y esto es lo que ha roto la resistencia del presidente regional. La sombra burgalesa del Garmonal es triste y alargada como los cipreses, y ha llegado a Madrid, con posibilidades de extenderse a otros territorios donde los gobernantes, lejos de mantener la legitimidad de sus iniciativas, se muestren impotentes para resistir mareas, presiones y tumultos.
Y a todo esto, los sindicatos, que convocaron cientos de manifestaciones y concentraciones contra la externalización, vuelven a convocarlas ahora para celebrar la victoria, que no han conseguido en los juzgados, sino en la calle. A veces me pregunto: entre manifestaciones y concentraciones, ¿cuándo trabajan algunos?.