Los muertos perdidos

Cervantes fue enterrado en el convento de las Trinitarias Descalzas, en 1616. La Comunidad ha autorizado ahora la utilización de georradares para buscar sus restos, pues nunca se ha sabido el lugar exacto en el que fue inhumado. Pudieron ir a parar a un osario común, que fue sellado con cal y cemento. Cuentan que José Bonaparte encargó buscar su cuerpo, pero no lo encontraron; la tumba pudo haber sido cambiada de lugar en las obras que se llevaron a cabo en el siglo XVII. Quizá fue enterrado sin nombre, pues cuando falleció no era muy conocido.

Hace algunos años, la búsqueda de los restos de Diego Velázquez dio para muchos titulares, pero todos los indicios no permitieron dar con sus huesos, y siguen en paradero desconocido. Los restos de otros personajes ilustres también desaparecieron. Quevedo murió en Villanueva de los Infantes y fue enterrado en la iglesia de San Andrés Apóstol. Tras la invasión francesa, la cripta quedó destrozada y se dieron por desaparecidos sus restos. En 1995 se hallaron en el mismo lugar unos huesos, que fueron analizados y que coincidieron con los de Quevedo. Por su parte, Lope de Vega dio con sus huesos en un osario general de la iglesia de San Sebastián, y los de Calderón de la Barca pudieron ser devorados por las llamas en un incendio fortuito. La cabeza de Goya sigue separada de su cuerpo y en lugar desconocido. Ojalá que se pueda dar ahora con los restos de Cervantes, ocultos en un lugar del convento de cuyo nombre sí quiero acordarme.

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