Nigrán
Siempre nos quedará el PortAmérica
¿Puede un festival sobrevivir a la cancelación de su jornada más potente en su tercera edición? Después de que la tormenta obligase a suspender la jornada del viernes 18 de julio del festival PortAmérica, en Nigrán, no parece que este evento musical haya quedado, ni mucho menos, herido de muerte. El público se ha perdido a Andrés Calamaro, Vetusta Morla y Calle 13, entre otros artistas, pero el balance, a pesar del mal tiempo, resulta positivo. Lo que no te mata te hace más fuerte, y esto es lo que debe aplicarse la organización del PortAmérica.
No voy a reiterar mi crónica del concierto de Iván Ferreiro, que figura en la entrada anterior. Lo que lastró el homenaje a Golpes Bajos del músico vigués fue seguramente un fallo de comunicación. Los organizadores, Esmerarte, tendrían que haber especificado en la cartelería que el concierto iba a ser en su totalidad un homenaje a Golpes Bajos, aunque luego el propio Iván, medios de comunicación, webs y redes sociales difundiesen lo que se estaba cociendo con Pablo Novoa y Luis García como protagonistas en la sombra. La comunicación debe mejorar también en la cuestión del transporte. Resultaba difícil enterarse de los horarios para los autobuses con destino a Vigo, si los tickets se podían comprar al momento o si se necesitaba reservarlos previamente en internet, dónde se cogían… El transporte público a la mayor ciudad de Galicia, distante solo 15 kilómetros, podría mejorarse. Sugerir que Vitrasa y el Concello de Vigo se implicasen parece materia de ciencia-ficción… El festival BBK Live, cerca del centro de Bilbao, reunió hace unas semanas a más de 120.000 personas, muchos llegados al parque de Kobetamendi en transporte público urbano. También, según me comentan, fue mejorable la comunicación en cuanto a la suspensión de la segunda jornada. El público se enteraba por las redes sociales pero no por la megafonía del festival.
Al margen de estas incidencias, PortAmérica nos ha dejado gratas sorpresas, como la de The Sonics. Uno tiene una edad y ciertos compromisos, por lo que se perdió el concierto de los estadounidenses. Me cuentan que convencieron a propios extraños con su rock garajero y que el público pidió más canciones al final del concierto. También dejó buen sabor de boca Belöp, el joven grupo gallego de synthpop que me perdí por las mismas razones, pero que cumplió con creces la misión de romper el hielo el sábado tras la suspensión del día anterior. Tal vez merecen un mejor lugar en el cartel para próximas ocasiones.
La organización trabajó muy duramente para que se celebrase la jornada del domingo, amenazada de nuevo por la mala climatología. Se esparció paja para tapar el barro y la superficie del descampado ya era practicable. Los conciertos de Calexico y sobre todo de Nada Surf estuvieron seriamente afectados por la lluvia, que obligó a buena parte del respetable a refugiarse en carpas y a perderse por tanto la música. De Calexico me quedo con su diversidad sonora, su competencia instrumental (tremendos el contrabajo y las trompetas) y el protagonismo de Jairo Zavala, Depedro, con la guitarra solista y las voces. La versión de «Bigmouth strikes again», de The Smiths, quedará para el recuerdo. Me perdí la mitad del concierto de Nada Surf por la lluvia, pero el grupo de Matthew Caws estuvo tan enérgico como siempre. Caws anunció que estaban grabando un nuevo disco con un sello gallego, Ernie Records, de Josiño Carballo.
Tenían ganado al público de antemano los catalanes Love of Lesbian, con la baza de guardar en la manga «hits» infalibles com «Fantástico» y «Club de fans de John Boy». La lluvia les respetó y no deslució su gran final con una nariz gigantesca, de la que salía un humo verde, y algunos disfraces grotescos. Santi Balmes, como también había hecho Matthew Caws, tuvo un recuerdo cariñoso para el público que aguantó impertérrito bajo los intermitentes, y a veces muy intensos, aguaceros.
© Rafael R. López
Otro momento inolvidable del sábado, además del «Club de fans de John Boy» de los LOL fue el contundente «Toro» de los pamploneses El columpio asesino. El sonido oscuro de esta banda «indie» fue de lo más destacado del festival junto con el muro de sonido de Triángulo de Amor Bizarro el jueves. El músico vigués Abraham Boba (David Cobas), líder de los León Benavente, que habían actuado con anterioridad, protagonizó el momento lisérgico del concierto al subirse al escenario de El columpio asesino para bailar con total desinhibición, contagiando su alegría al público. La irrupción de «espontáneos» (bueno, menos) de otras bandas fue una de las notas más positivas del PortAmérica, un detalle que invita a pensar que el festival no se ha visto mermado pese a los avatares de esta edición. Los trompetistas de Calexico tocaron con Nada Surf; el batería de Vetusta Morla, David García «el indio», tocó percusión en varias canciones de Calexico; Budiño (que el sábado estaba como espectador) salió a tocar en el concierto de Vega… Un ambiente de buen rollo casi familiar entre los músicos que invita al optimismo.
