Actualidad

Cuando éramos felices y documentados*

El gravísimo error del diario El País, en la madrugada del pasado 24 de enero, al publicar como gran exclusiva una foto falsa de Hugo Chávez no es un fallo aislado. Es la culminación de un proceso que afecta a toda la prensa. Era cuestión de tiempo que un periódico teóricamente tan prestigioso como El País cometiese un error tan garrafal. Hay diversos factores que explican este proceso por el que la prensa escrita se ha visto arrastrada a una precariedad sin precedentes. El primero lo explica el profesor de la Universidad de Navarra José Luis Orihuela, gran experto en medios de comunicación -especialmente los digitales- del que me puedo enorgullecer de haber sido su alumno:

«Los despidos en la prensa española están afectando especialmente a los periodistas más experimentados, por lo que los redactores jóvenes han perdido a los maestros y los medios están perdiendo el instinto. Un campo abonado para que florezcan los errores y las manipulaciones». (Instinto periodístico, en www.ecuaderno.com, 24 de enero de 2013)

No puedo estar más de acuerdo. Los periodistas más veteranos manejan conocimientos que difícilmente se encuentran en internet. La experiencia, el nivel de formación humanística (cultura general) y el instinto periodístico son cualidades fundamentales que suelen despreciar muchos de los actuales dirigentes de los periódicos. El propio director de El País, Javier Moreno Barber, es un licenciado en Químicas que hizo el máster de Periodismo UAM-El País. Y el autodenominado «diario global en español» despidió recientemente a 129 periodistas, algunos de ellos muy veteranos y experimentados. Como dijo Ramón Lobo, uno de los 129, «ya no te valoran por lo que vales, sino por lo que cuestas». En efecto, los periodistas más veteranos son los que más costes salariales suponen a la empresa, pero también son seguramente quienes más pueden aportar en cuanto a artículos en profundidad y perspectiva histórica. En definitiva, más valor añadido al periódico. En su afán por abaratar el producto, los responsables económicos de los diarios han provocado que a muchos les resulte difícil pagar 1.30 euros por algo que apenas les aporta información de calidad, profunda y documentada.

Además de la precariedad de los recursos humanos, que implica necesariamente un peor producto periodístico, el segundo problema, íntimamente relacionado con el primero, es la influencia de los peores modos del periodismo digital en la prensa escrita. Las ediciones digitales, casi siempre más ligeras en cuanto a temas y, por definición, inmediatas, han contagiado sus peores vicios a los periódicos en papel, que se ven a menudo compelidos a reproducir las pseudonoticias que aparecen en las redes sociales y en páginas web de dudosa o nula veracidad. Y lo hacen de un modo mimético, sin contrastar las noticias, un proceso que requiere tiempo, pericia y esfuerzo. Además, los temas del corazón, los relacionados con el sexo y los sucesos más escabrosos ganan espacio en las páginas, como si las listas de «las noticias más leídas» de las ediciones web fuesen las nuevas tablas de la ley para algunos directores de periódicos.

Mientras los directores de los periódicos en papel no se den cuenta de que deben nadar en la dirección contraria a las ediciones web, es decir, publicar reportajes en profundidad, información documentada y bien elaborada, la prensa escrita estará abocada al fracaso y a la desaparición.

Por último, la reacción del diario El País ha sido tardía y poco convincente. La falsa imagen de Chávez y el vídeo del que se extrajo ya se habían exhibido en Latinoamérica. No era una imagen inédita. Es muy probable que algún periodista de El País la hubiese visto antes o hubiese cuestionado su autenticidad si la hubiese visto, pero seguramente el director del periódico se guardó de mostrarla incluso a los periodistas de su diario por miedo a una filtración. El País se escuda en que no pudo recurrir a su corresponsal en Cuba, la famosa bloguera Yoani Sánchez. Vale, está claro el porqué. Pero, ¿no tiene El País corresponsales o colaboradores en Miami, Bogotá o Caracas, donde se rebatió por televisión la autenticidad de la imagen? Son excusas sonrojantes, como la del supuesto «maestro» de periodistas Miguel Ángel Bastenier, quien ha dicho en Twitter: «Un diario es una obra colectiva, el culpable es el diario». NO. El responsable -de iure, pero también de facto en un caso como éste- es el director del periódico. Como recuerda el consultor y periodista Juan Antonio Giner, «los errores no los cometen los diarios, sino alguien en concreto». Resulta también llamativo que El País se enterase de la falsedad de la fotografía a través de las redes sociales, como reconocen en su artículo de disculpa:

http://internacional.elpais.com/internacional/2013/01/24/actualidad/1359060599_118030.html

Resulta cómico que un periódico que pide -como lo hacen todos- dimisiones a los responsables políticos cuando cometen errores, sea incapaz siquiera de pedir perdón de forma concreta, con nombres y apellidos. Nadie firma el artículo de disculpa ni se citan nombres de periodistas ni de directivos de El País, por el contrario se señala a la agencia, ajena a El País, que les facilitó la imagen.

El error no sólo ha afectado al prestigio de El País, sino al de toda la prensa. Al igual que el prestigio de toda la clase política se ve afectado por cualquier caso de corrupción, lo mismo ocurre con los medios de comunicación. Y desde la Transición, para muchos la biblia del periodismo ha sido El País. Tal vez el paradigma caiga definitivamente y por fin se le reconozca por fin a El Mundo  -con todos sus defectos y su cuota de sensacionalismo y precariedad- su alto nivel periodístico. No olvidemos que Pedro J. Ramírez rechazó la foto falsa de Chávez antes de que la aceptase El País. Hizo gala de un instinto del que careció Javier Moreno, sin duda.

(*) El título de esta entrada adapta el de la novela del escritor y periodista Gabriel García Márquez de 1973 «Cuando era feliz e indocumentado».

cerrados

Verificar una noticia lleva más de 20 minutos (fracaso Escolar)

Hace unos días me llamó poderosamente la atención una noticia difundida por las redes sociales. El titular, el dato destacado, era éste: «68 de los 245 asesores del presidente no tienen el graduado escolar». Un dato que, de ser cierto, resultaría bastante indignante. ¿Paga Presidencia del Gobierno a personas que no tienen los estudios mínimos obligatorios? ¿Con cinco millones de parados, muchos de ellos con una o dos carreras superiores? De entrada, cuesta creerlo, a no ser que uno crea que Rajoy es un tipejo capaz de pagar sustanciosos sueldos a personas elegidas a dedo, supuestamente amiguetes, sin formación alguna, ni siquiera la básica que exige la ley. Cuesta creer eso de Rajoy y de los demás políticos españoles, aunque a veces se les culpe hasta de la muerte de Manolete. Parece algo más propio de Cristina Kirchner, de Fidel Castro o de Chávez.

También me llamó la atención que sólo se hicieron eco de esta escandalosa noticia, publicada originalmente por el periódico digital 20 Minutos.es, webs como Menéame, Burbuja.info y otros foros y blogs considerados de izquierdas. El propio periódico digital 20 Minutos está considerado como de izquierdas. Sorprende que otros medios de comunicación, de centro y de derechas, no se hubiesen hecho eco de la noticia, siquiera para refutar ese dato tan indignante. Copio aquí el enlace a la noticia de 20 Minutos. Nos interesa el tercer subtítulo:

http://www.20minutos.es/noticia/1635381/0/rajoy/recortes/altos-cargos/

Otro que contribuyó decisivamente a la difusión de esta noticia fue el periodista Antonio Martínez Ron, alias @aberron en Twitter. Le seguía hasta hace unos días, cuando me bloqueó (solía discrepar de lo que decía, pero creo conveniente leer opiniones de todo tipo), alegando que yo era un «Reverte de bolsillo» (le doy gracias por el cumplido, tanto por Javier Reverte como por Pérez-Reverte, igualmente admirados). En la red de microblogging, @aberron publicó lo siguiente el pasado 2 de noviembre:

«Ahora que sabemos que 1/4 de los asesores de Rajoy no tienen estudios, comprendemos mejor lo que está haciendo con la educación y la ciencia»

Martínez Ron, que tiene más de 26.000 seguidores en Twitter, dedicó una veintena de «tuits» a este asunto, muchos de ellos réplicas a otros usuarios. La frase que he destacado fue «retuiteada» nada menos que 179 veces. Nótese que Martínez Ron subraya que esos asesores de Rajoy «no tienen estudios»:  «los tipos que llevan el país a la ruina tienen más de 200 asesores y una cuarta parte no tiene estudios»                    

Pocos (pero muy sensatos) cuestionaron la veracidad misma del dato. Uno de ellos fue David Usano, que respondió a @aberron lo siguiente:

«@aberron es muy irresponsable lanzar tal afirmacion sin citar la fuente (por no entrar en si la ha contrastado). Lamentable»

La respuesta del citado Martínez Ron se califica por sí misma. Fue esta:

«@davidusano Que tú no sepas buscar una fuente no quiere decir que no exista. De primero de internet: http://www.20minutos.es/noticia/1635381/0/rajoy/recortes/altos-cargos/ …«

Ahí lo tienen: el periodista, encaramado a sus 26.000 seguidores (cifra que superan ampliamente exconcursantes de Gran Hermano y los participantes del reality «intelectual» de la MTV Gandía Shore, por poner dos ejemplos), menosprecia a su interlocutor (diciéndole que no sabe buscar una fuente y «suspendiéndole» en primero de internet) y le remite a lo publicado por 20 Minutos, el digital dirigido por Arsenio Escolar. Como si 20Minutos.es fueran las Tablas de la Ley o el Boletín Oficial del Estado.

