Música

Ana Popovic, mucho más que blues

La cantante y guitarrista de origen serbio Ana Popovic enardeció al público que llenó la sala Rouge de Vigo para escuchar sus canciones de blues, soul y funk, en uno de los conciertos más esperados del ciclo Máis Que Blues, que organiza la asociación cultural River Bucks.

La artista afincada en Los Ángeles demostró su virtuosismo con la guitarra eléctrica, tanto en los blues de 12 compases como en temas de estilo más soul, funk y jazz. Al frente de su excelente cuarteto, con batería, bajo de cinco cuerdas y teclados, Ana Popovic interpretó canciones de su último álbum, «Like it on top”. y de sus trabajos anteriores. Dos momentos culminantes fueron «Navajo Moon», tema original de Ana Popovic en homenaje a Stevie Ray Vaughan y Ronnie Earl, y su arrolladora versión de «Crosstown Traffic», de Jimi Hendrix, otro de sus ídolos. A lo largo de todo el concierto alternó dos guitarras Fender Stratocaster, en las que empleó en ocasiones el slide y el pedal de wah-wah.

Además, mostró una gran simpatía, acordándose del cumpleaños de una de las organizadoras, Ángela Martínez, y dedicándole una canción (“Woman to love”), además de agradecer constantemente los aplausos del público vigués, del que dijo que estaba «on fire».

Ha sido la primera actuación de Ana Popovic en Vigo y seguramente la última vez que se le ha podido ver en un local de tan reducidas dimensiones, donde unos pocos cientos de espectadores han podido admirar de cerca la increíble técnica, sentimiento y presencia escénica de esta auténtica diva del blues, que después del recital dedicó un tiempo a firmar autógrafos.

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Sobre «Zooropa», de U2

Lo dije sobre este reportaje publicado en Jot Down: he leído pocos artículos sobre U2 con tantos errores como este. Y he leído unos cuantos. Jot Down me pidió en Twitter que les apuntase los errores, y aquí accedo a su petición.

Vaya por delante que a mí su autor me merece todo el respeto, máxime cuando en Twitter ha transmitido una idea totalmente contradictoria con la tesis de su artículo: “A mí me gustaban desde el principio pero esa reinvención 1991-93 me pareció prodigiosa…”, admite Guillermo Ortiz, @guilleortiz_77. Se conoce que para conseguir “clicks” y lecturas hay que escribir como Julián Ruiz, con poco respeto y menos precisión, y que poner a parir a U2 vende, como sabe Quico Alsedo: los “odiadores” de los irlandeses devorarán el texto, igual que los amantes de U2 (entre los que me incluyo), por motivos opuestos.

Vayamos por partes, señalando una a una y por orden en el texto las incorrecciones y falacias (en negrita). Intentaré evitar criticar, en lo posible, los juicios de valor o posibles incorrecciones gramaticales como la del titular: “El año que U2 dejó…”

“U2 decidió abrazar la modernidad en 1991”. Toma ya. Primera afirmación lapidaria… y falsa. Creo que no peco de talibán (o “talibono”) si digo que “Boy” (1980) y “The unforgettable fire” (1984) fueron dos álbumes rabiosamente modernos e innovadores en su momento, por no hablar de “The Joshua tree”. Sostener que U2 abrazó la modernidad en 1991, como si antes hubiese sido un grupo de rock tradicional, sin ninguna influencia del punk rock y del post punk, es totalmente absurdo.

Se alude a The Edge como “David Howell”. En realidad The Edge se llama David Howell Evans o, más corto, David Evans. Su apellido es Evans, vaya.

“Island Records, la discográfica de toda la vida de los irlandeses, decidió presentar el disco a la prensa como «un proyecto de música de baile»”. No es así. En realidad fue parte de la prensa la que presentó el disco como de baile, debido a una mala traducción de un periodista, creo que alemán (lo de la nacionalidad no lo tengo seguro). Bono le comentó en una entrevista que el álbum iba a ser denso, palabra que en inglés (“dense”) suena prácticamente igual que “dance” (“baile”). De ahí la confusión.

“…baladones adolescentes tipo «One»”. Hombre, presentar “One” como un tema adolescente… Ni en el fondo (letra) ni en la forma (música) tiene nada de adolescente.

“«Light My Way»”. Obviamente se refiere a “Ultraviolet (Light my way)”.

“Las distorsiones acompañaban a cada canción”. “One” y “Ultraviolet (Light my way)”  son dos canciones de “Achtung Baby” en las que prácticamente no se usa la distorsión.

“Aquello fue un bombazo. Llegó al número uno en las listas de todo el mundo”. En realidad el éxito de “Achtung Baby” fue de cocción lenta. En muchos países no llegó al número uno, como se puede comprobar fácilmente en la Wikipedia anglosajona. Muchos fans de U2 se bajaron del carro ante el nuevo sonido. Bono se llegó a referir a los fans que habían perdido como los “pop kids”. Con el tiempo (el álbum necesitaba muchas escuchas para ser asimilado) “Achtung Baby” fue un éxito, pero no puede compararse al bombazo que sí fue “The Joshua tree”, todo un fenómeno social en muchos países. En San Sebastián, primer concierto de U2 en España tras la gira de “The Joshua tree”, quedaron entradas sin venderse hasta el último día. El gran salto mortal de U2 fue “Achtung Baby”, no “Zooropa”. Ahí estuvo la reinvención y el mayor riesgo.

“De grupo «comprometido» y a menudo coñazo, U2 pasó a ser una banda de rock digna de ese estatus”. U2 nunca dejó de ser una banda comprometida ni a dar el “coñazo” con sus causas. Que se lo pregunten a George Bush (padre) y a Bill Clinton. Abrían la gira “Outside Broadcast”, el Zoo TV en Estados Unidos, con un vídeo del presidente George H. Bush, al que llamaron por teléfono y le intentaron decir que empezarían a molestar a (el siguiente presidente) Bill Clinton. En cuanto a la temática “coñazo”, que algunos identifican con los U2 “evangélicos” (sic), nunca se fue de las canciones: véase “Until the end of the world”, con esa alusión a Judas y Jesucristo, “One” (Jesús y los leprosos) y “Mofo” (“intentando llenar ese agujero con la forma de Dios”). Por no hablar del apoyo constante a Amnistía Internacional y Greenpeace. En apoyo a esta última se implicaron personalmente en una acción de la ONG contra la central nuclear de Sellafield, en Inglaterra, en plena gira Zoo TV.

