Rajoy

Verificar una noticia lleva más de 20 minutos (fracaso Escolar)

Hace unos días me llamó poderosamente la atención una noticia difundida por las redes sociales. El titular, el dato destacado, era éste: «68 de los 245 asesores del presidente no tienen el graduado escolar». Un dato que, de ser cierto, resultaría bastante indignante. ¿Paga Presidencia del Gobierno a personas que no tienen los estudios mínimos obligatorios? ¿Con cinco millones de parados, muchos de ellos con una o dos carreras superiores? De entrada, cuesta creerlo, a no ser que uno crea que Rajoy es un tipejo capaz de pagar sustanciosos sueldos a personas elegidas a dedo, supuestamente amiguetes, sin formación alguna, ni siquiera la básica que exige la ley. Cuesta creer eso de Rajoy y de los demás políticos españoles, aunque a veces se les culpe hasta de la muerte de Manolete. Parece algo más propio de Cristina Kirchner, de Fidel Castro o de Chávez.

También me llamó la atención que sólo se hicieron eco de esta escandalosa noticia, publicada originalmente por el periódico digital 20 Minutos.es, webs como Menéame, Burbuja.info y otros foros y blogs considerados de izquierdas. El propio periódico digital 20 Minutos está considerado como de izquierdas. Sorprende que otros medios de comunicación, de centro y de derechas, no se hubiesen hecho eco de la noticia, siquiera para refutar ese dato tan indignante. Copio aquí el enlace a la noticia de 20 Minutos. Nos interesa el tercer subtítulo:

http://www.20minutos.es/noticia/1635381/0/rajoy/recortes/altos-cargos/

Otro que contribuyó decisivamente a la difusión de esta noticia fue el periodista Antonio Martínez Ron, alias @aberron en Twitter. Le seguía hasta hace unos días, cuando me bloqueó (solía discrepar de lo que decía, pero creo conveniente leer opiniones de todo tipo), alegando que yo era un «Reverte de bolsillo» (le doy gracias por el cumplido, tanto por Javier Reverte como por Pérez-Reverte, igualmente admirados). En la red de microblogging, @aberron publicó lo siguiente el pasado 2 de noviembre:

«Ahora que sabemos que 1/4 de los asesores de Rajoy no tienen estudios, comprendemos mejor lo que está haciendo con la educación y la ciencia»

Martínez Ron, que tiene más de 26.000 seguidores en Twitter, dedicó una veintena de «tuits» a este asunto, muchos de ellos réplicas a otros usuarios. La frase que he destacado fue «retuiteada» nada menos que 179 veces. Nótese que Martínez Ron subraya que esos asesores de Rajoy «no tienen estudios»:  «los tipos que llevan el país a la ruina tienen más de 200 asesores y una cuarta parte no tiene estudios»                    

Pocos (pero muy sensatos) cuestionaron la veracidad misma del dato. Uno de ellos fue David Usano, que respondió a @aberron lo siguiente:

«@aberron es muy irresponsable lanzar tal afirmacion sin citar la fuente (por no entrar en si la ha contrastado). Lamentable»

La respuesta del citado Martínez Ron se califica por sí misma. Fue esta:

«@davidusano Que tú no sepas buscar una fuente no quiere decir que no exista. De primero de internet: http://www.20minutos.es/noticia/1635381/0/rajoy/recortes/altos-cargos/ …«

Ahí lo tienen: el periodista, encaramado a sus 26.000 seguidores (cifra que superan ampliamente exconcursantes de Gran Hermano y los participantes del reality «intelectual» de la MTV Gandía Shore, por poner dos ejemplos), menosprecia a su interlocutor (diciéndole que no sabe buscar una fuente y «suspendiéndole» en primero de internet) y le remite a lo publicado por 20 Minutos, el digital dirigido por Arsenio Escolar. Como si 20Minutos.es fueran las Tablas de la Ley o el Boletín Oficial del Estado.

Pero, ¿de dónde sacó 20Minutos.es este dato tan polémico? El digital de Arsenio Escolar olvidó (¡vaya por Dios!) enlazar en su noticia a los Presupuestos Generales del Estado 2013, que es la fuente que se cita en la noticia. No le hubiera costado nada incluir un hipervínculo a la parte de los PGE en la que figura esa partida presupuestaria de los «asesores» de Rajoy. En lugar de eso, el hipervínculo de «Presupuestos Generales del Estado» (subrayado) en la noticia lleva a otro artículo de 20 Minutos sobre los Presupuestos: el rechazo del PP a las enmiendas y el debate parlamentario de Montoro con Rubalcaba. Sospechoso, ¿no?