Pero, ¿de dónde sacó 20Minutos.es este dato tan polémico? El digital de Arsenio Escolar olvidó (¡vaya por Dios!) enlazar en su noticia a los Presupuestos Generales del Estado 2013, que es la fuente que se cita en la noticia. No le hubiera costado nada incluir un hipervínculo a la parte de los PGE en la que figura esa partida presupuestaria de los «asesores» de Rajoy. En lugar de eso, el hipervínculo de «Presupuestos Generales del Estado» (subrayado) en la noticia lleva a otro artículo de 20 Minutos sobre los Presupuestos: el rechazo del PP a las enmiendas y el debate parlamentario de Montoro con Rubalcaba. Sospechoso, ¿no?

Después de buscar y rebuscar entre documentos oficiales alojados en internet (algunos, interminables PDF), encontré la fuente a la que se refiere 20 Minutos en su noticia. En esta página web se detalla «el personal eventual» de Presidencia del Gobierno: en román paladino, los asesores de Rajoy, por categorías profesionales y/o educativas. Efectivamente, figuran 68 asesores en la categoría más baja, pero se especifica que pertenecen a «agrupaciones profesionales» y/o poseen el «certificado de escolaridad». Véase el documento en este enlace:

http://www.sepg.pap.minhap.gob.es/Presup/PGE2013Proyecto/MaestroDocumentos/PGE-ROM/doc/HTM/N_13_A_V_3_2_19_1_191_1_1912M_1.HTM

(*Copia y pega la dirección en el navegador)

¿Qué es el «certificado de escolaridad»? ¿No se decía que esos asesores carecían de estudios? ¿No tiene nada que ver el certificado de escolaridad con el graduado escolar? Pues bien, ese «certificado de escolaridad», como sabrán los internautas de edad más madura, se expedía en los sistemas educativos anteriores a la LOGSE (1990), y es equivalente, a efectos laborales, al certificado de haber superado el Grado II de la Formación Básica para las personas adultas. En otras palabras, certifica que se ha cursado la enseñanza obligatoria. Ambos títulos, Certificado de Escolaridad y Graduado Escolar, son equivalentes, como se demuestra, además, en este número del BOE (Orden ECD/1417/2012, de 20 de junio, primer párrafo):

http://www.boe.es/boe/dias/2012/06/30/pdfs/BOE-A-2012-8747.pdf

(*Copia y pega la dirección en el navegador)

La equivalencia se resume en esta otra página del Injuve (Gobierno de España):

http://www.injuve.es/empleo/noticia/equivalencia-del-certificado-de-escolaridad-y-de-otros-estudios-con-el-titulo-de-graduado-escolar

(*Copia y pega la dirección en el navegador)

Lo que se demuestra es que estos 68 trabajadores eventuales de Presidencia del Gobierno sí tienen estudios, acreditados por el Certificado de Escolaridad, equivalente al Graduado Escolar. La preocupación del periodista Martínez Ron por que esos «asesores» de Rajoy pudieran «no saber leer y escribir correctamente» (sic) parece exagerada. Al final ni Rajoy, ni ningún presidente del Gobierno, se rodea de 68 gañanes. Decir que no tienen el Graduado Escolar es una media verdad, que en este caso equivale a una mentira.

Creo que el señor Arsenio Escolar tiene edad para saber lo que es el Certificado de Escolaridad. Sin embargo, su diario digital hurtó a sus lectores el acceso a la fuente de la noticia, una información difícil de encontrar (a mí me llevó más de 20 minutos, valga la expresión), pero accesible a todos los ciudadanos de forma gratuita y sin mediar registro alguno, sólo usando Google. Escolar ha privado a sus lectores de lo público que tanto defiende. ¿Estamos ante una omisión por descuido o deliberada, o tal vez quepa hablar de fracaso Escolar?

Nota: el ejemplo que acabo de explicar es aplicable a los medios de comunicación de todas las tendencias, ideologías y países. Incluso el reputado New York Times, considerado por muchos el mejor periódico del mundo, ha publicado alguna vez datos tan disparatadamente erróneos que harían echarse las manos a la cabeza a más de uno. Hace unos meses, en un editorial (el artículo más importante de un periódico, el que expresa su línea ideológica), se afirmaba, en defensa de Baltasar Garzón, que el juez español «ha jugado un importante papel en la transición española a la democracia» (inicio del segundo párrafo):

http://www.nytimes.com/2012/02/11/opinion/a-chilling-verdict-in-spain.html?_r=0

Este delirante dato biográfico causaría sonrojo al leerlo incluso en una redacción de primero de ESO, por su evidente anacronismo. Cuando fue sometida a referéndum la Constitución Española de 1978, Garzón, entonces con 23 años, estudiaba la carrera de Derecho en Sevilla y trabajaba como albañil y camarero, además de ayudar a su padre en una gasolinera.

Pues eso, no se crean a pies juntillas todo lo que leen, sobre todo en internet. A veces hasta el New York Times yerra… o miente.

P.D.: He omitido una cuestión importante: en el documento del Gobierno figura como epígrafe “personal eventual”. Como han sugerido otros internautas, ¿por qué en la noticia de 20Minutos.es se infiere que todos ellos son asesores presidenciales de Mariano Rajoy? ¿No pueden ser camareros, jardineros, albañiles, conductores, fontaneros u otro tipo de personal eventual que trabaje en La Moncloa? Si ese fuese el caso, está claro que la polémica por sus estudios y cualificación tendría mucho menos sentido, con todos mis respetos para esos profesionales.

 

 

 

 

 

 

6

El bulo como arma

No hace falta subrayar la abundancia de bulos en internet, que las redes sociales (Twitter, Facebook y Menéame, sobre todo) han contribuido a difundir. No está mal que alguien comparta cierta noticia curiosa o dato divertido, si es inocuo. El otro día «retuiteé» un fichaje futbolístico que resultó ser falso, engañado por una página fraudulenta que imitaba a la oficial del F.C. Barcelona. Hasta Arturo Pérez Reverte metió la pata cuando difundió el dato erróneo de los más de 400.000 políticos españoles. Son errores veniales hasta cierto punto. Pero si la desinformación se utiliza como arma arrojadiza, como argumento ad hominem para desacreditar al rival político y a la opinión discrepante, surge el peligro. Sobre todo si alguien con miles de seguidores en las redes sociales interviene en la propagación de la información falsa. Acabo de ser testigo del último de estos episodios, en Facebook. El grupo catalán de pop Love of Lesbian, con más de 158.000 seguidores en la red social de Zuckerberg, difundió esta noche (17 de julio de 2012) el siguiente texto, con la gravedad de que no sabía (así lo admite al principio) si era del todo cierto:

«No sé si es del todo cierto (como todo lo que circula por la red) pero da que pensar en las diferencias entre nuestros vecinos y nosotros.»

Lo que hace un gobierno socialista en 56 días (en Francia, ok)

Esto es lo que ha hecho Hollande (no palabras, hechos) en 56 días en el cargo:

– Ha suprimido 100% de los coches oficiales y los ha subastado; y lo recaudado se destina al Fondo de Bienestar para ser distribuido a las regiones con el mayor número de centros urbanos con los suburbios ruinosos.

– Ha hecho enviar un documento (doce líneas) a todos los organismos estatales dependientes de la administración central en el cual les comunicaba la abolición de los «vehículos de empresa» desafiando de manera provocativa e insultando a los altos funcionarios, con frases como «si un ejecutivo que gana 650.000 euros año, no puede permitirse el lujo de comprar un buen coche con sus ingresos del trabajo, quiere decir que es demasiado ambicioso, que es estúpido, o que es deshonesto. La nación no necesita ninguna de estas tres figuras». Touchè. Fuera los Peugeot y los Citroen. 345 millones de euros salvados de inmediato, y trasladados a crear (apertura 15 de agosto 2012) 175 institutos de investigación científica avanzada de alta tecnología, asumiendo la contratación de 2560 jóvenes científicos desempleados «para aumentar la competitividad y la productividad de la nación».

– Ha abolido el concepto de paraíso fiscal (definido «socialmente inmoral») y promulgó un decreto presidencial de de urgencia estableciendo un porcentaje del 75% de aumento en la tributación para todas las familias que, netos, ganan más de 5 millones de euros al año. Con ese dinero (manteniendo así el pacto fiscal) sin que ello afecte un euro al presupuesto, ha contratado a 59,870 licenciados desempleados, de los cuales 6.900 desde el 1 de julio de 2012, y luego otros 12.500 el 1 de septiembre como profesores en la educación pública.

– Ha privado a la Iglesia de subsidios estatales por valor de 2,3 millones de euros que financiaban exclusivos colegios privados, y ha puesto en marcha (con ese dinero) un plan para la construcción de 4.500 jardines de infancia y 3.700 escuelas primarias, iniciando un plan de recuperación la inversión en la infraestructura nacional.

– Ha establecido el «bono-cultura» presidencial, un mecanismo que permite a cualquiera pagar cero impuestos si se constituye como cooperativa y abre una librería independiente contratando al menos dos licenciados desempleados de la lista de desempleados, con el fin de ahorrar dinero del gasto público y realizar una contribución mínima al empleo y al relanzamiento de nuevas posiciones sociales.

– Ha abolido todos los subsidios gubernamentales a las revistas, fundaciones y editoriales, sustituyéndolos por comités de «emprendedores estatales»» que financian acciones culturales sobre la base de la presentación de planes de negocio relacionados con estrategias de mercado avanzadas.