Por último, y porque la transparencia es condición de veracidad, quiero agradecer a Esmerarte, la organizadora del festival, y a Estrella Galicia, uno de los patrocinadores principales, su invitación para seguir el PortAmérica. Ambas empresas gallegas trabajan durante todo el año para ofrecer una programación musical de calidad, realizando una labor sin la cual los habitantes de Vigo y su área de influencia se quedarían huérfanos de un legado musical del que ya se han hecho inseparables. Resulta llamativo, por no decir patético, que poblaciones como Nigrán y hasta A Guarda, compitan e incluso superen a Vigo, la mayor ciudad de Galicia, en programación musical durante el verano. No hablemos ya de Pontevedra, Santiago y A Coruña. Alguien debería calcular cuánto deja de ingresar Vigo por la falta de acontecimientos culturales relevantes que atraigan visitantes del resto de España. La ciudad que no hace mucho acogió los recitales de Oasis, Leonard Cohen, Metallica, Franz Ferdinand, Keane y The Rolling Stones, entre otros, no merece convertirse en un erial en lo que respecta a grandes conciertos. Por suerte, siempre nos quedará el PortAmérica.
1Golpe bajo a Iván Ferreiro
El camino al infierno está empedrado de buenas intenciones. El dicho se puede aplicar a lo ocurrido anoche, 17 de julio de 2014, durante el concierto de Iván Ferreiro en el festival PortAmérica de Nigrán. Su homenaje a Golpes Bajos fue muy mal recibido por buena parte del público, seguramente el más joven, que pareció no haberse enterado de que el músico vigués y su banda iban a interpretar exclusivamente temas del grupo que lideró el malogrado Germán Coppini. La otra parte de la audiencia, como el que esto escribe, los que acudimos precisamente atraídos por la original propuesta -que incluía a dos miembros originales de Golpes Bajos, el multiinstrumentista Pablo Novoa, mano derecha de Ferreiro desde hace años, y el excelente bajista Luis García, que rompía un silencio de décadas-, se vio algo decepcionada por el resultado. Veremos por qué.
Por el escenario Estrella Galicia, aún de día, ya habían pasado unos solventes Jayhawks, que se centraron en su excelente álbum “Rainy day music” (2003) y los trabajos anteriores, incluyendo “Tomorrow the green grass”, “Sound of lies” y “Smile”. En el público se pudo ver a músicos vigueses, como algunos integrantes de Niño y Pistola e incluso al padre de uno de ellos, luciendo melena canosa al viento. Todo un ejemplo de integración intergeneracional. Temas como “Stumbling through the dark”, “Angelyne” y “Save it for a rainy day” convencieron a una audiencia mayoritariamente veterana y entregada de antemano al buen hacer y a la leyenda del grupo de Gary Louris.
Después de los siempre festivos y festivaleros Sidonie, que dieron en el escenario Abanca un repaso a su amplia paleta de sonidos, desde la psicodelia de sus comienzos a la electrónica de su último álbum, “Sierra y Canadá”, llegó el turno de Iván Ferreiro o de Golpes Bajos, según se mire. Lo que ocurrió a partir de entonces pasará a los anales de la historia musical de Vigo y del Val Miñor, y no por motivos exclusivamente positivos. “Desde allí, desde su casa”, como dice la canción “Turnedo”, Iván Ferreiro y su banda, completada por su hermano Amaro a la guitarra y Martiño Toro (que se hace llamar Marta Toro) a la guitarra y teclados, se dispusieron a interpretar las canciones de Golpes Bajos (dos EP y el álbum “A Santa Compaña”) en orden inverso, es decir, empezando por “Devocionario”. Ferreiro lo dejó claro desde el principio, y repitió lo anunciado en la prensa (incluyendo un artículo en Faro de Vigo de mi autoría) y en las redes sociales desde hace meses: no habría ni una canción de su repertorio, sino un concierto completo de canciones de Golpes Bajos. La advertencia de que Iván Ferreiro iba a tocar temas de su “grupo favorito”, como él mismo dijo, desconcertó a parte del público, que comenzó a enviar tuits de protesta. Lo más rocambolesco es que una pantalla gigante junto al escenario reproducía todos los tuits enviados con la etiqueta #PortAmerica (sic), por lo que todo el público podía ver de forma simultánea la reacción, no siempre respetuosa, de parte de los asistentes. “Golpe bajo de Iván Ferreiro”, “toca alguna de Piratas”, “queremos el dinero de la entrada”, “vergüenza”, “aburre a las moscas”, “Iván oposita para la orquesta Panorama”… fueron algunas de las expresiones vertidas en Twitter y que tuvieron reflejo en la pantalla para el estupor general. Resulta loable que los responsables de PortAmérica no aplicaran censura alguna sobre los tuits, pero tal vez debieron desconectar la aplicación, porque durante mucho tiempo la pantalla llegó a concitar más interés para muchos que el concierto en sí.