Después de buscar y rebuscar entre documentos oficiales alojados en internet (algunos, interminables PDF), encontré la fuente a la que se refiere 20 Minutos en su noticia. En esta página web se detalla «el personal eventual» de Presidencia del Gobierno: en román paladino, los asesores de Rajoy, por categorías profesionales y/o educativas. Efectivamente, figuran 68 asesores en la categoría más baja, pero se especifica que pertenecen a «agrupaciones profesionales» y/o poseen el «certificado de escolaridad». Véase el documento en este enlace:

http://www.sepg.pap.minhap.gob.es/Presup/PGE2013Proyecto/MaestroDocumentos/PGE-ROM/doc/HTM/N_13_A_V_3_2_19_1_191_1_1912M_1.HTM

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¿Qué es el «certificado de escolaridad»? ¿No se decía que esos asesores carecían de estudios? ¿No tiene nada que ver el certificado de escolaridad con el graduado escolar? Pues bien, ese «certificado de escolaridad», como sabrán los internautas de edad más madura, se expedía en los sistemas educativos anteriores a la LOGSE (1990), y es equivalente, a efectos laborales, al certificado de haber superado el Grado II de la Formación Básica para las personas adultas. En otras palabras, certifica que se ha cursado la enseñanza obligatoria. Ambos títulos, Certificado de Escolaridad y Graduado Escolar, son equivalentes, como se demuestra, además, en este número del BOE (Orden ECD/1417/2012, de 20 de junio, primer párrafo):

http://www.boe.es/boe/dias/2012/06/30/pdfs/BOE-A-2012-8747.pdf

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La equivalencia se resume en esta otra página del Injuve (Gobierno de España):

http://www.injuve.es/empleo/noticia/equivalencia-del-certificado-de-escolaridad-y-de-otros-estudios-con-el-titulo-de-graduado-escolar

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Lo que se demuestra es que estos 68 trabajadores eventuales de Presidencia del Gobierno sí tienen estudios, acreditados por el Certificado de Escolaridad, equivalente al Graduado Escolar. La preocupación del periodista Martínez Ron por que esos «asesores» de Rajoy pudieran «no saber leer y escribir correctamente» (sic) parece exagerada. Al final ni Rajoy, ni ningún presidente del Gobierno, se rodea de 68 gañanes. Decir que no tienen el Graduado Escolar es una media verdad, que en este caso equivale a una mentira.

Creo que el señor Arsenio Escolar tiene edad para saber lo que es el Certificado de Escolaridad. Sin embargo, su diario digital hurtó a sus lectores el acceso a la fuente de la noticia, una información difícil de encontrar (a mí me llevó más de 20 minutos, valga la expresión), pero accesible a todos los ciudadanos de forma gratuita y sin mediar registro alguno, sólo usando Google. Escolar ha privado a sus lectores de lo público que tanto defiende. ¿Estamos ante una omisión por descuido o deliberada, o tal vez quepa hablar de fracaso Escolar?

Nota: el ejemplo que acabo de explicar es aplicable a los medios de comunicación de todas las tendencias, ideologías y países. Incluso el reputado New York Times, considerado por muchos el mejor periódico del mundo, ha publicado alguna vez datos tan disparatadamente erróneos que harían echarse las manos a la cabeza a más de uno. Hace unos meses, en un editorial (el artículo más importante de un periódico, el que expresa su línea ideológica), se afirmaba, en defensa de Baltasar Garzón, que el juez español «ha jugado un importante papel en la transición española a la democracia» (inicio del segundo párrafo):

http://www.nytimes.com/2012/02/11/opinion/a-chilling-verdict-in-spain.html?_r=0

Este delirante dato biográfico causaría sonrojo al leerlo incluso en una redacción de primero de ESO, por su evidente anacronismo. Cuando fue sometida a referéndum la Constitución Española de 1978, Garzón, entonces con 23 años, estudiaba la carrera de Derecho en Sevilla y trabajaba como albañil y camarero, además de ayudar a su padre en una gasolinera.

Pues eso, no se crean a pies juntillas todo lo que leen, sobre todo en internet. A veces hasta el New York Times yerra… o miente.

P.D.: He omitido una cuestión importante: en el documento del Gobierno figura como epígrafe “personal eventual”. Como han sugerido otros internautas, ¿por qué en la noticia de 20Minutos.es se infiere que todos ellos son asesores presidenciales de Mariano Rajoy? ¿No pueden ser camareros, jardineros, albañiles, conductores, fontaneros u otro tipo de personal eventual que trabaje en La Moncloa? Si ese fuese el caso, está claro que la polémica por sus estudios y cualificación tendría mucho menos sentido, con todos mis respetos para esos profesionales.

 

 

 

 

 

 

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Rajoy y el fin del principio

Tuve la oportunidad de conocer a Mariano Rajoy hace pocos años. En Faro de Vigo me encargaron entrevistarle en más de una ocasión, en una de ellas en la célebre «sala de maitines» de la sede del PP en la calle Génova. No puedo presumir de haberle tratado a fondo, dado que mis encuentros con el ahora presidente han sido puntuales y en el ámbito profesional, pero creo conocerle más allá de la distancia -casi siempre, abismal- que separa al entrevistado del entrevistador. Aquellas entrevistas en profundidad las preparé a conciencia, leyendo multitud de documentos sobre su persona, y hasta una voluminosa biografía. Hice mis deberes. Quería que Rajoy dejase ver a la persona que hay detrás del político a través de algunas preguntas más personales o culturales (lo mío es la cultura más que la política), y creo que lo logré en cierta medida. Sin embargo, lo más revelador para mí de esos encuentros fue lo que pude ver y oír cuando la grabadora estaba apagada.

