Abuelo Manolo
Abuelo Manolo:
Mami me habla mucho de ti. Un día que estábamos a solas, yo en su barriga y ella en el sofá, se emocionó. Recordó sus primeras palabras cuando te marchaste: «no podrá conocer a su nieto, con lo que le gustan los niños». Y yo, abuelo Manolo, le di una patadota para recordarle que se equivocaba. Si supiera que tú y yo llevamos hablando más de once meses… Si de algo puedes estar seguro es que no me olvidaré de ti. Resulta materialmente imposible porque mamá constantemente me cuenta cosas tuyas. Sin ir más lejos, el otro día en la cotidiana espera de mi eructo post-biberón, me enseñó la foto en la que estás tocando la batería. Me dijo que no sólo se te daba bien ese instrumento sino que a la hora de ponerse a cantar tenías madera de artista, y me habló de un tal Nino Bravo y de lo mucho que te gustaba su voz. A veces pienso en qué deparará para mí la genética, y si la herencia Masip me da para artista y consigo forrarme sin dar un palo al agua, que según mi padre es lo que hoy está de moda para unos pocos. Para el resto , dice que lo que se lleva es que te echen a la -los nenes no dicen tacos- calle y que te vayan dando. Creo que en este caso se refería al subsidio de desempleo. Por cierto, no sé que habréis hecho los abuelos pero mis papás no dejan de hablar de vosotros. Que si no fuera por vosotros esto, que sin vosotros lo otro, que si hay un problema ahí están los abuelos para solucioinarlo… Total, que ya he decidido que quiero ser de mayor: abuelo. Me parece que sois una especie de superhéroes con poderes especiales para conseguir las cosas, y hay que reconocer que mola.
Si hablamos de parecidos, me parto porque los tengo despistados. Verás. Cuando nací llevaba una oscura pelambrera con lo que todo el mundo, incluida la familia materna, aseguraba que era un clon de mi padre. A mí me daba igual hasta el día en que a mi padre le dio por llamarme «garbansito» y entonces dije finito. Y ahí me puse a trabajar. Me fui aclarando la piel, se agrandaron mis ojos y me empezaron a salir mechones de pelo rubios tirando a rojizos, y ahora se vuelven locos para encontrarme un parecido. Y todavía no saben qué color de ojos voy a escoger. Cuando lo decida, te lo digo.
Pues eso es todo por ahora, abuelo Manolo. En cuanto tenga un ratito te cuento mis nuevas peripecias y las locuras de mis padres. Un anticipo: estoy pensando en cuáles van a ser las primeras palabras que les diga. Te imaginas que me lanzo con un «otra cerveza, por favor». Se desmayan, ¿eh?. Te mantendré informado.
Un beso infinito.
Bruno