Madrid está en pleno despliegue de promoción turística para recuperar los puntos perdidos en los últimos meses. Y en medio de esa campaña de captación, la ciudad no puede mostrar la estampa bucólica del otoño en sus parques y jardines, de las hojas caídas que alfombran los paseos, porque lo que predominan son las hojas de papel que cubren los paseos y forman parte de la basura, como consecuencia de la huelga de limpieza viaria. Madrid no puede poner al turismo el cebo romántico de un paisaje de naturaleza muerta, porque en sus calles, parques y jardines hay acumulación de residuos muertos. Los efectos de esta huelga son letales para la imagen de una ciudad que aspira a seguir siendo reclamo turístico mundial, porque es imposible que al turista le agrade ir sorteando montones de residuos acumulados en las aceras. No es apetecible sentarse en una terraza de la plaza Mayor a tomarse un relajante café con leche, o en una de la Gran Vía a saborear una cerveza, y estar rodeado de basura, de aceras cubiertas de papeles y hojas secas. No se puede venir a Madrid con mascarilla y botas altas para desenvolverse por una ciudad acosada por una huelga de la que son responsables aquellos que decidieron no cumplir los servicios mínimos, ejercer el vandalismo incendiario y verter más residuos sobre los residuos acumulados.
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