– Ha puesto en marcha un procedimiento muy complejo en el que ofrece a los bancos una elección (sin impuestos): Quien proporcione préstamos blandos a empresas francesas que produzcan bienes recibe beneficios fiscales, quien ofrece instrumentos financieros paga una tarifa adicional: lo tomas o lo dejas.

– Ha reducido en un 25% el sueldo de todos los funcionarios del gobierno, el 32% de todos los diputados y el 40% de todos los funcionarios estatales de alto nivel que ganan más de 800 000 € por año. Con esa cantidad (alrededor de 4 millones de euros) ha establecido un fondo que ofrece garantías de bienestar a las «madres solteras» en condiciones financieras difíciles garantizándoles un salario mensual por un período de cinco años, hasta que el niño vaya a la escuela primaria, y tres años si el niño es mayor. Todo ello sin modificar el equilibrio del presupuesto.

Resultado: pero miren qué SORPRESA! El diferencial con los bonos alemanes cayó, por arte de magia. Ha llegado a 101 (el nuestro viajando por 570). La inflación no ha aumentado. La competitividad de la productividad nacional se ha incrementado en el mes de junio por primera vez en tres años.

 

Perdón por el «tocho». No crean que los internautas seguidores de Love of Lesbian (LOL) se dieron cuenta de la inverosimilitud de estas medidas. El 95 por ciento jaleó estas supuestas medidas de Hollande, poniéndolas como ejemplo para España. Solo unos pocos internautas -impecablemente, eso sí- reprocharon a LOL su irresponsabilidad al no contrastar mínimamente lo publicado en su página de Facebook.

Una vez que hayan dejado de reír por los supuestos «milagros» de Hollande, pueden leer lo que comenté a este hilo en Facebook:

Es vergonzoso que un grupo con tantos seguidores como LOL (o su incauto webmaster) propale un bulo de estas dimensiones sin contrastar la información. Si no sabéis «si es del todo cierto», ¿para qué lo publicáis? Hay que ser muy lerdo para creer que con solo 2,3 millones de euros (supuestamente detraídos de la ayuda a la Iglesia) se pueden financiar nada menos que ¡¡4.500 jardines de infancia y 3.700 escuelas primarias!! Otra incongruencia matemática: se asegura que se reduce «un 25% el sueldo de todos los funcionarios del gobierno, el 32% de todos los diputados y el 40% de todos los funcionarios estatales de alto nivel que ganan más de 800 000 € por año», y que se ha recaudado con tales medidas SOLO «4 millones de euros». Si hubiese reducido el 25% el sueldo de todos los funcionarios del gobierno, ¿no creéis que lo habría publicado la prensa y que habría habido manifestaciones? ¿Y si hubiese subastado el 100% de los coches oficiales…? ¿No visteis que el otro día se saltó los límites de velocidad en su Citroën de altísima gama? Por favor, LEED PERIÓDICOS y consultad medios de comunicación hechos por periodistas profesionales, no los bulos que pululan por internet. Luego os quejaréis de la prensa. Patético. Si tantos internautas se han creído esta patraña, eso explica cómo nos va…   

Y no pongo la foto de Hollande en su cochazo oficial el pasado sábado (desfile del 14 de julio, igual os suena…) porque no me deja Facebook.

En fin, como dije el otro día en Twitter, conviene repasar «1984», de Orwell, la película «La ola» o la historia de las cazas de brujas para no olvidar la peligrosidad de ciertos bulos. Casos como este demuestran que la salud intelectual de la opinión pública de un país es directamente proporcional al progreso de dicho país.

Señores de Love of Lesbian, sigan dedicándose a los «bolos» y déjense de bulos.

81

El «plan B» del Barça

 

Hace pocos días, tras la derrota del Barcelona ante el Real Madrid en la Liga, un amigo culé opinaba en Facebook que el Barça necesitaba preparar un «plan B» ante el previsible planteamiento ultradefensivo del Chelsea en el Camp Nou. La mala noticia es que no existe un «plan B». Desde que Guardiola dejó marchar a Ibrahimovic (y si no ficha a Llorente), el conjunto azulgrana dispone de pocas alternativas en el juego. La buena noticia es que el Barcelona ha obtenido los mejores resultados siendo fiel a su estilo hasta el final, como cuando Iniesta marcó el gol decisivo en Stamford Bridge hace tres años, con el tiempo casi cumplido, combinando hasta encontrar el espacio libre.

Cruyff solía colocar a Alexanco como delantero centro cuando la situación era desesperada. Puyol y Piqué han subido al ataque en caso de apuro, pero, al contrario que el Drem Team del holandés, el Barcelona de Guardiola nunca ha bombeado balones al área, ni siquiera cuando han quedado pocos minutos para el final. La única forma racional de aumentar las posibilidades ofensivas de este Barcelona es la subida de los laterales, especialmente de Alves, buscando desdoblamientos y situaciones de dos contra uno en la banda. Incluso Messi debería caer en ocasiones a los pasillos laterales (carril del 8, partiendo de la derecha, o del 10, por la izquierda) para aprovechar mejor su capacidad de desequilibrio. Por desgracia, apenas lo hace, olvidando que algunos de sus mejores goles (el gemelo del gol histórico de Maradona, ante el Getafe, u otro que marcó en La Romareda) los marcó entrando por el pico del área, no por el centro.

Atasco en el centro

Si Messi se queda siempre en el centro, en la corona del área, le facilitará la labor a los centrales del Chelsea. El Barça apenas busca la superioridad en banda y concentra a casi todos sus futbolistas determinantes en el centro, lo cual hace que su ataque resulte, a veces, previsible, formando además un atasco por el que no pueden entrar ni Xavi ni Cesc, grandes «llegadores» desde atrás. Tanto Messi como Xavi, Cesc e Iniesta tienden a entrar por el centro. Incluso Tello tiende al centro, ya que su regate (en realidad, un autopase largo al estilo de Overmars que aprovecha su gran esprint corto) lo hace casi siempre en diagonal hacia adentro, hacia la portería, no hacia afuera. Isaac Cuenca -aunque todo indica que no será titular ante el Chelsea- parece un jugador más adecuado para «abrir la lata» en estos partidos cerrados: regatea tanto hacia adentro como hacia afuera, entra hasta la línea de fondo (para dar el pase de la muerte atrás o centrar) y maneja bien ambas piernas. Su regate no se basa exclusivamente en la velocidad vertical, como el de Tello, sino fundamentalmente en la habilidad. La gambeta de Cuenca es menos previsible para un defensor.

En defensa, Guardiola deberá tener las espaldas bien cubiertas. Alves deberá proyectarse en ataque aprovechando el efecto sorpresa, no así Puyol. El brasileño resulta mucho más efectivo como lateral, con metros por delante, que como extremo. Todo parece indicar que volverá al equipo titular Piqué, al que se le ha echado de menos en el juego aéreo: el primer gol del Real Madrid llegó tras un cabezazo de Pepe, y antes Cristiano Ronaldo había cabeceado sin oposición obligando a una gran parada a Valdés. Piqué ayudará también a vigilar a Drogba.

Así las cosas, la alineación de hoy parece cantada: Valdés; Alves, Piqué, Mascherano, Puyol; Busquets, Xavi, Iniesta; Cesc, Messi y Alexis. El once de gala. Guardiola debería tener dos alternativas preparadas si las cosas no salen bien: una sería la entrada de Cuenca (tal vez por Cesc), y la otra, la baza de Tello. El concurso de ambos al mismo tiempo (algo casi inédito) puede ser un buen recurso si la situación se vuelve desesperada.

Dadas las mayores dimensiones del Camp Nou, habrá más espacios y el «catenaccio» del Chelsea será menos efectivo. Si Messi y compañía no vuelven a tener un mal día, el Barcelona estará en Munich. Eso sí, no será nada fácil.

cerrados

Lo que hace grande a Messi

El Barcelona ha tenido en sus filas a muchos de los más grandes jugadores del mundo, pero hasta ahora ninguno ha llegado a triunfar en el Camp Nou de la forma en la que lo está haciendo Messi. Cruyff, Maradona, Schuster, Laudrup, Romario, Ronaldo, Rivaldo, Figo, Ronaldinho, Ibrahimovic… Todos ellos futbolistas con un talento descomunal que, por una razón un otra, no entraron en la historia del club como lo está haciendo Messi. Tan solo Kubala, en su época eclipsado por Di Stéfano, puede compararse con Messi por su continuidad e identificación con el club, no así por sus cifras goleadoras ni como indiscutible número uno mundial. Dejando a un lado el descomunal talento del rosarino, algo evidente y que ya ha agotado todos los calificativos de la prensa, sólo cabe analizar otros diez factores -mentales, sobre todo- que hacen grande a Messi, y que le han convertido, como dijo Guardiola tras el partido ante el Granada, en «el Michael Jordan del fútbol».

1) Sensatez. Después de sus condiciones técnicas esta es, sin duda, la cualidad más importante que ha permitido el triunfo de Messi en el Barcelona. La historia del club catalán está repleta en las últimas décadas de cracks díscolos: Maradona, Schuster, Romario, Ronaldinho, Ibrahimovic… Jugadores fuera de serie con un carácter difícil (Schuster, Ibrahimovic), con una excesiva propensión a la vida nocturna (Romario, Ronaldinho) o ambas cosas (Maradona). Todo ello truncó sus carreras en el Barcelona y les pusieron en la senda del traspaso, todo ello ayudado, en ocasiones, por representantes más pendientes de engrosar sus cuentas corrientes que de proporcionar estabilidad a su representado. No hace falta que el aficionado culé tenga memoria de elefante para que recuerde nombres como Jorge Cysterpiller, Roberto de Assis y Mino Raiola. Todo aficionado al fútbol sabe el nombre del representante de Cristiano Ronaldo, Jorge Mendes. Pero es mucho más difícil recordar el nombre del representante de Messi. Será porque no acude a las oficinas del Camp Nou para reclamar una mejora de contrato cada vez que el argentino anota un «hat trick». Messi tiene «seny». También lo tuvo Rivaldo, pero su trayectoria no es comparable con la de Messi, porque el pernambucano fichó por el Barcelona ya en su madurez futbolística, a la edad actual de Messi.

