A medida que avanzamos hacia el próximo sábado, fecha clave para la historia de Madrid, soplan buenos vientos en Buenos Aires. La delegación madrileña, con el Príncipe de Asturias a la cabeza, lleva varios días en esa ciudad hermana que tanto está apoyando la candidatura Madrid 2020, una ciudad que el próximo sábado estará en el punto de mira de toda la actualidad internacional, cuando casi un centenar de hombres y mujeres, hasta ahora sin piedad para Madrid, todos ellos miembros del Comité Olímpico Internacional, decidan cual de las tres ciudades aspirantes, organizará los Juegos de 2020.
No por tanto repetirlo, voy a cansarme de pregonar con fe, esperanza y rigor, que el de Madrid es el proyecto ganador, que por mucha humildad que paseen los responsables de nuestra candidatura, por mucha y obligada cautela que muestre la alcaldesa, Ana Botella, no podemos esconder nuestro optimismo y confianza, porque tampoco es cuestión de ir aparentando dudas y recordando ocasiones anteriores donde una serie de circunstancias extra olímpicas nos dejaron sin Juegos.
Desde que Madrid empezó su aventura olímpica, desde los tiempos en los que el alcalde Alvarez del Manzano tuvo la valentía de poner la primera piedra de nuestras aspiraciones con vistas a 2012, hasta la actual candidatura, pasando por la segunda oportunidad fallida siendo alcalde Ruíz Gallardón, las cosas se han hecho muy bien; no ha cundido el desánimo pese a la forma injusta en que se nos ha tratado, y la ciudad de Madrid ha seguido teniendo fe en sus posibilidades, llevada por el absoluto apoyo popular y las infraestructuras bien hechas. Madrid 2020 ha mejorado hasta lo imposible. No se puede presentar mejor oferta, y si los miembros del COI no lo entienden así, habrá que pensar en otros factores y objetivos oscuros. La capital de España reúne atractivos culturales, artísticos, históricos, gastronómicos y de ocio para regocijo y disfrute de quienes vengan a los que serán unos extraordinarios Juegos.