“Ni un solo escándalo que confirmara la intención más allá de la fallida boda del bajista con la modelo Naomi Campbell”. O sea, que para ser una banda de rock digna de ese estatus hay que protagonizar escándalos. Ya. Malas noticias para los buenazos Bruce Springsteen y Paul McCartney, faltos de pedigrí rockero, según esta curiosa tesis. Pero tampoco U2 estuvo exento de algún otro escándalo: Adam Clayton fue condenado en 1989 (cuando U2 aún era un “coñazo”) por posesión de marihuana. ¿Eso cuenta como escándalo? Y en 1993 el mismo bajista no pudo tocar en un concierto en Sídney por estar demasiado pasado. ¿Es ya U2 una banda de rock digna?

“U2 prometía diversión y el público se divertía, entre confusas apelaciones a la unidad de Europa que pintaban más bien poco”. Hombre, apelaciones a la unidad de Europa… Lo que transmitía “Zooropa”, especialmente la canción que daba nombre al disco, era incertidumbre ante el futuro de Europa, una incertidumbre que “podía ser una luz que guiara”, como reza la letra. Mientras nacía la Unión Europea con el tratado de Maastricht, Yugoslavia se desangraba en una guerra y U2 conectaba con Sarajevo.

“… la clandestinidad de su publicación: en medio de una enorme gira, sin anuncio previo”. No es cierto. Sí hubo anuncio previo de la publicación de “Zooropa”, con fecha incluida, de la discográfica “Island”. Yo mismo conservo una octavilla original de aquel año, parecida a la que ilustra esta entrada, con la fecha anunciada del 5 de julio de 1993.

“Si Achtung Baby era un disco «obligatoriamente» raro por las circunstancias de la industria y del grupo, Zooropa era un gustazo que se daba la banda para darles en las narices a todos los críticos”. Es difícilmente sostenible que la industria pidiese un disco como “Achtung Baby”. Es cierto que bebía de influencias que estaban de moda en la música alternativa (no demasiado comercial), como el sonido Mánchester (o “Madchester”), pero el paso lógico comercialmente, lo que la industria deseaba, era un disco en la línea de “The Joshua tree” y “Rattle and hum”.

“Por primera vez en su historia, el cantante no era Bono sino The Edge”. Aquí el autor, que se refiere a «Numb», se olvida de “Van Diemen’s Land” (1988), cantada en su totalidad por el guitarrista en el álbum “Rattle and hum”, por no hablar de “Seconds”, del álbum “War” (1983), en la que The Edge canta una parte significativa de la canción.

“The Flood, su ingeniero de sonido fetiche”. El pseudónimo profesional de Mark Ellis no es The Flood sino Flood, a secas. En otra parte del texto vuelve a escribir «The Flood».

“…cantando toda la canción en falsete. Otra vez, más de cinco minutos”. Se refiere a “Lemon”, que en realidad no está cantada en su totalidad en falsete. Y que “Lemon” durase más de cinco minutos no es novedad. “Where the streets have no name” y “Bad” también duraban más de cinco minutos y fueron éxitos. La propia “With or without you”, éxito comercial mundial, dura casi cinco minutos.

“Veinticuatro años de palos de ciego”. Es un juicio de valor y una opinión, y como tal difícil de rebatir, pero descalificar así todo el periodo 1993-2017 de U2, incluyendo discos arriesgados como “Pop” y “No line on the horizon”, es algo que difícilmente se sostiene.

“Solo que era imposible volver a lo de antes si lo de antes era «I Still Haven’t Found What I’m Looking For» y las búsquedas espirituales de Dios, la patria y la justicia”. Estaría bien que explicase lo de la búsqueda de la patria, porque hay pocos grupos menos nacionalistas y “patrióticos” que U2. ¿A qué patria se refiere? Durante muchas décadas Bono rechazó enarbolar enseña alguna salvo la bandera blanca.

“… en 1995 incluyeron «Hold Me, Thrill Me, Kiss Me, Kill Me» en la banda sonora original de Batman Forever, que ya apuntaba a un giro hacia lo convencional”. La canción “Hold Me, Thrill Me, Kiss Me, Kill Me” nació precisamente en las sesiones de “Zooropa”. Incluso su título aparece escondido en la portada del álbum “Zooropa”. No tiene mucho sentido afirmar que apuntase a un giro hacia lo convencional si procedía de una etapa tan rompedora como la de “Zooropa”.

“…a la vez el título dejaba claro que aquello no iba a ser demasiado excéntrico”. El título de “Pop” es irónico y no se refiere al género “pop” entendido como música comercial y de consumo rápido, sino al “pop art” y a la acepción “explosiva” e inmediata de la palabra “pop” en inglés (como “pop corn”, palomitas de maíz).

“El intento por recuperar a los posibles fans perdidos con el experimento Zooropa fracasó: los conciertos se llenaron pero estuvieron repletos de pequeños fallos técnicos y de infraestructura”. Dos errores en una frase. “Pop” no fue en absoluto un intento por recuperar a los posibles fans perdidos con el experimento “Zooropa”. Primero, porque “Pop” no era un disco especialmente comercial, y se gundo porque ese tipo de fans se perdieron ya con “Achtung Baby”. Segunda imprecisión: los conciertos no se llenaron. En Estados Unidos hubo muchos estadios (la mayoría, de hecho) que se quedaron bastante lejos de colgar el cartel de “no hay entradas”. En el resto de países la asistencia fue mejor. Por otra parte, hubiese resultado paradójico que U2 hubiese intentado recuperar a los posibles fans perdidos con el experimento “Zooropa” con un disco como “Pop”, también experimental, y que incluía cuatro canciones concebidas durante las propias sesiones de “Zooropa”: «If you wear that velvet dress», «Wake up dead man”, “If God will send his angels” y “Last night on earth”.

“Bono se perdió en causas benéficas y conciertos de Pavarotti”. Bono ya actuó con Pavarotti en septiembre de 1995, casi dos años antes de la publicación de “Pop”, por lo que esta afirmación no concuerda cronológicamente en este relato. Llama también la atención que no se mencione el disco “Original Soundtracks 1” (1995), proyecto experimental de U2 con Brian Eno (bajo el nombre de Passengers) que desmiente también la tesis central del artículo, que después de “Zooropa” se acabó el riesgo y la experimentación en U2.