2) Progresión. Ahora resulta casi paradójico, Messi debutó cuando la estrella indiscutible del Barcelona era Ronaldinho y cuando la auténtica joya de la cantera blaugrana no era otro que Bojan, poseedor de un récord anotador en las divisiones inferiores (unos 800 goles). Por aquel entonces se decía que el Barça podía traspasar sin excesivo cargo de conciencia al Gaucho porque ya tenía un sustituto en la Masía: Bojan Krkic. Ahora media un abismo entre el catalán, jugador del Roma, y el argentino. La cotización de uno ha caído en picado, mientras que la del otro ha alcanzado cotas estratosféricas. ¿Por qué? Recordemos el debut (ante el Oporto de Mourinho, en diciembre de 2003) y la primera temporada de Messi (2004/2005). En sus primeros partidos con el primer equipo, Messi deslumbraba sobre todo por su verticalidad, su facilidad para encarar, su regate y su velocidad. Era un diamante en bruto que, sin embargo, estaba peleado con el gol. No materializaba sus ocasiones. Además, se le intuía una escasa visión de juego. Desde hace varios años Messi tiene no solo un espectacular olfato de gol (algo que muchos consideran que no se puede aprender, que es innato), sino también una visión de juego increíble. Parece imposible que conduzca el balón con tanta velocidad sin dejar de manejar todas las opciones posibles para la jugada, y mientras se deshace de varios contrarios es capaz de ver el posible desmarque del compañero con el rabillo del ojo. Es imposible de parar porque en su repertorio figura tanto el uno contra uno, la jugada individual, como el tiro lejano a portería y el pase al espacio. El defensor no sabe a qué atenerse. Messi lo hace todo bien, y cada tres días, como acaba de decir Guardiola. En contraste, Bojan se estancó. En lugar de aumentar, se diría que sus condiciones menguaron.

3) Competitividad sana. Messi compite consigo mismo y por el equipo. Quiere mejorar sus estadísticas individuales sin que ello perjudique en absoluto el juego colectivo. Pocas veces ha optado por la jugada individual si ha visto a un compañero en condiciones de marcar. Su egoísmo natural no le ciega, algo que sí le ha ocurrido en ocasiones a Cristiano Ronaldo.

4) Inteligencia física. Messi apenas se ha lesionado, lo que le ha permitido disfrutar de una increíble continuidad. Sabe dosificarse, no presiona de forma constante y tiene el permiso de Guardiola para volver caminando a su posición. También le ayuda la fortaleza de sus piernas, su bajo centro de gravedad y su velocidad: es difícil que el defensa le pise la pierna de apoyo porque, en carrera, Messi parece «levitar» de puntillas sobre el césped. Cuando el pisotón se produce, como le ocurrió con el rojiblanco Ujfalusi hace un par de temporadas, la lesión tiene menos gravedad de la esperada.

5) Instinto táctico. Messi juega donde quiere y como quiere. Sabe en todo momento cuándo jugar al espacio o al pie, entrar por el centro, caer a la banda o bajar a recoger balones en el centro del campo. Esta facilidad para jugar entre líneas y desconcertar a las defensas rivales era ya patente en la sociedad que forma con Xavi e Iniesta y ha aumentado con Cesc, con el que se entiende a la perfección, y con el que comparte ese instinto para buscar siempre el espacio libre.

6) Sentido lúdico. Messi se divierte jugando y quiere disputar todos los minutos posibles. No es feliz en el banquillo, y Guardiola lo sabe. El fútbol es más que su profesión, es su pasión. Le da una energía que potencia todas sus cualidades. El argentino es espontáneo y parece jugar todavía en el patio del colegio. Tal vez por ello se desempeña con la misma soltura en los partidos intrascendentes que en las grandes finales, algo de lo que Cristiano Ronaldo tampoco puede presumir.

7) Concentración en el juego. Está íntimamente relacionado con lo anterior: Messi no se pierde en discusiones con el árbitro ni con los rivales, sólo le interesa lo que ocurre con el balón está en juego, no cuando el árbitro ha pitado. Cuando es agarrado o zancadilleado, algo que ocurre con frecuencia, siempre quiere continuar la jugada y ni se le pasa por la cabeza tirarse para provocar la tarjeta o el penalti. También lo hacía Ronaldo, lo que le permitió, entre otras cosas, marcar aquel antológico gol ante el Compostela pese a ser agarrado por la camiseta.

8 ) Humildad y discreción. De igual forma que resulta difícil recordar el nombre de su representante, tampoco es conocida su novia o el modelo de coche que conduce Messi. Es un modelo de discreción y también de humildad, sin que se le conozcan declaraciones altisonantes. Es tímido, lo que no quita que sea escuchado con atención las pocas veces que habla en el vestuario. Como diría un argentino, no es un «pecho frío» introvertido y algo depresivo como su compatriota Riquelme -apodado «Tristelme» en su país-, un gran jugador que pasó con más pena que gloria por el Barcelona (2002/2003) y que, curiosamente, comparte con Messi la fecha de su cumpleaños (24 de junio).

9) Juventud. No ha cumplido aún los 25 años. ¿Imaginan lo que puede conseguir Messi si consigue mantenerse a alto nivel -aunque no sea tan estratosférico- como lo ha hecho Ryan Giggs, hasta los 38? Messi tiene muchos años de fútbol de élite por delante, aunque parezca imposible que pueda mejorar su calidad.

10) Identificación con el club. Es lo más difícil de cuantificar, sobre todo cuando ha habido jugadores, como Figo (ahora condenado a pagar 2,4 millones de euros al fisco), que se deshacían en declaraciones de amor al club y que contaban con el cariño constante de la grada, y que sin embargo terminaron cambiando de aires por una mejora de contrato. El amor de Messi por el Barça se antoja más sincero, aunque solo sea por su condición de canterano de la Masía y por la apuesta del club por él cuando era todavía un niño y necesitaba un tratamiento para crecer. Pese a quien piense lo contrario, resultaba arriesgado asegurar un futuro brillante para Messi a los 13 años, cuando se trasladó a Europa. Muchos jugadores con idéntico potencial se han quedado en el camino. Por cierto, ¿alguien se acuerda de Gai Assulin?

 

2

«¿Qué es Goldman Sachs? ¿Una marca de harina?»

El «New York Times» ha recibido una carta abierta de un alto ejecutivo del banco de inversiones estadounidense Goldman Sachs. En el texto, el directivo, que presenta su dimisión, dice que le pone enfermo cómo se habla en el banco de timar a los clientes, y de cómo esta entidad centenaria ha perdido completamente su cultura ética, adoptando malas prácticas para sacar el máximo dinero posible de sus clientes. Goldman Sachs, fundado en 1869, es uno de los grupos de banca de inversión y valores más grandes del mundo, y se le atribuye un importante papel en la crisis de 2008, en la que todavía estamos inmersos (al menos en España).

Esta noticia sobre Goldman Sachs me ha recordado un capítulo de «Groucho y yo», las divertidísimas memorias de Groucho Marx, cuya lectura recomiendo. En este pasaje que ahora reproduzco, Groucho Marx cuenta con magistral ironía su fallida incursión en la Bolsa, justo antes del Crack de 1929. «Lo más sorprendente del mercado, en 1929, era que nadie vendía una sola acción», contaba el genial humorista y escritor. «Mientras el mercado seguía ascendiendo hacia el firmamento, empecé a sentirme cada vez más nervioso. El poco juicio que tenía me aconsejaba vender, pero, al igual que todos los demás primos, era avaricioso. Lamentaba desprenderme de cualquier acción, pues estaba seguro de que iba doblar su valor en pocos meses (…) De vez en cuando algún profeta financiero publicaba un artículo sombrío advirtiendo al público que los precios no guardaban ninguna proporción con los verdaderos valores y recordando que todo lo que sube debe bajar. Pero apenas sí nadie prestaba atención a estos conservadores tontos y a sus palabras idiotas de cautela». Vamos, como dijo Machado en la misma época, «todo necio confunde valor y precio», una moraleja tan válida hoy como hace cien años.

Para los que tengáis tiempo para leer, os dejo un extracto del relato bursátil de Groucho Marx contenido en «Groucho y yo». «¿Qué es Goldman Sachs? ¿Una marca de harina?», se preguntaba Groucho cuando le animaban efusivamente a comprar acciones de la entidad. Seguro que el genial cómico se estará retorciendo de risa en su tumba al saber que, 80 años después, muchos han vuelto a caer en la tentación de la avaricia, que Goldman Sachs vuelve a estar en el ojo del huracán de otra crisis mundial como la del 29, y que, cuando se pierden de vista ciertos valores y el sentido común, la codicia conduce a la hecatombe más absoluta. Pero, mejor explicarlo en clave «marxista» (de Groucho, claro está). Pongo en negrita algunas frases clave:

Muy pronto un negocio mucho más atractivo que el teatral atrajo mi atención y la del país. Era un asuntillo llamado mercado de valores. Lo conocí por primera vez hacia 1926. Constituyó una sorpresa muy agradable descubrir que era un negociante muy astuto. O por lo menos eso parecía, porque todo lo que compraba aumentaba de valor. No tenía asesor financiero ¿Quién lo necesitaba? Podías cerrar los ojos, apoyar el dedo en cualquier punto del enorme tablero mural y la acción que acababas de comprar empezaba inmediatamente a subir. Nunca obtuve beneficios. Parecía absurdo vender una acción a treinta cuando se sabía que dentro del año doblaría o triplicaría su valor. Mi sueldo semanal era de unos dos mil, pero esto era calderilla en comparación con la pasta que ganaba teóricamente en Wall Street. Disfrutaba trabajando en la revista pero el salario me interesaba muy poco. Aceptaba de todo el mundo confidencias sobre el mercado de valores. Ahora cuesta creerlo pero incidentes como el que sigue eran corrientes en aquellos días.

