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Utiliza Twitter para comunicar la orden de ejecución de un preso

Me considero un inmigrante digital apasionado de las nuevas tecnologías al que le fascina la capacidad de inmediatez de las nuevos canales de comunicación -blogs, redes sociales etc.-. Sin embargo eso no implica que esté de acuerdo con el todo vale y aplauda la barra libre con la que algunos descerebrados se dedican a utilizar esas herramientas.
Al loro. El último ejemplo lo tenemos en el caso de la última ejecución de un preso en EE.UU, Ronnie Lee Gardner. El fiscal general del Utah Mark Shurtleff no tiene otra brillante idea que comunicar al mundo vía Twitter que acaba de dar «el visto bueno al director de prisiones para que ejecuten» al reo. No contento con pasarse por el forro de la entrepierna la más mínima muestra de comportamiento ético y moral, en lo que hubiera tenido que ser un acto circunscrito exclusivamente a la más estricta intimidad de la familia del sentenciado a muerte, se arranca por soleares a lo pastor evangelista y suelta: «… Que Dios conceda la misericordia que él le negó a sus víctimas». Y después del eructo verbal se quedó tan pancho el gachón. ¿Nos hemos vuelto locos o qué?.

Para los más incrédulos ahí va la muestra del esperpento:

 
 
 

La foto que nunca debió revelarse

Esta mañana escuchaba la radio de camino al trabajo, como cada día. Interrumpían los boletines informativos con la noticia de que el encierro de Los Sanfermines de hoy había dejado un herido en estado crítico. Minutos más tarde se convertía en la primera víctima de las fiestas en los últimos seis años. Hasta aquí una tragedia, para algunos prescindible. Pero eso es otra guerra.

A la hora del almuerzo enciendo la pequeña, pero cruel, pantalla y me topo con una imagen que me deja helado. Primeros planos de un joven agonizando al que se le escapa la vida a través de su mirada. Me quedo atónito. Descolocado. Horrorizado. En blanco. Me pongo a pensar en su familia. Luego en la mía. Después cambié de canal. Me topé de nuevo con el morbo de la indecencia. Asqueado. Pensando en que le hubiera dicho a mi hijo si estuviera contemplando esa flagrante vulneración de la intimidad de una persona y sus seres queridos. Indigno.

Luego me he animado -todavía no sé cómo ni buscando qué- a bloguear a la caza de opiniones al respecto. Por fin he cogido aliento. No era el único. Somos más los que repudiamos esas conductas demagógicas que se escudan en el derecho a la información o en no ocultar la verdad. Por eso me he negado a enlazar a aquellos digitales que se han pasado la ética de sus responsabilidades por el arco de triunfo. Se me ocurren docenas de planos e instantáneas respetuosas con el anonimato de la víctima y los suyos. Afortunadamente a todos estos periodistas/medios también:

Sólo una cosa más. Gracias.

Mientras tanto escucho…

Cita postuaria: «La conciencia es el mejor libro moral que tenemos». (Blaise Pascal, 1623-1662)