“Aunque el talento de Bono dejaba algunas buenas canciones, el resultado era un disco mediocre. No malo, simplemente vulgar, algo mil veces oídoya. La diversión pasaba definitivamente a un segundo plano y volvían los años de plomo”. Llamar “años de plomo” a todo lo anterior a “Zooropa” o “Achtung Baby” no hace justicia a uno de los mejores grupos de rock de los años 80, según el consenso de la crítica internacional. Es tan exagerado como llamar a toda la etapa de los Beatles anterior a “Revolver” “años de plomo”.

“Sin embargo, no parece que hayan conseguido conectar con las siguientes generaciones ni que hayan mostrado empeño alguno en volver a renovarse”. Otro juicio de valor y una opinión que comparte, esta vez sí, un número no pequeño de gente. Gente que quizá no ha escuchado “No line on the horizon” (2009), un disco innovador lastrado por un mal primer primer sencillo, “Get on your boots”.

¿Mostrará U2 empeño en renovarse de nuevo con “Songs of experience”, el nuevo álbum para el que todavía no hay fecha? Apuesto a que sí.

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Siempre nos quedará el PortAmérica

PortAmérica 14 horarios

¿Puede un festival sobrevivir a la cancelación de su jornada más potente en su tercera edición? Después de que la tormenta obligase a suspender la jornada del viernes 18 de julio del festival PortAmérica, en Nigrán, no parece que este evento musical haya quedado, ni mucho menos, herido de muerte. El público se ha perdido a Andrés Calamaro, Vetusta Morla y Calle 13, entre otros artistas, pero el balance, a pesar del mal tiempo, resulta positivo. Lo que no te mata te hace más fuerte, y esto es lo que debe aplicarse la organización del PortAmérica.

No voy a reiterar mi crónica del concierto de Iván Ferreiro, que figura en la entrada anterior. Lo que lastró el homenaje a Golpes Bajos del músico vigués fue seguramente un fallo de comunicación. Los organizadores, Esmerarte, tendrían que haber especificado en la cartelería que el concierto iba a ser en su totalidad un homenaje a Golpes Bajos, aunque luego el propio Iván, medios de comunicación, webs y redes sociales difundiesen lo que se estaba cociendo con Pablo Novoa y Luis García como protagonistas en la sombra. La comunicación debe mejorar también en la cuestión del transporte. Resultaba difícil enterarse de los horarios para los autobuses con destino a Vigo, si los tickets se podían comprar al momento o si se necesitaba reservarlos previamente en internet, dónde se cogían… El transporte público a la mayor ciudad de Galicia, distante solo 15 kilómetros, podría mejorarse. Sugerir que Vitrasa y el Concello de Vigo se implicasen parece materia de ciencia-ficción… El festival BBK Live, cerca del centro de Bilbao, reunió hace unas semanas a más de 120.000 personas, muchos llegados al parque de Kobetamendi en transporte público urbano. También, según me comentan, fue mejorable la comunicación en cuanto a la suspensión de la segunda jornada. El público se enteraba por las redes sociales pero no por la megafonía del festival.

Al margen de estas incidencias, PortAmérica nos ha dejado gratas sorpresas, como la de The Sonics. Uno tiene una edad y ciertos compromisos, por lo que se perdió el concierto de los estadounidenses. Me cuentan que convencieron a propios extraños con su rock garajero y que el público pidió más canciones al final del concierto. También dejó buen sabor de boca Belöp, el joven grupo gallego de synthpop que me perdí por las mismas razones, pero que cumplió con creces la misión de romper el hielo el sábado tras la suspensión del día anterior. Tal vez merecen un mejor lugar en el cartel para próximas ocasiones.

La organización trabajó muy duramente para que se celebrase la jornada del domingo, amenazada de nuevo por la mala climatología. Se esparció paja para tapar el barro y la superficie del descampado ya era practicable. Los conciertos de Calexico y sobre todo de Nada Surf estuvieron seriamente afectados por la lluvia, que obligó a buena parte del respetable a refugiarse en carpas y a perderse por tanto la música. De Calexico me quedo con su diversidad sonora, su competencia instrumental (tremendos el contrabajo y las trompetas) y el protagonismo de Jairo Zavala, Depedro, con la guitarra solista y las voces. La versión de «Bigmouth strikes again», de The Smiths, quedará para el recuerdo. Me perdí la mitad del concierto de Nada Surf por la lluvia, pero el grupo de Matthew Caws estuvo tan enérgico como siempre. Caws anunció que estaban grabando un nuevo disco con un sello gallego, Ernie Records, de Josiño Carballo.

Tenían ganado al público de antemano los catalanes Love of Lesbian, con la baza de guardar en la manga «hits» infalibles com «Fantástico» y «Club de fans de John Boy». La lluvia les respetó y no deslució su gran final con una nariz gigantesca, de la que salía un humo verde, y algunos disfraces grotescos. Santi Balmes, como también había hecho Matthew Caws, tuvo un recuerdo cariñoso para el público que aguantó impertérrito bajo los intermitentes, y a veces muy intensos, aguaceros.

Portam gente 2

© Rafael R. López

Otro momento inolvidable del sábado, además del «Club de fans de John Boy» de los LOL fue el contundente «Toro» de los pamploneses El columpio asesino. El sonido oscuro de esta banda «indie» fue de lo más destacado del festival junto con el muro de sonido de Triángulo de Amor Bizarro el jueves. El músico vigués Abraham Boba (David Cobas), líder de los León Benavente, que habían actuado con anterioridad, protagonizó el momento lisérgico del concierto al subirse al escenario de El columpio asesino para bailar con total desinhibición, contagiando su alegría al público. La irrupción de «espontáneos» (bueno, menos) de otras bandas fue una de las notas más positivas del PortAmérica, un detalle que invita a pensar que el festival no se ha visto mermado pese a los avatares de esta edición. Los trompetistas de Calexico tocaron con Nada Surf; el batería de Vetusta Morla, David García «el indio», tocó percusión en varias canciones de Calexico; Budiño (que el sábado estaba como espectador) salió a tocar en el concierto de Vega… Un ambiente de buen rollo casi familiar entre los músicos que invita al optimismo.