Subí a un ascensor del hotel Copley Plaza, en Boston. El ascensorista me reconoció y dijo: – Hace un ratito han subido dos individuoss, señor Marx, ¿sabe? Peces gordos, de verdad. Vestían americanas cruzadas y llevaban claveles en las solapas. Hablaban del mercado de valores y, créame, amigo, tenían aspecto de saber lo que decían. No se han figurado que yo estaba escuchándoles, pero cuando manejo el ascensor siempre tengo el oído atento. ¡No voy a pasarme toda la vida haciendo subir y bajar uno de estos cajones! El caso es que oí que uno de los individuos decía al otro: “Ponga todo el dinero que pueda obtener en United Corporation” […]

Le di cinco dólares y corrí hacia la habitación de Harpo. Le informé inmediatamente acerca de esta mina de oro en potencia con que me había tropezado en el ascensor. Harpo acababa de desayunar y todavía iba en batín. -En el vestíbulo de este hotel están las oficinas de un agente de Bolsa -dijo-. Espera a que me vista y correremos a comprar estas acciones antes de que se esparza la noticia. -Harpo -dije-, ¿estás loco? ¡Si esperamos hasta que te hayas vestido, estas acciones pueden subir diez enteros! De modo que con mis ropas de calle y Harpo con su batín, corrimos hacia el vestíbulo, entramos en el despacho del agente y en un santiamén compramos acciones de United Corporation por valor de ciento sesenta mil dólares, con una garantía del veinticinco por ciento. Para los pocos afortunados que no se arruinaron en 1929 y que no estén familiarizados con Wall Street, permítanme explicar lo que significa esa garantía del veinticinco por ciento. Por ejemplo, si uno compraba ochenta mil dólares de acciones, sólo tenía que pagar en efectivo veinte mil. El resto se le quedaba a deber al agente. Era como robar dinero.

El miércoles por la tarde, en Broadway, Chico encontró a un habitual de Wall Street, quien le dijo en un susurro: -Chico, ahora vengo de Wall Street y allí no se habla de otra cosa que del Cobre Anaconda. Se vende a ciento treinta y ocho dólares la acción y se rumorea que llegará hasta los quinientos. ¡Cómpralas antes de que sea demasiado tarde! Lo sé de muy buena tinta. Chico corrió inmediatamente hacia el teatro, con la noticia de esta oportunidad. Era una función de tarde y retrasamos treinta minutos el alzamiento del telón hasta que nuestro agente nos aseguró que habíamos tenido la fortuna de conseguir seiscientas acciones. ¡Estábamos entusiasmados! Chico, Harpo y yo éramos cada uno propietarios de doscientas acciones de estos valores que rezumaban oro. El agente incluso nos felicitó. Dijo: – No ocurre a menudo que alguien entre con tan buen pie en una Compañía como la Anaconda.

El mercado siguió subiendo y subiendo. Cuando estábamos de gira, Max Gordon, el productor teatral, solía ponerme una conferencia telefónica cada mañana desde Nueva York, sólo para informarme de la cotización del mercado y de sus predicciones para el día. Dichos augurios nunca variaban. Siempre eran “arriba, arriba, arriba”. Hasta entonces yo no había imaginado que uno pudiera hacerse rico sin trabajar. Max me llamó una mañana y me aconsejó que comprara unos valores llamados Auburn. Eran de una compañía de automóviles, ahora inexistente. -Marx -dijo- es una gran oportunidad. Pegará más saltos que un canguro. Cómpralo ahora, antes de que sea demasiado tarde. Luego añadió: -¿Por qué no abandonas el teatro y olvidas esos miserables dos mil semanales que ganas? Son calderilla. Tal como manejas tus finanzas, aseguraría que puedes ganar más dinero en una hora, instalado en el despacho de un agente de valores, que los que puedes obtener haciendo ocho representaciones semanales en Broadway. -Max -contesté-, no hay duda de que tu consejo es sensacional. Pero al fin y al cabo tengo ciertas obligaciones con Kaufman, Ryskind, Irving Berlín y con mi productor Sam Harris. Los que por entonces no sabía era que Kaufman, Ruskind, Berlín y Harris también compraban a crédito y que, finalmente, iban a ser aniquilados por sus asesores financieros. Sin embargo, por consejo de Max, llamé inmediatamente a mi agente y le instruí para que me comprara quinientas acciones de la Auburn Motor Company.

Pocas semanas más tarde, me encontraba paseando por los terrenos de un club de campo, con el señor Gordon […] El día anterior, las Auburn habían pegado un salto de treinta y ocho enteros. Me volví hacia mi compañero de golf y dije: -Max, ¿cuánto tiempo durará esto? Max repuso, utilizando una frase de Al Jolson. -Hermano, ¡todavía no has visto nada!

Lo más sorprendente del mercado, en 1929, era que nadie vendía una sola acción. La gente compraba sin cesar. Un día, con cierta timidez, hablé a mi agente acerca de este fenómeno especulativo. – No sé gran cosa sobre Wall Street – empecé a decir en son de disculpa- pero, ¿qué es lo que hace que esas acciones sigan ascendiendo? ¿No debiera haber alguna relación entre las ganancias de una compañía, sus dividendos y el precio de venta de sus acciones? Por encima de mi cabeza, miró a una nueva víctima que acababa de entrar en su despacho y dijo: – Señor Marx, tiene mucho que aprender acerca del mercado de valores. Lo que usted no sabe respecto a las acciones serviría para llenar un libro. – Oiga, buen hombre -repliqué-. He venido aquí en busca de consejo. Si no sabe usted hablar con cortesía, hay otros que tendrán mucho gusto en encargarse de mis asuntos. Y ahora ¿qué estaba usted diciendo? Adecuadamente castigado y amansado, respondió: – Señor Marx, tal vez no se dé cuenta, perro éste ha cesado de ser un mercado nacional. Ahora somos un mercado mundial. Recibimos órdenes de compra de todos los países de Europa, de América del Sur e incluso de Oriente. Esta mañana hemos recibido de la India un encargo para comprar mil acciones de Tuberías Crane. Con cierto cansancio pregunté: -¿Cree que es una buena compra? -No hay otra mejor -me contestó-. Si hay algo que todos hemos de usar son las tuberías. (Se me ocurrieron otras cuantas cosas más, pero no estaba seguro de que apareciesen en las listas de cotizaciones.) -Eso es ridículo -dije-. Tengo varios amigos pieles rojas en Dakota del Sur y no utilizan las tuberías. -Solté una carcajada para celebrar mi salida, pero él permaneció muy serio, de modo que proseguí-. ¿Dice usted que desde la India le envían órdenes de compra de Tuberías Crane? Si en la lejana India piden tuberías, deben de saber algo sensacional. Apúnteme para doscientas acciones; no, mejor aún, que sean trescientas

Mientras el mercado seguía ascendiendo hacia el firmamento, empecé a sentirme cada vez más nervioso. El poco juicio que tenía me aconsejaba vender, pero, al igual que todos los demás primos, era avaricioso. Lamentaba desprenderme de cualquier acción, pues estaba seguro de que iba doblar su valor en pocos meses.

En los periódicos actuales leo con frecuencia artículos relativos a espectadores que se quejan de haber pagado hasta un centenar de dólares por dos entradas para ver My Fair Lady (1) (Personalmente opino que vale esos dólares.) Bueno, una vez pague treinta y ocho mil por ver a Eddie Cantor en el Palace […] Cantor era vecino mío en Great Neek. Como era viejo amigo suyo cuando terminó la representación fue a verle en su camerino. […] Encanto -prosiguió Cantor-, ¿qué te ha parecido mi espectáculo? Miré hacia atrás, suponiendo que habría entrado alguna muchacha. Desdichadamente no era así, y comprendí que se dirigía a mí. Eddie, cariño – contesté con entusiasmo verdadero-, ¡has estado soberbio! Me disponía a lanzarle unos cuantos piropos más cuando me miró afectuosamente con aquellos ojos grandes y brillantes, apoyó las manos en mis hombros y dijo: -Precioso, ¿tienes algunas Goldman Sachs? -Dulzura -respondí (a este juego pueden jugar dos)-, no sólo no tengo ninguna, sino que nunca he oído hablar de ellas ¿Qué es Goldman Sachs? ¿Una marca de harinas? Me cogió por ambas solapas y me atrajo hacia mí. Por un momento pensé que iba a besarme. -¡No me digas que nunca has oído hablar de las Goldman Sachs! -exclamó incrédulamente-. Es la compañía de inversiones más sensacional de todo el mercado de valores. Luego consultó su reloj y dijo: -Hoy es demasiado tarde. La Bolsa está ya cerrada. Pero, mañana por la mañana, nene, lo primero que tienes que hacer es coger el sombrero y correr al despacho de tu agente para comprar doscientas acciones de Goldman Sachs. Creo que hoy ha cerrado a 156… ¡y a 156 es una ganga! Luego Eddie me palmoteó una mejilla, yo le palmoteé la suya y nos separamos. ¡Amigo! ¡Qué contento estaba de haber ido a ver a Cantor a su camerino! Figúrese, si no llego a ir aquella tarde al Teatro Palace, no hubiese tenido aquella confidencia. A la mañana siguiente, antes del desayuno, corrí al despacho del agente en el momento en que se abría la Bolsa. Aflojé el veinticinco por ciento de treinta y ocho mil dólares y me convertí en afortunado propietario de doscientas acciones de la Goldman Sachs, la mejor compañía de inversiones de América.

