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Abuelo Manolo

Abuelo Manolo:

Como bien sabes, hace 2 meses y 15 días que me soltaron al mundo. La verdad es que no me puedo quejar porque me lo dan todo hecho, y por lo que oigo me conviene aprovechar porque parece ser que el chollo se acaba pronto. Cuando estaba en la panza de mamá podía oír como la gente le decía «verás como te cambiará la vida; tendrás que tener mucha paciencia». Y en esas estamos, en probar la paciencia de mami. La verdad es que de momento me gana la mano. No tiene límites: lo mismo de pie que tumbado, que me canta o que me explica el árbol genealógico de la familia, que ya sabes que es más extenso que el Antiguo Testamento. Entenderás entonces que todavía esté en una nube. Como en la que estás tú abuelo.

Mami me habla mucho de ti. Un día que estábamos a solas, yo en su barriga y ella en el sofá, se emocionó. Recordó sus primeras palabras cuando te marchaste: «no podrá conocer a su nieto, con lo que le gustan los niños». Y yo, abuelo Manolo, le di una patadota para recordarle que se equivocaba. Si supiera que tú y yo llevamos hablando más de once meses… Si de algo puedes estar seguro es que no me olvidaré de ti. Resulta materialmente imposible porque mamá constantemente me cuenta cosas tuyas. Sin ir más lejos, el otro día en la cotidiana espera de mi eructo post-biberón, me enseñó la foto en la que estás tocando la batería. Me dijo que no sólo se te daba bien ese instrumento sino que a la hora de ponerse a cantar tenías madera de artista, y me habló de un tal Nino Bravo y de lo mucho que te gustaba su voz. A veces pienso en qué deparará para mí la genética, y si la herencia Masip me da para artista y consigo forrarme sin dar un palo al agua, que según mi padre es lo que hoy está de moda para unos pocos. Para el resto , dice que lo que se lleva es que te echen a la -los nenes no dicen tacos- calle y que te vayan dando. Creo que en este caso se refería al subsidio de desempleo. Por cierto, no sé que habréis hecho los abuelos pero mis papás no dejan de hablar de vosotros. Que si no fuera por vosotros esto, que sin vosotros lo otro, que si hay un problema ahí están los abuelos para solucioinarlo… Total, que ya he decidido que quiero ser de mayor: abuelo. Me parece que sois una especie de superhéroes con poderes especiales para conseguir las cosas, y hay que reconocer que mola.

Si hablamos de parecidos, me parto porque los tengo despistados. Verás. Cuando nací llevaba una oscura pelambrera con lo que todo el mundo, incluida la familia materna, aseguraba que era un clon de mi padre. A mí me daba igual hasta el día en que a mi padre le dio por llamarme «garbansito» y entonces dije finito. Y ahí me puse a trabajar. Me fui aclarando la piel, se agrandaron mis ojos y me empezaron a salir mechones de pelo rubios tirando a rojizos, y ahora se vuelven locos para encontrarme un parecido. Y todavía no saben qué color de ojos voy a escoger. Cuando lo decida, te lo digo.

Pues eso es todo por ahora, abuelo Manolo. En cuanto tenga un ratito te cuento mis nuevas peripecias y las locuras de mis padres. Un anticipo: estoy pensando en cuáles van a ser las primeras palabras que les diga. Te imaginas que me lanzo con un «otra cerveza, por favor». Se desmayan, ¿eh?. Te mantendré informado.

Un beso infinito.

Bruno

Porque la vida puede ser maravillosa

Estos días, gracias a un trepidante zapping televisivo a caballo entre biberones y pañales al peso, me topé con una joya musical que tras perseguirla implacablemente en la red hasta atraparla, me transforma en cada escucha. Se trata de la versión del Knocking on Heaven’s Door de Dylan en las cuerdas vocales de Antony & The Johnsons. Es darle al play y el yugo de la rutina se diluye y pasan a ocupar su espacio las pequeñas grandes cosas. Una sonrisa de la madre de mi hijo, la mirada de Bruno, que pronuncia papá sin saberlo cuando con la palma de su mano sujeta mi pulgar para rodearlo con sus dedos, el efecto rejuvenecedor de un nieto en la vida de unos abuelos que han pasado a ser el pie de apoyo de la economía del país con la peor conciliación laboral que se ha conocido jamás, o las llamadas perdidas de los amigos que se mordían las uñas intentando ganar la carrera por adivinar cuándo pasaríamos de ser hijos a padres…

Y entonces vuelvo a escucharla.

Cita postuaria: «Sin lugar a dudas, es importante desarrollar la mente de los hijos. No obstante el regalo más valioso que se les puede dar, es desarrollarles la conciencia». (John Gay, 1685-1732)

PD: Para los que os interesó el post anterior, aquí os dejo el artículo Su vida no pudo ser maravillosa, una aproximación a la vida y epílogo de Andrés Montes.

Tiempo para Bruno

Os habréis percatado de que llevo unas semanas algo out de mis obligaciones blogueras. No os asustéis -oigo carcajadas-, pronto regresaré a las andadas.

La espera ha valido la pena. Imagináos desenfundar la pluma para escribir la mejor noticia de mi vida: «Ha nacido Bruno». Y nosotros hemos renacido con él. Todo lo demás importa poco. O quizá sólo un poco menos.

Derretir con la mirada: o Bruno.