Por último, y porque la transparencia es condición de veracidad, quiero agradecer a Esmerarte, la organizadora del festival, y a Estrella Galicia, uno de los patrocinadores principales, su invitación para seguir el PortAmérica. Ambas empresas gallegas trabajan durante todo el año para ofrecer una programación musical de calidad, realizando una labor sin la cual los habitantes de Vigo y su área de influencia se quedarían huérfanos de un legado musical del que ya se han hecho inseparables. Resulta llamativo, por no decir patético, que poblaciones como Nigrán y hasta A Guarda, compitan e incluso superen a Vigo, la mayor ciudad de Galicia, en programación musical durante el verano. No hablemos ya de Pontevedra, Santiago y A Coruña. Alguien debería calcular cuánto deja de ingresar Vigo por la falta de acontecimientos culturales relevantes que atraigan visitantes del resto de España. La ciudad que no hace mucho acogió los recitales de Oasis, Leonard Cohen, Metallica, Franz Ferdinand, Keane y The Rolling Stones, entre otros, no merece convertirse en un erial en lo que respecta a grandes conciertos. Por suerte, siempre nos quedará el PortAmérica.

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Golpe bajo a Iván Ferreiro

El camino al infierno está empedrado de buenas intenciones. El dicho se puede aplicar a lo ocurrido anoche, 17 de julio de 2014, durante el concierto de Iván Ferreiro en el festival PortAmérica de Nigrán. Su homenaje a Golpes Bajos fue muy mal recibido por buena parte del público, seguramente el más joven, que pareció no haberse enterado de que el músico vigués y su banda iban a interpretar exclusivamente temas del grupo que lideró el malogrado Germán Coppini. La otra parte de la audiencia, como el que esto escribe, los que acudimos precisamente atraídos por la original propuesta -que incluía a dos miembros originales de Golpes Bajos, el multiinstrumentista Pablo Novoa, mano derecha de Ferreiro desde hace años, y el excelente bajista Luis García, que rompía un silencio de décadas-, se vio algo decepcionada por el resultado. Veremos por qué.

Por el escenario Estrella Galicia, aún de día, ya habían pasado unos solventes Jayhawks, que se centraron en su excelente álbum “Rainy day music” (2003) y los trabajos anteriores, incluyendo “Tomorrow the green grass”, “Sound of lies” y “Smile”. En el público se pudo ver a músicos vigueses, como algunos integrantes de Niño y Pistola e incluso al padre de uno de ellos, luciendo melena canosa al viento. Todo un ejemplo de integración intergeneracional. Temas como “Stumbling through the dark”, “Angelyne” y “Save it for a rainy day” convencieron a una audiencia mayoritariamente veterana y entregada de antemano al buen hacer y a la leyenda del grupo de Gary Louris.

Después de los siempre festivos y festivaleros Sidonie, que dieron en el escenario Abanca un repaso a su amplia paleta de sonidos, desde la psicodelia de sus comienzos a la electrónica de su último álbum, “Sierra y Canadá”, llegó el turno de Iván Ferreiro o de Golpes Bajos, según se mire. Lo que ocurrió a partir de entonces pasará a los anales de la historia musical de Vigo y del Val Miñor, y no por motivos exclusivamente positivos. “Desde allí, desde su casa”, como dice la canción “Turnedo”, Iván Ferreiro y su banda, completada por su hermano Amaro a la guitarra y Martiño Toro (que se hace llamar Marta Toro) a la guitarra y teclados, se dispusieron a interpretar las canciones de Golpes Bajos (dos EP y el álbum “A Santa Compaña”) en orden inverso, es decir, empezando por “Devocionario”. Ferreiro lo dejó claro desde el principio, y repitió lo anunciado en la prensa (incluyendo un artículo en Faro de Vigo de mi autoría) y en las redes sociales desde hace meses: no habría ni una canción de su repertorio, sino un concierto completo de canciones de Golpes Bajos. La advertencia de que Iván Ferreiro iba a tocar temas de su “grupo favorito”, como él mismo dijo, desconcertó a parte del público, que comenzó a enviar tuits de protesta. Lo más rocambolesco es que una pantalla gigante junto al escenario reproducía todos los tuits enviados con la etiqueta #PortAmerica (sic), por lo que todo el público podía ver de forma simultánea la reacción, no siempre respetuosa, de parte de los asistentes. “Golpe bajo de Iván Ferreiro”, “toca alguna de Piratas”, “queremos el dinero de la entrada”, “vergüenza”, “aburre a las moscas”, “Iván oposita para la orquesta Panorama”… fueron algunas de las expresiones vertidas en Twitter y que tuvieron reflejo en la pantalla para el estupor general. Resulta loable que los responsables de PortAmérica no aplicaran censura alguna sobre los tuits, pero tal vez debieron desconectar la aplicación, porque durante mucho tiempo la pantalla llegó a concitar más interés para muchos que el concierto en sí.

Al margen de lo desinformados que estaban algunos, la pésima mezcla de sonido y algunas decisiones de planteamiento, como el orden inverso (empezaron por “Devocionario”, seguramente su trabajo más discreto) y el hecho de prescindir de la batería (sustituida por cajas de ritmos) lastraron un homenaje que solo remontó el vuelo con los éxitos más coreados de Golpes Bajos: “Fiesta de los maniquíes” y “Malos tiempos para la lírica”, sobre todo.

La guitarra de Amaro Ferreiro apenas se pudo escuchar a lo largo de toda la actuación, y la voz de su hermano, tan diferente a la inconfundible de Germán Coppini, se perdía tratando de igualar los tonos graves del santanderino. Otra de las decisiones discutibles de planteamiento fue la de tocar las canciones con idéntico tono y estructura que las originales. Más que verdaderas versiones, eran meros “covers” que apenas aportaban nada del universo de Iván Ferreiro. El vigués renunció a hacer suyas las canciones, cuajando un homenaje demasiado respetuoso. Como había adelantado en Twitter Pablo Novoa, verdadero director musical de este homenaje, las canciones daban vértigo de lo fieles que sonaban. 