Entonces empecé a pasarme las mañanas instalado en el despacho de un agente de Bolsa, contemplando un gran cuadro mural lleno de signos que no entendía. A no ser que llegara temprano, ni siquiera me era posible entrar. Muchas de las agencias de Bolsa tenían más público que la mayoría de los teatros de Broadway. Parecía que casi todos mis conocidos se interesaran por el mercado de valores. La mayoría de las conversaciones se limitaban a la cantidad que tal y tal valor habían subido la semana pasada, o cosas similares. El fontanero, el carnicero, el panadero, el hombre del hielo, todos anhelantes de hacerse ricos, arrojaban sus mezquinos salarios -y en muchos casos sus ahorros de toda la vida- en Wall Street. Ocasionalmente, el mercado flaqueaba, pero muy pronto se liberaba la resistencia que ofrecían los prudentes y sensatos, y proseguía su continua ascensión.

De vez en cuando algún profeta financiero publicaba un artículo sombrío advirtiendo al público que los precios no guardaban ninguna proporción con los verdaderos valores y recordando que todo lo que sube debe bajar. Pero apenas si nadie prestaba atención a estos conservadores tontos y a sus palabras idiotas de cautela. Incluso Barney Baruch, el Sócrates de Central Park y mago financiero americano, lanzó una llamada de advertencia. No recuerdo su frase exacta, pero venía a ser así: “Cuando el mercado de valores se convierte en noticia de primera página, ha sonado la hora de retirarse.”

Yo no estaba presente cuando la Fiebre del Oro del cuarenta y nueve. Me refiero a 1849. Pero imagino que esa fiebre fue muy parecida a la que ahora infectaba al todo el país. El presidente Hoover estaba pescando y el resto del gobierno federal parecía completamente ajeno a lo que sucedía. No estoy seguro de que hubiesen conseguido algo aunque lo hubieran intentado, pero en todo caso el mercado se deslizó alegremente hacia su perdición.

Un día concreto, el mercado comenzó a vacilar. Unos cuantos de los clientes más nerviosos fueron presos del pánico y empezaron a descargarse. Eso ocurrió hace casi treinta años y no recuerdo las diversas fases de la catástrofe que caía sobre nosotros, pero así como al principio del auge todo el mundo quería comprar, al empezar el pánico todo el mundo quiso vender. Al principio las ventas se hacían ordenadamente, pero pronto el pánico echó a un lado el buen juicio y todos empezaron a lanzar al ruedo sus valores que por entonces solo tenían el nombre de tales. Luego el pánico alcanzó a los agentes de Bolsa, quienes empezaron a chillar reclamando garantías adicionales. Esta era una broma pesada, porque la mayor parte de los accionistas se habían quedado sin dinero, y los agentes empezaron a vender acciones a cualquier precio. Yo fui uno de los afectados. Desdichadamente, todavía me quedaba dinero en el Banco. Para evitar que vendieran mi papel empecé a firmar cheques febrilmente para cubrir las garantías que desaparecían rápidamente.

Luego, un martes espectacular, Wall Street lanzó la toalla y sencillamente se derrumbó. Eso de la toalla es una frase adecuada, porque por entonces todo el país estaba llorando. Algunos de mis conocidos perdieron millones. Yo tuve más suerte. Lo único que perdí fueron doscientos cuarenta mil dólares (o ciento veinte semanas de trabajo, a dos mil por semana). Hubiese perdido más pero era todo el dinero que tenía. El día del hundimiento final, mi amigo, antaño asesor financiero y astuto comerciante, Max Gordon, me telefoneó desde Nueva York. […] Todo lo que dijo fue: “¡la broma ha terminado!” Antes de que yo pudiese contestar el teléfono se había quedado mudo…se suicidó.

En toda la bazofia escrita por los analistas del mercado, me parece que nadie hizo un resumen de la situación de una manera tan sucinta como mi amigo el señor Gordon. En aquellas palabras lo dijo todo. Desde luego, la broma había terminado. Creo que el único motivo por el que seguí viviendo fue el convencimiento consolador de que todos mis amigos estaban en la misma situación. Incluso la desdicha financiera, al igual que la de cualquier otra especie, prefiere la compañía. Si mi agente hubiese empezado a vender mis acciones cuando empezaron a tambalearse, hubiese salvado una verdadera fortuna. Pero como no me era posible imaginar que pudiesen bajar más, empecé a pedir prestado dinero del Banco para cubrir las garantías. Las acciones de Cobre Anaconda se fundieron como las nieves del Kilimanjaro (no creas que no he leído a Hemingway), y finalmente se estabilizaron a 2 7/8. La confidencia del ascensorista de Boston respecto a United Corporation se saldó a 3,50. Las habíamos comprado a 60. La función de Cantor en el Palace fue magnífica ¿Goldman-Sachs a 156 dólares? Cuando la máxima depresión del mercado, podía comprárselas a un dólar por acción.

El ir al desahucio financiero no constituyó una pérdida total. A cambio de mis doscientos cuarenta mil dólares obtuve un insomnio galopante, y en mi círculo social el desvelamiento empezó a sustituir al mercado de valores como principal tema de conversación…

«Groucho y yo» (Groucho Marx)

cerrados

Hacer de la toga un sayo

«La justicia obtenida a cualquier precio deja de ser justicia». Vulneró a sabiendas el derecho de defensa y el secreto profesional. Actuó con prácticas que «sólo se encuentran en los regímenes totalitarios». La sala de lo penal del Tribunal Supremo ha sido rotunda en su sentencia, emitida por unanimidad de los siete magistrados, que condena a Baltasar Garzón a 11 años de inhabilitación por las escuchas en el caso Gürtel. Al contrario que la decisión del TAS sobre el ciclista Alberto Contador, que también ha provocado reacciones airadas en un sector de la sociedad española esta semana, no hay discusión posible sobre los hechos ocurridos. El propio juez admitió ante el tribunal las escuchas a los abogados de la defensa. Y no hace falta haber cursado la carrera de Derecho para saber que eso está terminantemente prohibido. Únicamente en los casos de terrorismo se autorizan dichas escuchas, y solo con la autorización pertinente. Por muy loables que fueran sus intenciones, quebrantó la ley a sabiendas de que lo hacía.

Extraña la indignación de buena parte de la izquierda española ante la más clara de las tres causas abiertas contra Garzón, sobre todo cuando los errores del juez podrían invalidar las pruebas contra los imputados de Gürtel. También extraña la opinión de un periódico supuestamente prestigioso como el «New York Times», que ve elementos «fascistas» en el Alto Tribunal, insultando a la Justicia española e ignorando, además, que algunos de los magistrados del Supremo que dictaron la sentencia se encuadran en el llamado sector «progresista» de la judicatura. Y repugnan las declaraciones del propio Garzón, al decir que «la sentencia estaba anunciada desde hace meses». Esa frase, indigna de alguien que ha ejercicio el Derecho durante décadas, solo se puede entender como el gesto populista de alguien que prepara un inminente salto a la política.

El propio juez Garzón dio ejemplo, con su labor, de que el fin no justifica los medios. Fue en la causa de los GAL, una actuación que le costó la hostilidad de un amplio sector del PSOE, después de haber entrado en política integrando la lista electoral de ese partido. No vale el terrorismo de Estado para combatir el terrorismo, como tampoco son aceptables las escuchas a los abogados defensores, algo más propio de un régimen totalitario y del Gran Hermano de Orwell que de una verdadera democracia.

Porque, si debemos hacer justicia a cualquier precio, no habremos de encontrar inconveniente, por ejemplo, en torturar a los condenados por la muerte de Marta del Castillo, para que revelen el paradero del cuerpo. Y si el fin justificase los medios, también se permitiría la tortura para interrogar a José Bretón, el padre de los niños desaparecidos en Córdoba, para que contase de una vez qué les ha ocurrido a los pequeños. Y, desde luego, se trata de casos más dramáticos que el de la trama de corrupción de la Gürtel.

Garzón no es el primer juez, ni será el último, condenado por prevaricación. Por citar dos casos relevantes, antes fueron enjuiciados y apartados de la carrera judicial Pascual Estevill y Javier Gómez de Liaño, condenado a 15 años de inhabilitación especial por un delito de prevaricación en el caso Sogecable. El caso de Gómez de Liaño es el reverso de la moneda de la causa contra Garzón. Enemistado con el juez jiennense, Gómez de Liaño fue indultado por el gobierno de Aznar, y el Tribunal Europeo de Derechos Humanos reconoció que el Tribunal Supremo violó su derecho a un tribunal independiente e imparcial cuando le condenó por prevaricación. La misma izquierda que rechaza hoy la sentencia contra Garzón jaleó la condena de Gómez de Liaño, el juez que llevó el caso Lasa y Zabala, el primer crimen de los GAL, y que imputó a Rafael Vera, exsecretario de Estado para la Seguridad. Algunos periódicos que hablan de «persecución» a un juez para defender a Garzón no decían lo mismo de otro juez destacado en la investigación de los GAL, Gómez de Liaño, que hoy ejerce como abogado y no ha vuelto a la carrera judicial. El propio Gómez de Liaño, según señala la edición digital de «Tiempo», criticó la pretensión del PP de querellarse contra Garzón por no inhibirse en el caso Gürtel.

