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Los amigos de PocoMás Magazine siguen requiriendo mis servicios con puntual mensualidad, cosa poco común en esta selva en la que la impuntialidad y un impostor «te digo cosas» marcan el territorio. Esta vez les he reservado el remake de Bienvenidos al mundo, que semanas atrás adelanté en ésta vuestra casa. Que disfruten… y si después les queda tiempo, lean.
Bienvenidos al Mundo
Vivimos en un mundo de mierda que me encanta. Vas por la calle, pones la radio o te tocas las webs y la gente no habla de otra cosa. Ronaldo o la Esteban nos tienen en vilo. Mientras tanto, cada día nuestra sociedad vomita más millones de parados que chorizos habitan en Wall Street, y aquí paz y después gloria. Me pregunto como tanto hijo de puta ha podido reventarnos la fiesta de esta manera. A ver si lo entiendo: resulta que unos tipos que se inventaron un producto financiero huérfano en contenido, llamémosle boniato, se han forrado a nuestra costa sin ni siquiera lubricarse con vaselina, mientras conseguían explosionar nuestro sistema laboral hasta el punto de crear una raza paralela en la evolución humana: el paradus homopringadus.
A todo esto, algunos fenómenos de las altas esferas con titulación CCC (Cómo Cagarla Constantemente) se creen que los no-ricos somos gilipollas -disculpa si te he ofendido pero no me refería a ti- y nos hemos creído a pies juntillas la canallada de la gripe A, también conocida como «Analfabeta» por el origen de su población diana. Un día se levantó un imbécil VIP occidental y dijo: «Pacote, mi vecina del 6º, que murió ayer a los 89 años a causa de un trancazo, me ha dado una idea cojonuda. ¿Qué te parece si propagamos el rumor de que una gripe nueva con una fuerza del copón va a acabar con la humanidad, y parte de España, y así nos quitamos la crisis, el paro y la madre del topo de encima?» Dicho y hecho. Un gilipollas contacta con otro, éste reúne a diez más y tras muchas dietas pagadas por el erario público y la banca retranca, tenemos un producto enlatado con más trampas que una sesión de trileros de la Playa de Palma, listo para el consumo de la prole. A poder ser, cada ocho horas hasta que el paciente quede anestesiado.
Te preguntarás (reconozco la osadía de esta afirmación) por qué salgo ahora con estas monsergas. Pues bien, tengo previsto lanzar un proyecto muy ilusionante al planeta en los próximos meses -que conste que no me llamo Florentino- y necesitaba frenar la carrera y enfocar el objetivo. Conviene programar bien la cosa -me he dicho- no vaya a ser que me echen en cara la jugada el resto de mi vida. Un placer aburrirles.