Valió la pena acudir a Nigrán solo por ver a Luis García, excelente bajista, maestro y pionero de la técnica del “slap” en el pop español, que llevaba muchos años apartado de la música profesional después de tocar con Golpes Bajos y Semen Up. Su magnífico sonido de bajo volvió a lucir sobre el escenario, pese a que la mezcla lo dejase, lamentablemente, en muy segundo plano durante buena parte del recital.

Quien sí lució como nadie fue Pablo Novoa, que alternó la guitarra -magnífico su solo en “Escenas olvidadas”, el tema que debería haber abierto el concierto- con los teclados, el piano, las programaciones y la percusión. En esta última función, la de percusionista, se desempeñó como un auténtico Tito Puente de las Rías Baixas. En su rostro se percibía la emoción y tal vez la rabia. Quizá recordaba lo que pudo haber sido la frustrada (y frustrante) reunión de Golpes Bajos de 1998, si Teo Cardalda no le hubiese ignorado a él y a Luis García. Lo de anoche fue una especie de acto de desagravio hacia aquel “revival” incompleto que dio como resultado el álbum “Vivo”, con discutibles resultados. Uno tiene la satisfacción de haber visto, al menos, a todos los miembros de Golpes Bajos, aunque en dos mitades (Coppini + Cardalda y Novoa + García), y con 16 años de diferencia, primero en Castrelos y luego en Porto do Molle.

Una experiencia agridulce, en fin, la del homenaje de Iván Ferreiro a Golpes Bajos. Un tributo muy bien intencionado, interpretado con talento y gusto y muy bien preparado, por más que Iván Ferreiro se ayudase de un atril para no olvidar las letras. Novoa, García, Ferreiro y los demás han trabajado denodadamente durante meses en este proyecto fugaz y no merecían la reacción de algunos miembros del respetable, seguramente aquellos que, por su edad, no conocen la calidad y la relevancia de Golpes Bajos. A ellos habría que recordarles que antes de ir a un concierto hay que informarse; que existen los periódicos (esos añejos objetos de papel), las páginas web y las cuentas de Twitter. Tal vez la organización debió haber incluido en los carteles la frase “tributo a Golpes Bajos” junto al nombre de Iván Ferreiro, pero quienes fueron al concierto no pueden quejarse de falta de información. Se advirtió hasta la saciedad.

Hoy será el turno en PortAmérica de Andrés Calamaro, pero el que por ahora ha demostrado una “honestidad brutal” ha sido Iván Ferreiro. Lástima que en esta vida la honestidad no siempre garantice buenos resultados y aplausos. A veces hasta recibes golpes bajos.Iván Ferreiro Golpes Bajos

La foto del grupo, antes del concierto. De pie, de izquierda a derecha, Amaro Ferreiro, Martiño Toro e Iván Ferreiro. Sentados, Luis García (con gafas de sol) y Pablo Novoa. Foto publicada en la cuenta de Twitter de Pablo Novoa (posiblemente su autor es el gran Janite, aunque lo desconozco).

ACTUALIZACIÓN: Añado aquí las matizaciones y explicaciones que realizó el propio Pablo Novoa cuando compartí esta entrada en Facebook. Creo que es justo y apropiado darle voz a uno de los protagonistas del concierto:

«Fue realmente duro. Mi misión cuando subo a un escenario, y nunca lo olvido, es divertir, emocionar, hacer disfrutar al público que es quien además, me da de comer. Si una buena parte pita,se queja, no es un problema de ego, es que no estoy cumpliendo mi cometido. Me temo que hubo también un fallo de comunicación. Muchos no sabían lo que iban a escuchar. (…) No sustituimos al batería por una caja de ritmos. Golpes Bajos en su formación original siempre tocó en directo con caja de ritmos. Era para mi, parte fundamental del concierto.Yo pretendí hacer lo que nunca se hizo desde 1985. Que sonara el grupo como era. Versiones se han hecho muchas. Se trataba de que el que recordase los discos, los pudiera disfrutar tal cual en directo. Y los que por edad u otra razón se acercasen por curiosidad, escuchasen cómo era en directo Golpes. Evidentemente con la voz en este caso de Iván, que hizo un trabajo increíble. Me saco el sombrero por Iván. Enorme esfuerzo, enorme talento, enorme generosidad. Muy orgulloso de mis compañeros».

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Coppini

Es difícil escribir sobre Germán Coppini cuando ya lo han hecho mucho y bien maestros como Diego A. Manrique y Lorenzo Silva. No puedo aportar más datos ni expresarlo mejor que ellos, pero se lo debía a la voz del que fue uno de mis primeros grupos favoritos: Golpes Bajos. Gracias a mi hermano mayor (nacido en 1965, y habitual del Satchmo vigués en los primeros años 80) y a las cintas que le grababan sus amigos -bendita piratería de baja intensidad- pude conocer el primer disco de Golpes Bajos y «A Santa Compaña», magistral álbum del que se cumplirán tres décadas en 2014. Corría el año 1985 y yo tenía 13 años. Con el tiempo compré todas sus grabaciones en CD. Porque yo era de Golpes Bajos, mientras que el 99% de la gente de mi edad, en Vigo, vibraba con Siniestro Total. No es que no me gustasen hasta cierto punto temas como «Ayatolah» o «Matar hippies en las Cíes», pero nunca las consideré más que un divertimento. Las canciones de Golpes Bajos, además de tener unas excelentes melodías, tenían profundidad, te hablaban al corazón y hasta te enseñaban verdades como puños: «No se ama a los sumisos, simplemente se les quiere». Me sentía un poco bicho raro como fan de Golpes Bajos, mientras la gente de mi edad escuchaba a los más festivos Siniestro y Aerolíneas Federales.

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Como letrista, Germán Coppini alcanzó alturas comparables a las de Santiago Auserón y Antonio Vega, aunque no tuviera un talento comparable en la parte musical. Dio lo mejor de sí con Golpes Bajos, una feliz conjunción de cuatro talentos: no hay que olvidar al guitarrista y productor Pablo Novoa y al excelente bajista Luis García (gran intérprete de la técnica de «slap»), luego en Semen Up. Tanto en el caso de Coppini como en el de Teo Cardalda (cuyo silencio tras la muerte de su antiguo compañero ha sido muy significativo) , no volvieron a producir canciones de tanta calidad después de Golpes Bajos. El intento de reunión de 1998 fue decepcionante, al no contar con Novoa ni con García (Cardalda no quiso llamarles, según la versión de Coppini) y cambiar algunas letras de las canciones, algo verdaderamente incomprensible. La química se había esfumado. Recuerdo que la crónica de Faro de Vigo del concierto que dieron en Castrelos (Vigo) se titulaba algo así como «Siguen siendo malos tiempos».

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Tuve ocasión de entrevistar al santanderino en 2008 con motivo de su primer disco con Álex Brujas, «Primo tempo», con el que formó el proyecto llamado Lemuripop. Era un álbum más que interesante que pasó sin pena ni gloria y que apenas tuvo repercusión en los medios de comunicación. Faro de Vigo fue una de las escasas excepciones. Si la mitad de los que le reivindicaban en Twitter hubiesen escuchado algo de aquel material…

Lemuripop

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Seguramente no era el tío con el que la mayoría se hubiese ido de copas. Tenía fama de borde, o al menos, de muy reservado. Y políticamente no podíamos sostener posiciones más opuestas, aunque ni en 1985 se sabía eso ni importa para lo que nos ocupa. Solo los sectarios desprecian la obra de un artista simplemente por sus ideas políticas.

La influencia de Germán Coppini fue patente en músicos como el vigués Juan Rivas (con el que colaboró) y el grupo granadino Lori Meyers. Pero había que vivir aquella época de mediados de los 80 para recordar lo que fue Golpes Bajos. Aquel Vigo gris y lluvioso, duramente afectado por la reconversión industrial, tuvo un artista (vigués de adopción, porque nació en Santander) que convirtió el tedio y el pesimismo en poesía. Si Manchester tuvo a Morrissey, Vigo tuvo a Germán Coppini.

 

 

Mi excelente final
para una corta vida,
divertidas caras de asombro
cuando recibáis la noticia.

Ni una sola lágrima,
todo queda en palabras,
anécdotas e historias, pero
¿a que soy algo que se atraganta?

Ni una sola lágrima,
ni una sola lágrima.

Y tú, mi pequeña,
¿me tratarás igual
o te sujetarán unos brazos
cuando te desvanezcas?

«Era una bella persona»,
menuda sarta de hipócritas,
mas ni siquiera por asomo
habéis llegado a superarme.

Ni una sola lágrima.

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Un gigante de un metro de estatura

El siguiente artículo fue publicado el 28 de diciembre de 2012 en el suplemento Visado de Faro de Vigo. La historia del genial pianista francés Michel Petrucciani nos lleva a reflexionar sobre la dignidad humana y el valor de la vida. Aquejado de una rara y dolorosa enfermedad congénita, nació un 28 de diciembre de 1962, un día de los inocentes de hace ahora medio siglo:

Un gigante de un metro de estatura

Hoy hubiera cumplido 50 años el pianista de jazz francés Michel Petrucciani, un músico aquejado de una enfermedad incurable que alcanzó fama mundial por su virtuosismo

Rafa López

Como si fuera una metáfora de su condena a ser un niño adulto, Michel Petrucciani nació el Día de los Inocentes de 1962 y murió el Día de Reyes de 1999. En esos apenas 36 años transcurridos, y sin llegar al metro de estatura, Petrucciani logró hacerse un nombre en el panorama mundial del jazz, viajar por todo el mundo y vivir una vida breve pero intensísima.El piano fue el vehículo que le permitió transformar la lástima con la que era visto en aplausos y admiración.

Francés de ascendencia italiana, Petrucciani padecía osteogénesis imperfecta, una enfermedad genética y congénita también llamada “huesos de cristal”. Además de la fragilidad ósea, causada por la deficiente producción de colágeno, Petrucciani desarrolló una estatura muy baja. Antes de ser adolescente ya había tenido más de un centenar de fracturas óseas, lo que no le disuadió de tocar el piano, fascinado por Duke Ellington. Nacido en una familia de músicos, se dice que desde bebé demostró una gran inclinación musical, y que tarareaba solos de Wes Montgomery al tiempo que aprendía a hablar.

Tras destrozar un piano de juguete (“las teclas pare- cían dientes que se reían de mí”, explicó), finalmente su padre le regaló uno de verdad. A los cuatro años ya estudiaba piano clásico, a los nueve tocaba con su familia y a los diez comenzó a escuchar a Bill Evans, su mayor influencia musical. Su primer concierto profesional lo dio a los 13 años, teniendo todavía que ser aupado al piano.

Pese a los continuos dolores y otros inconvenientes, su discapacidad tenía ciertas ventajas: mientras sus compañeros hacían de- porte, él se entregaba al piano; y ahorraba dinero porque su representante le colaba en los hoteles escondi- do en una maleta.

Pese a la oposición de su padre,viajó con su grupo a París, donde se produjo su consagración, a los 15 años. Al trompetista estadounidense Terry Clark le faltaba un pianista. Cuando subieron a Petrucciani al piano, Clark pensó que le estaban tomando el pelo. Sin embargo, el pequeño pianista galo asombró al público y al propio líder de la banda. “Era un enano, pero tocaba como un gigante”, dijo.

Michel Petrucciani, al piano.

Su consolidación llegó en el trío de Kenny Clark, y ya en Estados Unidos –se mudó a Nueva York en 1984– tocó con leyendas como Dizzy Gillespie y Wayne Shorter. “Era un enorme músico y nunca se quejaba de su condición”, dijo de él Shorter.

Tal vez consciente de la brevedad de su vida –aun- negó que la osteogénesis imperfecta fuera mortal–, Petrucciani vivió sus días a tope, tanto en sus intensas giras –tocó 140 conciertos en 1998, el año anterior a su muerte– como en su vida personal: se casó dos veces, tuvo otras novias y un hijo que heredó su enfermedad.

A veces arrogante y fanfarrón, casi siempre bromista y vital,a Petrucciani le pasó factura el exceso de trabajo, el abuso del alcohol y la cocaína. Falleció en Nueva York de una infección pulmonar.

Alguien a quien algún miserable llamaría “monstruo” por su discapacidad se había convertido en un monstruo, sí, pero de la música, comparable a Oscar Peterson, Keith Jarrett y Bill Evans.“A veces pienso que alguien ahí arriba me salvó de ser normal”, decía.

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El último de R.E.M.: ¿El ÚLTIMO de R.E.M.?

Una buena noticia y otra mala: La buena es que el último álbum de R.E.M., «Collapse into now», es un gran disco. La mala es que podría ser el último, el último de verdad. ¿Qué le hace a uno pensar en tal posibilidad? Veamos.

Con este disco R.E.M. termina su contrato multimillonario con Warner, aquel que lo convirtió en el grupo mejor pagado de la historia a principios de los 90. Con 31 años de carrera a sus espaldas, tal vez sean demasiado mayores como para dar un paso similar al de Radiohead y autoeditarse. Y este es un disco que resume todo lo bueno de R.E.M., sus hallazgos en sonido, su sensibilidad en los medios tiempos, y su «rock universitario» potente y divertido. Un buen momento para dejarlo en todo lo alto, recordando lo que son y han sido, un gran grupo. Además, cierto tono elegíaco planea sobre parte del disco, sobre todo en el epílogo, «Blue», que además guarda más que evidentes similitudes sonoras con uno de los temas favoritos de Michael Stipe, «Country feedback», del álbum «Out of time» (1991). Tanto se parecen ambos temas que la cosa roza el autoplagio.

Otro síntoma de que puede ser el último disco del grupo es el hecho de que hayan decidido no salir de gira. Vale, hicieron lo mismo con sus dos álbumes de mayor éxito, «Out of time» y «Automatic for the people», pero a estas alturas, con las ventas de discos en su punto más bajo en todo el mundo, renunciar a los beneficios de una gira parece una renuncia demasiado romántica, si no un suicidio.

Entre tanto, nos quedan canciones como «Überlin», «Mine smell like honey», «Oh my heart» y «Discoverer», que confirman la recuperación que supuso «Accelerate» hace ahora tres años. Éste se antoja como un álbum más completo, con una paleta musical mucho más amplia, y más ambicioso, aun sin inventar prácticamente nada. Buenas canciones que priman el fondo sobre la forma, la autenticidad sobre la innovación. En resumen, lo mejor que han hecho los de Athens desde el magistral «Automatic for the people».

Ojalá la intuición que encabeza este artículo sea errónea y que tengamos R.E.M. para rato. Uno ha pasado algunos de sus mejores momentos musicales en los conciertos de este grupo (Vigo 1999, Bilbao 2008), y le gustaría repetir la experiencia.

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Vigilantes del culturetismo gafapasta

Recomendado por mi amigo (y gran «bloguero») Octavio Beares (búsquese «estodigo» o «el octavio pasajero» en Google), encuentro en la blogosfera una página tan desternillante como reveladora del nivel de pedantería que alcanza cierta crítica (especialmente de música y cine) en la prensa de este país:

http://culturetawatch.blogspot.com

En este magnífico blog podemos comprobar que una película puede ser un «patchwork de highlights gilliamescos», o que la literatura es «una composición multicapa de memes que los llamados escritores agitan y agitan en sus devaneos posturales incansablemente estéticos».

Ahí va eso… No sabemos de qué pasta estarán hechos estos críticos, pero sí que sus gafas son, probablemente, de pasta bien gruesa.

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Cien canciones (dónde irán)

Vomito aquí, sin ningún pudor, una lista de cien canciones favoritas que he confeccionado en los últimos días. No están ordenadas por importancia, simplemente las he ido añadiendo según se me ocurrían. Podría haber más temas de U2, The Smiths, The Police, Depeche Mode, Eric Clapton, Radio Futura o R.E.M., por citar algunos «grupos de cabecera», pero he querido hacer una lista variada en cuanto a épocas y estilos. Ahí va:

(El asterisco indica que se trata de versiones)