Recuerdo que hace casi veinte años, cuando aún estudiaba en la Universidad, redacté un perfil de Baltasar Garzón que se titulaba «hacer de la toga un sayo». El título, que apelaba tanto a la audacia del juez -en su persecución a ETA y al narcotráfico- como a su desprecio por ciertos aspectos de procedimiento, así como a su breve aventura política, sigue plenamente vigente en la actualidad. Los mismos pinchazos telefónicos que malograron la sentencia de la operación Nécora contra el narcotráfico han acabado con su carrera judicial. Garzón es el mismo juez que persiguió eficazmente el terrorismo y su entorno y el que ordenó el cierre del periódico «Egunkaria», en una decisión muy discutida. Un gran juez y un pésimo instructor, según opinión generalizada de quienes han seguido su carrera. Grandes logros y grandes fracasos de un juez cuyos métodos han sido siempre cuestionados, bordeando a veces los límites de lo legal. No parece casualidad, ni el resultado de persecución política alguna, que hoy tenga todavía dos causas abiertas, y que la tercera haya caído en su contra. Quienes dicen que se ha acabado con el juez que se atrevió a investigar los crímenes del franquismo ignoran una trayectoria de veinte años que, si bien no ha estado exenta de luces brillantes, también ha estado plagada de sombras.

Post data: aún no he encontrado en las redes sociales (Twitter, Facebook) ninguna persona que se oponga a la decisión del Tribunal Supremo y que defienda, al mismo tiempo, la legitimidad de las escuchas a los abogados de la defensa. Se habla de «persecución». Cierto. Hay que perseguir todos los delitos, incluso los de los jueces. Incluso los de Urdangarín. Incluso los del Rey, si los cometiese. Nadie está por encima de la ley, ni siquiera los jueces. Esa es la grandeza de la democracia.

3

Quienes practican la intolerancia

«Quienes practican la intolerancia». Así se refirió el Rey a los militantes de Herri Batasuna que interrumpieron su histórica alocución en la Casa de Juntas de Guernica hace casi 31 años, en la que fue la primera visita del monarca al País Vasco. Puede parecer que ha transcurrido una eternidad, pero hay ciertos síntomas que nos indican que no hemos avanzado tanto. Lo hemos visto estos días, tras la muerte de Manuel Fraga, con comentarios fuera de tono.

Ya han sido muchos los que han glosado la figura del político gallego. No voy a repetir lo que otros han recordado mejor que yo, sus logros indiscutibles, su amor por el poder y los recodos más oscuros de su biografía, como las muertes de Vitoria o la ejecución del dirigente comunista Julián Grimau. Fraga asumió su responsabilidad por haber pertenecido a los gobiernos de Franco durante aquellos hechos. Hasta qué punto fue culpable, y no solo parcialmente responsable (Fraga no estaba en España durante los sucesos de Vitoria, y era ministro de Información y Turismo, no de Gobernación, cuando juzgaron sumariamente a Grimau) es algo que decenas de libros no han conseguido poner en claro. Resulta inevitable la comparación con Santiago Carrillo, por su más que probable responsabilidad en la matanza de Paracuellos (sostenida por historiadores como Paul Preston, nada sospechoso de derechista), y en mito de la Guerra Civil como Pasionaria, Largo Caballero o Lluis Companys, por citar solo tres, hoy «canonizados» por la izquierda (y no tan izquierda), pero cuya trayectoria política arroja sombras a menudo siniestras. Sería enredarse en el «y tú más» y en una discusión histórica sin fin.

Lo que parece tristemente claro es que parte de la sociedad española no está todavía preparada para hablar de la Guerra Civil y de la dictadura sin crisparse. Muchas veces son los más jóvenes, los que ni siquiera habían nacido cuando murió Franco, los más crispados. El recientemente fallecido Isaac Díaz Pardo, histórico galleguista e intelectual de izquierdas cuyo padre fue fusilado por el bando franquista, siempre se mostró contrario a remover ese trágico pasado. No es que personas como él quieran olvidar el pasado, es que no quieren revivirlo.

Recordaba Díaz Pardo lo absurdo de una guerra fratricida en la que cada cual luchaba según dónde le hubiese pillado el alzamiento. No fueron pocos los que tuvieron que disparar contra sus vecinos en contra de sus ideas políticas o religiosas. A mi abuelo, por ejemplo, la guerra le sorprendió en Madrid. Alguien delató sus simpatías con el bando sublevado y fue llevado a una checa. Tenía todas las de perder: era un hombre muy religioso y escondía los vehículos de la empresa en la que trabajaba para que no los requisasen los milicianos. En aquellos días, llevar una estampita de la Virgen en la cartera o no entregar un coche para la causa de la guerra podía significar una sentencia de muerte. A mi abuelo le salvó de la «saca» la intercesión de un familiar, que tenía algún contacto, creo recordar que sentimental, con un militante socialista. «De la que te has librado», le dijeron a mi abuelo los que custodiaban la checa. Pues bien, terminada la guerra, mi abuelo, aquel hombre que escuchaba clandestinamente el parte radiofónico y deseaba secretamente que las tropas de Franco liberasen Madrid, lloró con amargura cuando, de vuelta en Vigo, sus amigos y vecinos le contaron que también había habido «paseos» (fusilamientos) en la llamada «zona nacional». «¿Para esto tantas muertes, tanto sufrimiento?», se preguntó mi abuelo entre lágrimas, en la única ocasión en la que mi padre le vio llorar. Mi abuelo pensó, seguramente, lo mismo que le había espetado Unamuno a Millán-Astray en el 36: «Venceréis, pero no convenceréis».

Pasados los años, mi padre, que sufrió de niño las penalidades y el hambre de la Guerra Civil en Madrid, tuvo como uno de sus mejores amigos a un militante anarquista y posteriormente histórico dirigente socialista, Leopoldo García Ortega, natural de Valladolid y fallecido en 2008 a los 91 años. Una década antes de morir, Leopoldo me dio una exclusiva periodística que tenía mucho de confesión histórica: él había ayudado a ocultarse en Vigo a Delgado y Granados, dos anarquistas que fueron acusados de colocar una bomba en la Dirección General de Seguridad de Madrid (el edificio del reloj en la Puerta del Sol), y que fueron ejecutados por el cruel método del garrote vil en 1963, pocos meses después de la ejecución de Grimau. Estuvieron ocultos, al parecer, en el colegio Curros Enríquez (hoy, Alborada) de Candeán, Vigo. Más tarde los verdaderos autores del atentado confesaron los hechos, evidenciando el grave error judicial.

La historia sirve para poner de manifiesto cómo dos personas de ideologías completamente opuestas como mi padre y Leopoldo, uno marcado desde niño por haber vivido la guerra en el bando contrario; el otro, luchador antifranquista que sufrió la cárcel y el exilio, podían charlar durante horas de lo divino y de lo humano, sin pelearse, sin levantar la voz, y sobre todo, sin perder su inquebrantable amistad. Su relación de décadas ejemplifica para mí el espíritu de la transición, ese proceso hoy tan denostado por muchos, en los extremos de la derecha y de la izquierda.

Por desgracia todavía hay quienes, aunque minoritarios, practican la intolerancia. Ocurrió el pasado lunes en Vigo, cuando el nieto de Franco, Francisco Franco Martínez-Bordiú, vino al Club Faro de Vigo, un foro de opinión abierto, gratuito y plural, a hablar de la relación con su abuelo, una charla sobre la faceta familiar, no política, del que fuera dictador de España durante 36 años, justamente los mismos que llevamos de democracia. Baste decir que la siguiente conferencia en el programa, la de la periodista Nativel Preciado, versa precisamente sobre los luchadores antifranquistas como Leopoldo García Ortega, el gran amigo de mi padre. Pocas imágenes como las que muestra este vídeo retratan mejor a los intolerantes que impiden el ejercicio de la libertad de expresión, y que tuvieron que ser desalojados por la Policía. Vídeo en YouTube:

Imagen de previsualización de YouTube

Véase en el minuto 3.24 cómo una señora se acerca por detrás al conferenciante, Francis Franco, y le recrimina algo al oído, sin que el conferenciante se inmute lo más mínimo. El comportamiento del público, organización, presentadora e invitado, ignorando las continuas provocaciones e insultos, les engrandece; la conducta de los alborotadores les envilece. Deberíamos dar las gracias a los militantes del movimiento independentista NÓS-UP por retratarse a sí mismos en este vídeo tan esclarecedor.

Quizá deberían saber, señoras y señores de NÓS-UP, que ser nieto o hijo de un dictador no significa, necesariamente, comulgar con sus ideas. Ahí tienen el caso de Alina Fernández, hija de Fidel Castro y muy crítica con el régimen de su padre. O el de Svetlana Alilúyeva, única hija de Stalin, que pidió asilo político en Estados Unidos en 1967. Claro que, para ustedes, estas personas son individuos alienados por el capitalismo…

El Rey pronunció aquel tenso discurso en Guernica pocos días antes del golpe de Estado del 23-F. Afortunadamente, hoy no escuchamos ruido de sables en el estamento militar ni ETA comete ya asesinatos. En algo sí hemos avanzado.