Mi última entrevista con Rajoy fue poco antes de las elecciones generales de marzo de 2008. La planta donde se encontraba el despacho de Rajoy estaba «tomada» por el equipo de Andreu Buenafuente. Esa misma mañana el popular humorista y presentador tenía una cita con el jefe de la oposición para hacerle una amplia entrevista, que sería emitida en horario de máxima audiencia. Pero la de Faro de Vigo era la primera de la mañana, o a eso se había comprometido el equipo de Mariano Rajoy. Buenafuente tenía que esperar a que terminase de hacer su entrevista un desconocido periodista de un periódico «de provincias». Con bastante puntualidad me recibió el presidente del PP, y en los pasillos de la sede de Génova nos encontramos con Buenafuente. Rajoy le estrechó la mano al de Reus por primera vez (no me consta que se conocieran de antes), con mayor cordialidad (al menos, eso percibí), que la que mostró el «showman» (algo tenso) con el político. Acto seguido, Rajoy me presentó a Buenafuente, que parecía nervioso y ansioso por saltarse el orden establecido en la agenda. Al fin y al cabo, había desplazado un equipo de grabación entero (incluido Jordi Evolé, «el Follonero») de Barcelona a Madrid, y yo no era más que un joven y desconocido periodista de un periódico (el decano de España, eso sí) de ámbito regional. El hecho de que Rajoy me presentase a Buenafuente (a veces, uno se siente invisible en según qué situaciones) y que respetase el tiempo y el orden de la entrevista me pareció muy significativo. Otro político más preocupado por su imagen se hubiera enclaustrado en maquillaje y peluquería, preguntando insistentemente a sus asesores qué corbata da mejor en cámara. El periodista «galleguiño» podía esperar. Pero no. Rajoy es recto, serio y previsible en el mejor sentido de estas palabras. Y se sometió a la media hora de entrevista a solas conmigo, sin su jefa de prensa, la periodista Carmen Martínez Castro, una buena profesional que a veces lleva demasiado lejos su afán por evitar cualquier desliz por la espontaneidad de su jefe (pesaban aún los «hilillos» del Prestige).

Repetía Rajoy en aquellos años que si pudiera tomarse un café con cada uno de los votantes españoles arrasaría en las elecciones. Y tenía razón, aunque no le ha hecho falta demostrarlo. El político gallego gana mucho en las distancias cortas, algo que reconocen incluso políticos y periodistas de signo ideológico opuesto al suyo. Uno, que es un tímido incurable, sabe muy bien que la timidez se suele confundir, en la primera impresión, con adustez de carácter. Rajoy no es el tipo en el que cualquiera pensaría en primer lugar para tomarse unas cañas, pero es dueño de un humor muy fino, al estilo de su admirado paisano Pío Cabanillas Gallas, y es incluso capaz de reírse de sí mismo, en la medida en que esto es posible en un político, cuando no hay cámaras de por medio. Recuerdo que le pregunté si se sentía el Poulidor de la política española. Él, gran aficionado al ciclismo, entendió el símil, como es natural, y me contestó sin vacilar que él iba a ser un Eddy Merckx. Tras ocupar varios ministerios y puestos clave en todas las administraciones, salvo la municipal, parece claro que es el mejor preparado para afrontar el Tourmalet que le espera.

Los que antes (sobre todo desde la derecha) le reprochaban a Rajoy su supuesta falta de carisma y firmeza cambian su opinión al ver al otrora gris registrador de la propiedad como nuevo inquilino de la Moncloa, y clavando sus ojos en el portavoz de Amaiur para espetarle: «Yo a usted no le debo nada». No hay duda de que el hábito hace al monje, y que ganar unas elecciones (más si es por abrumadora mayoría absoluta) aporta un extra de carisma. Recordemos la escasa capacidad de liderazgo que se atribuía a José María Aznar antes de 1996 y lo que significa ahora, tanto para sus acólitos como para sus rivales políticos, la figura del expresidente del Gobierno del PP.

Como otro de sus referentes políticos, Winston Churchill, Rajoy no puede prometer más que «sangre, esfuerzo, lágrimas y sudor». Es el tortuoso camino que hay que recorrer para rectificar el rumbo del país. Pero su seriedad, su previsibilidad, su sensatez y su bonhomía -no quiso hacer leña del árbol caído al despedir a Zapatero en el Congreso- son cualidades que ahora jugarán a su favor, y no en su contra. Para salir de la crisis, los españoles quieren un mirlo blanco, no un taimado halcón de la política. Necesitan a alguien que les diga la verdad de la situación, por muy dolorosa que sea. Que haya elegido a sus ministros sin atender a cuotas, ni territoriales, ni políticas, ni de sexo, es otra buena señal en la dirección correcta. Ojalá que sus decisiones sigan siendo acertadas para que pronto pueda anunciar no ya el fin de la crisis, ni tan siquiera el principio del fin; pero, al menos, sí el fin del principio.

 

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Rafael Rodríguez López (Rafa López)
Periodista + información

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