1 Joe Jackson – A slow song

2 Simple Minds – Someone somewhere in summertime

3 U2 – Where the streets have no name

4 The Police – Message in a bottle

5 Prefab Sprout – When love breaks down

6 Stevie Wonder – Isn’t she lovely?

7 The Beatles – While my guitar gently weeps

8 Jimi Hendrix – All along the watchtower*

9 Eric Clapton – Old love

10 Peter Gabriel – Solsbury hill

11 The Stranglers – Golden brown

12 The Smiths – Boy with the thorn in his side

13 Coldplay – Yellow

14 Radiohead – Fake plastic trees

15 The Rolling Stones – Gimme shelter

16 Keane – Everybody’s changing

17 Sting – I burn for you

18 Radio Futura – Annabel Lee

19 Pink Floyd – Comfortably numb

20 Crowded House – Don’t dream it’s over

21 R.E.M. – Sweetness follows

22 Elvis Costello – She*

23 Elton John – Your song

24 Bruce Springsteen – Born to run

25 The Cure – Just like heaven

26 Depeche Mode – Enjoy the silence

27 Arcade Fire – Rebellion (Lies)

28 Bob Dylan – Like a rolling stone

29 David Bowie – Space Oddity

30 Placebo – Without you I’m nothing

31 Pat Metheny – Are you going with me?

32 Antonio Carlos Jobim – Insensatez

33 Joy Division – Love will tear us apart

34 Supertramp – Fool’s overture

35 The Verve – Drugs don’t work

36 John Lennon – (Just like) Starting over

37 Otis Redding – Sitting on the dock of the bay

38 Elvis Presley – Suspicious minds

39 The Kinks – All day and all of the night

40 The Who – Baba O’Riley

41 New Order – Regret

42 Michael Jackson – Beat it

43 Brian Ferry – Slave to love

44 Robbie Williams – Feel

45 Phil Collins – In the air tonight

46 Squeeze – Tempted

47 Elvis Presley – Can’t help falling in love

48 Ray Charles – Georgia on my mind

49 The Eagles – Hotel California

50 Bob Marley – Is this love

51 Marvin Gaye – What’s going on

52 The Jayhawks – Stumbling through the dark

53 Weezer – O girlfriend

54 Ben E. King – Stand by me

55 Wilco – Impossible Germany

56 Van Morrison – The healing game

57 Derek and the Dominos – Layla

58 George Harrison – All things must pass

59 Neil Young – Rockin’ in the free world

60 Cream – White room

61 Franz Ferdinand – Do you want to

62 Kaiser Chiefs – I predict a riot

63 Alicia Keys – Fallin’

64 Massive Attack – Unfinished Sympathy

65 Blur – Song 2

66 Red Hot Chili Peppers – Under the bridge

61 Dusty Springfield – The look of love

62 Simon & Garfunkel – Bridge over troubled water

63 B-52’s – Roam

64 Lou Reed – Satellite of love

65 Talking Heads – Life during wartime

66 MGMT – Time to pretend

67 Oasis – Roll with it

69 Nirvana – The man who sold the world*

70 Eric Clapton – Tears in heaven

71 Morrissey – First of the gang to die

72 Queen – Bohemian Rhapsody

73 Depeche Mode – Never let me down again

74 U2 – The unforgettable fire

75 Jackie Wilson – (Your love keeps lifting me) Higher and higher

76 R.E.M. – Losing my religion

77 Eurythmics – There must be an angel (playing with my heart)

78 The Clash – London calling

79 AC/DC – You shook me all night long

80 The White Stripes – Seven nation army

81 George Gershwin – Summertime

82 Billy Joel – Honesty

83 Dire Straits – Brothers in arms

84 Frank Sinatra – My way

85 Tom Petty and the Heartbreakers – Don’t come around here no more

86 The Knack – My Sharona

87 The Ramones – Rock and roll radio

88 Katrina and the waves – Walking on sunshine

89 The Traveling Wilburys – Handle with care

90 Everything but the girl – Missing

91 The Style Council – Shout to the top

92 Tears for fears – Woman in chains

93 Antonio Vega – Lucha de gigantes

94 The Boomtown rats – I don’t like Mondays

95 Kings of Leon – Cold desert

96 Radiohead – Creep

97 Garbage – You look so fine

98 The Beach Boys – Wouldn’t it be nice

99 The Zombies – Time of the season

100 Patti Smith – Because the night

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Malos tiempos para la música

Una mala noticia mal titulada:

http://www.elpais.com/articulo/cultura/Universal/Music/Espana/despidira/plantilla/elpepuculmus/20110114elpepucul_4/Tes

A la hora de escribir este «post», bien entrada la madrugada, el titular decía lo siguiente (textual):

Universal Music España despidirá al 40% de su plantilla

Que yo sepa, el verbo «despidir» no existe. Para que luego digan que las erratas son exclusivas de la prensa regional…

Al margen del grave error en el titular (los riesgos del ciberperiodismo), la noticia es de las que hielan la sangre. La multinacional discográfica más poderosa del mundo, y seguramente la que acapara mayor cuota de talento musical, se tambalea en España.

Como periodista que ha trabajado con todas las discográficas importantes de este país, puedo decir que Universal es la que me ha tratado con la mayor profesionalidad y seriedad, gracias, sobre todo, a que tiene una persona dedicada al área del noroeste de España. Se llama Pilar Herrería, vive y trabaja en Bilbao, y espero y deseo que no pierda su empleo (y que no le importe esta mención de apoyo).

Hay que tomarse la piratería en serio. Es cierto que destruye muchos puestos de trabajo, no es solamente una «boutade» de Ramoncín y de la SGAE. Gente de carne y hueso que se va a la calle por culpa de las descargas ilegales. Personas con las que yo he tenido trato, para gestionar entrevistas, reportajes y críticas de discos, y que han perdido su puesto de trabajo. Internet es un fenómeno imparable, pero una creación artística no se puede hurtar. La cultura del «gratis total» es el peor virus para la «Cultura», con mayúsculas. Vivimos en un país de picaresca en el que nadie va a pagar por algo que puede salirle gratis. Y es un error. Esto no acabará con grupos consolidados, como U2, Coldplay, Arcade Fire y Black Eyed Peas, por citar cuatro nombres de Universal, pero cerrará la puerta a nuevas bandas nuevas y prometedoras. La industria, amenazada, apostará por el negocio seguro, no por el talento innovador.

Las discográficas también tienen su parte de culpa. Resulta inconcebible que un CD de los años 60 de los Rolling Stones o de los Beatles cueste más de 20 euros, cuando hace décadas que ha sido grabado y amortizado. Y a los periodistas se nos ha tratado como presuntos delincuentes: muchas veces se nos ha impedido una preescucha del disco, necesaria para una crítica o una entrevista, con el pretexto de que podríamos difundirlo en internet  antes de su salida al mercado. Un argumento delirante, cuando además existen métodos electrónicos (marcas de agua digitales) que permiten detectar al que hace trampas.

Me confieso amante del disco como objeto físico, con su portada, su trabajo gráfico, su diseño y sus fotografías. ¿Quién no conoce el famoso plátano de la portada de «The Velvet Underground & Nico», el paso de cebra de «Abbey Road» o el trasero de «Born in the USA»? El CD puede estar en vías de desaparición y se imponen las descargas digitales: iTunes es un gran invento, sí, pero el problema no reside en el cambio de formato, de físico a virtual, sino en la gratuidad. Igual que pagamos por ver el fútbol en televisión, lo que permite que se puedan fichar a «cracks» como Cristiano Ronaldo, Kaká y Villa, tenemos que entender que un álbum es resultado de un proceso largo y costoso, y que el talento musical también debe ser bien remunerado. Igual no tanto como para que Shakira y Alejandro Sanz se compren mansiones en Miami, pero tampoco debe salir gratis.

Sigo sin entender el doble rasero que tenemos para los precios en lo que a ocio se refiere: no nos parece demasiado cara una copa de whisky a seis euros, pero sí una entrada de cine por siete. Y el grado de satisfacción y placer que nos produce una película (90 minutos) seguramente es mucho mayor que el que nos proporciona saborear un combinado en un bar.

Y puede ser también que el mercado esté inflado: demasiados grupos y solistas que no aportan nada, demasiado «indie» y música comercial sin relevancia. Lanzamientos de usar y tirar que pasan sin pena ni gloria. Por no hablar de las películas de cine español que pasan de puntillas por la cartelera o no se estrenan. Ya se sabe que el realizador novel que dirige su primera película recibe una buena cantidad en subvenciones. Se subvencionan muchas mediocridades.

Tanto las discográficas como los usuarios deberían aumentar su grado de responsabilidad. Que no suene esa frase de «American pie» en la que Don McLean cantaba sobre el día en el que murió la música.

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Rafael Rodríguez López (Rafa López)
Periodista + información

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