 

3

Por una televisión pública sin «corazón»

Seré breve, porque cierta gentuza vive precisamente de la publicidad gratuita, y no es cuestión de contribuir más a sus abundantes cuentas corrientes. Hoy se ha anunciado la ruptura entre Kiko Rivera, el hijo de Isabel Pantoja, y la modelo Jessica Bueno. La relación de estos dos personajes ha ocupado innumerables espacios en revistas del corazón y programas televisivos durante los pocos meses que ha durado, incluyendo un anuncio de boda, un supuesto embarazo, un presunto aborto, una cancelación de boda y un nuevo anuncio de boda. Cualquiera con dos dedos de frente sospecha que asistimos al último (ojalá) episodio de un inmenso montaje destinado a cobrar exclusivas en revistas del corazón (dos portadas en «Hola») y a inflar la imagen mediática de dos individuos (ella y él) sin más oficio y beneficio que facturar falsas noticias y acudir a «bolos» discotequeros. Bueno, Kiko Rivera ha actuado en la última entrega de «Torrente», y no creo que Santiago Segura esté muy satisfecho con la imagen de su «actor»…

El asunto de «Paquirrín» ya apestaba a montaje, y no solo por la diferencia con la que la Naturaleza ha tratado a los presuntos novios. Por mucho que uno pueda creer en el amor más allá del atractivo físico, resultaba del todo inverosímil el anuncio de aborto natural a los dos meses de gestación de la novia: Jessica Bueno volvía al gimnasio tan campante pocos días después de un trance que resulta extremadamente doloroso (física y moralmente) y traumático para cualquier mujer que lo padezca. Increíble capacidad de recuperación la suya. Pero, qué más da, Kiko, Jessica e Isabel Pantoja (especial navideño incluido) están y seguirán en el «candelabro».

Cada uno es libre de creer (o de no creer) lo que quiera, y de consumir la información basura y las ruedas de molino que se le pongan delante. Incluso resulta lícito que los medios de comunicación privado se hagan eco de estos mensajes y nos cuenten hasta el más mínimo detalle de las vidas de estos engañabobos. Basta con cambiar de cadena. Lo que no parece de recibo es que se le dediquen espacios en los medios de comunicación públicos. El programa que presenta Anne Igartiburu en TVE 1, todos los días de semana de 14.30 a 15.00 horas, ha dedicado horas de emisión a Kiko Rivera y a su pantomima, y también a la esposa del torero Jesulín de Ubrique, María José Campanario, después de ser condenada por estafa y falsedad. Este último caso es todavía más grave, pues se ofrece cobertura informativa pública más que benevolente (entrevistas muy comprensivas con la condenada, pobrecilla ella) a una persona que, según se ha demostrado en los tribunales, defraudó gravemente al sistema de Seguridad Social de este país, sumido en una profunda crisis. El dinero DE TODOS (los presupuestos de TVE) se destina a mejorar la imagen de una mujer que nos ha hurtado A TODOS.

Bien harían los nuevos gestores del ente público (si cambian con el nuevo Gobierno) en prohibir cualquier cobertura de las mal llamadas cuestiones del corazón (corresponden, en todo caso, a vísceras menos nobles), y que en todo caso estos espacios se dedicasen a informarnos de aspectos personales de ciudadanos más honorables y meritorios. Un ejemplo: no es lo mismo hablar del lado humano de Rafa Nadal, Vicente del Bosque o Josep Carreras, personas de probada valía profesional y personal, que de otros individuos cuyo único mérito es haberse casado con (o ser hijo de) tal o cual personaje de la farándula, y que no han tenido más beneficio en su vida que la venta de exclusivas. Léase Kiko Rivera, María José Campanario y Belén Esteban, por citar tres casos palmarios. ¿De verdad ofrecer bazofia es «servicio público»?

Claro que, esto es España, un país en el que «el dinero público no es de nadie». Y así nos va.

7

Rajoy y el fin del principio

Tuve la oportunidad de conocer a Mariano Rajoy hace pocos años. En Faro de Vigo me encargaron entrevistarle en más de una ocasión, en una de ellas en la célebre «sala de maitines» de la sede del PP en la calle Génova. No puedo presumir de haberle tratado a fondo, dado que mis encuentros con el ahora presidente han sido puntuales y en el ámbito profesional, pero creo conocerle más allá de la distancia -casi siempre, abismal- que separa al entrevistado del entrevistador. Aquellas entrevistas en profundidad las preparé a conciencia, leyendo multitud de documentos sobre su persona, y hasta una voluminosa biografía. Hice mis deberes. Quería que Rajoy dejase ver a la persona que hay detrás del político a través de algunas preguntas más personales o culturales (lo mío es la cultura más que la política), y creo que lo logré en cierta medida. Sin embargo, lo más revelador para mí de esos encuentros fue lo que pude ver y oír cuando la grabadora estaba apagada.

Mi última entrevista con Rajoy fue poco antes de las elecciones generales de marzo de 2008. La planta donde se encontraba el despacho de Rajoy estaba «tomada» por el equipo de Andreu Buenafuente. Esa misma mañana el popular humorista y presentador tenía una cita con el jefe de la oposición para hacerle una amplia entrevista, que sería emitida en horario de máxima audiencia. Pero la de Faro de Vigo era la primera de la mañana, o a eso se había comprometido el equipo de Mariano Rajoy. Buenafuente tenía que esperar a que terminase de hacer su entrevista un desconocido periodista de un periódico «de provincias». Con bastante puntualidad me recibió el presidente del PP, y en los pasillos de la sede de Génova nos encontramos con Buenafuente. Rajoy le estrechó la mano al de Reus por primera vez (no me consta que se conocieran de antes), con mayor cordialidad (al menos, eso percibí), que la que mostró el «showman» (algo tenso) con el político. Acto seguido, Rajoy me presentó a Buenafuente, que parecía nervioso y ansioso por saltarse el orden establecido en la agenda. Al fin y al cabo, había desplazado un equipo de grabación entero (incluido Jordi Evolé, «el Follonero») de Barcelona a Madrid, y yo no era más que un joven y desconocido periodista de un periódico (el decano de España, eso sí) de ámbito regional. El hecho de que Rajoy me presentase a Buenafuente (a veces, uno se siente invisible en según qué situaciones) y que respetase el tiempo y el orden de la entrevista me pareció muy significativo. Otro político más preocupado por su imagen se hubiera enclaustrado en maquillaje y peluquería, preguntando insistentemente a sus asesores qué corbata da mejor en cámara. El periodista «galleguiño» podía esperar. Pero no. Rajoy es recto, serio y previsible en el mejor sentido de estas palabras. Y se sometió a la media hora de entrevista a solas conmigo, sin su jefa de prensa, la periodista Carmen Martínez Castro, una buena profesional que a veces lleva demasiado lejos su afán por evitar cualquier desliz por la espontaneidad de su jefe (pesaban aún los «hilillos» del Prestige).

Repetía Rajoy en aquellos años que si pudiera tomarse un café con cada uno de los votantes españoles arrasaría en las elecciones. Y tenía razón, aunque no le ha hecho falta demostrarlo. El político gallego gana mucho en las distancias cortas, algo que reconocen incluso políticos y periodistas de signo ideológico opuesto al suyo. Uno, que es un tímido incurable, sabe muy bien que la timidez se suele confundir, en la primera impresión, con adustez de carácter. Rajoy no es el tipo en el que cualquiera pensaría en primer lugar para tomarse unas cañas, pero es dueño de un humor muy fino, al estilo de su admirado paisano Pío Cabanillas Gallas, y es incluso capaz de reírse de sí mismo, en la medida en que esto es posible en un político, cuando no hay cámaras de por medio. Recuerdo que le pregunté si se sentía el Poulidor de la política española. Él, gran aficionado al ciclismo, entendió el símil, como es natural, y me contestó sin vacilar que él iba a ser un Eddy Merckx. Tras ocupar varios ministerios y puestos clave en todas las administraciones, salvo la municipal, parece claro que es el mejor preparado para afrontar el Tourmalet que le espera.

Los que antes (sobre todo desde la derecha) le reprochaban a Rajoy su supuesta falta de carisma y firmeza cambian su opinión al ver al otrora gris registrador de la propiedad como nuevo inquilino de la Moncloa, y clavando sus ojos en el portavoz de Amaiur para espetarle: «Yo a usted no le debo nada». No hay duda de que el hábito hace al monje, y que ganar unas elecciones (más si es por abrumadora mayoría absoluta) aporta un extra de carisma. Recordemos la escasa capacidad de liderazgo que se atribuía a José María Aznar antes de 1996 y lo que significa ahora, tanto para sus acólitos como para sus rivales políticos, la figura del expresidente del Gobierno del PP.

Como otro de sus referentes políticos, Winston Churchill, Rajoy no puede prometer más que «sangre, esfuerzo, lágrimas y sudor». Es el tortuoso camino que hay que recorrer para rectificar el rumbo del país. Pero su seriedad, su previsibilidad, su sensatez y su bonhomía -no quiso hacer leña del árbol caído al despedir a Zapatero en el Congreso- son cualidades que ahora jugarán a su favor, y no en su contra. Para salir de la crisis, los españoles quieren un mirlo blanco, no un taimado halcón de la política. Necesitan a alguien que les diga la verdad de la situación, por muy dolorosa que sea. Que haya elegido a sus ministros sin atender a cuotas, ni territoriales, ni políticas, ni de sexo, es otra buena señal en la dirección correcta. Ojalá que sus decisiones sigan siendo acertadas para que pronto pueda anunciar no ya el fin de la crisis, ni tan siquiera el principio del fin; pero, al menos, sí el fin del principio.

 

4
Rafael Rodríguez López (Rafa López)
Periodista + información

Escribe tu correo: