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Casi la mitad de los españoles no se ducha a diario…

«No tan limpios como decimos», ese es el título del artículo central que publica el Magazine -suplemento dominical de El Mundo– en el número del pasado domingo. Me ha llamado la atención la atracción que sienten por la suciedad algunos (eufemismo de muchísimos) compatriotas. Esta querencia o indiferencia, según los casos, hacia la falta de higiene adopta para muchos varios nombres dependiendo del estrato social al que nos refiramos. Si se trata de un suburbio la cosa huele a «cerdo», mientras que si el perímetro del hedor rodea a un artista reconocido, un deportista de fama mundial o un caballero de alta alcurnia, estamos ante «problemas de higiene». A mi juicio, y aprovechando la coyuntura, todo huele a mierda, ni una coma más ni un punto menos.

Según la encuesta, si restamos del porcentaje total (más del 45% de españoles no se ducha cada día) los casos obligados de aquellos que viven rozando o por debajo, incluso, del umbral de la pobreza, nos encontramos ante un caso evidente de ecologismo encubierto. Se trata de personas que ofrecen su superficie corporal al medio natural para que, al ibre albedrío, repueble con fauna y flora variada cada uno de los poros de su piel. Enternece ver tal muestra de solidaridad ambiental. Lástima que esas personas de espíritu comprometido se olviden de advertirnos a los demás, y a la distancia suficiente, su afan por la preservación de las especies. Es recomendable no olvidar nuestros orígenes… pero reclamo moderación.

Cita postuaria: «Casarse por razón de higiene vale lo mismo que ahogarse para saciar la sed». (Paolo Mantegazza)