Las encuestas han ganado esta vez las elecciones en la Comunidad de Madrid, y lo han hecho por mayoría absoluta, dada la coincidencia general en lo fundamental de los resultados. Por lo tanto, las empresas demoscópicas gobernarán el mercado de los sondeos sobre intención de voto y los políticos no volverán a decir aquello de que son únicamente «una fotografía del presente». El Partido Popular ha ganado en la Asamblea regional y en 174 de 179 municipios de la Comunidad, en la mayoría con un resultado que le permite gobernar por sí solo, incluido el Ayuntamiento de Madrid. El PSM se ha dado el mayor trompazo de su historia. Tomás Gómez ha conseguido la mitad de escaños que Esperanza Aguirre, y ha perdido en feudos tradicionales socialistas como Getafe, Alcorcón, Aranjuez o Collado Villalba.
Izquierda Unida mantiene el tipo, incluso sube, y la gran novedad es la irrupción del UP y D en el panorama político madrileño, con representación en la Asamblea, en el Ayuntamiento de Madrid y en otros en los que puede ser llave de gobierno. Por eso se convierte en el claro objeto del deseo o en las siglas que envenenan los sueños de la gobernabilidad. El PP confía en que el partido de Rosa Díez cumpla con su compromiso de permitir que gobierne la lista más votada, mientras que el PSM, por boca de derrotado Gómez, quiere que UP y D les saque las castañas del fuego impidiendo, allí donde pueda, gobiernos de derechas.
Tomás Gómez está más preocupado por la mano que los «upeidianos» puedan echarle al PP, que por un ejercicio de autocrítica, de reflexión, de saber qué ha ocurrido para haber superado a la baja el ya paupérrimo listón que dejó casi por los suelos Rafael Simancas.
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