Al margen de lo desinformados que estaban algunos, la pésima mezcla de sonido y algunas decisiones de planteamiento, como el orden inverso (empezaron por “Devocionario”, seguramente su trabajo más discreto) y el hecho de prescindir de la batería (sustituida por cajas de ritmos) lastraron un homenaje que solo remontó el vuelo con los éxitos más coreados de Golpes Bajos: “Fiesta de los maniquíes” y “Malos tiempos para la lírica”, sobre todo.
La guitarra de Amaro Ferreiro apenas se pudo escuchar a lo largo de toda la actuación, y la voz de su hermano, tan diferente a la inconfundible de Germán Coppini, se perdía tratando de igualar los tonos graves del santanderino. Otra de las decisiones discutibles de planteamiento fue la de tocar las canciones con idéntico tono y estructura que las originales. Más que verdaderas versiones, eran meros “covers” que apenas aportaban nada del universo de Iván Ferreiro. El vigués renunció a hacer suyas las canciones, cuajando un homenaje demasiado respetuoso. Como había adelantado en Twitter Pablo Novoa, verdadero director musical de este homenaje, las canciones daban vértigo de lo fieles que sonaban.
Valió la pena acudir a Nigrán solo por ver a Luis García, excelente bajista, maestro y pionero de la técnica del “slap” en el pop español, que llevaba muchos años apartado de la música profesional después de tocar con Golpes Bajos y Semen Up. Su magnífico sonido de bajo volvió a lucir sobre el escenario, pese a que la mezcla lo dejase, lamentablemente, en muy segundo plano durante buena parte del recital.
Quien sí lució como nadie fue Pablo Novoa, que alternó la guitarra -magnífico su solo en “Escenas olvidadas”, el tema que debería haber abierto el concierto- con los teclados, el piano, las programaciones y la percusión. En esta última función, la de percusionista, se desempeñó como un auténtico Tito Puente de las Rías Baixas. En su rostro se percibía la emoción y tal vez la rabia. Quizá recordaba lo que pudo haber sido la frustrada (y frustrante) reunión de Golpes Bajos de 1998, si Teo Cardalda no le hubiese ignorado a él y a Luis García. Lo de anoche fue una especie de acto de desagravio hacia aquel “revival” incompleto que dio como resultado el álbum “Vivo”, con discutibles resultados. Uno tiene la satisfacción de haber visto, al menos, a todos los miembros de Golpes Bajos, aunque en dos mitades (Coppini + Cardalda y Novoa + García), y con 16 años de diferencia, primero en Castrelos y luego en Porto do Molle.
Una experiencia agridulce, en fin, la del homenaje de Iván Ferreiro a Golpes Bajos. Un tributo muy bien intencionado, interpretado con talento y gusto y muy bien preparado, por más que Iván Ferreiro se ayudase de un atril para no olvidar las letras. Novoa, García, Ferreiro y los demás han trabajado denodadamente durante meses en este proyecto fugaz y no merecían la reacción de algunos miembros del respetable, seguramente aquellos que, por su edad, no conocen la calidad y la relevancia de Golpes Bajos. A ellos habría que recordarles que antes de ir a un concierto hay que informarse; que existen los periódicos (esos añejos objetos de papel), las páginas web y las cuentas de Twitter. Tal vez la organización debió haber incluido en los carteles la frase “tributo a Golpes Bajos” junto al nombre de Iván Ferreiro, pero quienes fueron al concierto no pueden quejarse de falta de información. Se advirtió hasta la saciedad.
Hoy será el turno en PortAmérica de Andrés Calamaro, pero el que por ahora ha demostrado una “honestidad brutal” ha sido Iván Ferreiro. Lástima que en esta vida la honestidad no siempre garantice buenos resultados y aplausos. A veces hasta recibes golpes bajos.
La foto del grupo, antes del concierto. De pie, de izquierda a derecha, Amaro Ferreiro, Martiño Toro e Iván Ferreiro. Sentados, Luis García (con gafas de sol) y Pablo Novoa. Foto publicada en la cuenta de Twitter de Pablo Novoa (posiblemente su autor es el gran Janite, aunque lo desconozco).
ACTUALIZACIÓN: Añado aquí las matizaciones y explicaciones que realizó el propio Pablo Novoa cuando compartí esta entrada en Facebook. Creo que es justo y apropiado darle voz a uno de los protagonistas del concierto:
«Fue realmente duro. Mi misión cuando subo a un escenario, y nunca lo olvido, es divertir, emocionar, hacer disfrutar al público que es quien además, me da de comer. Si una buena parte pita,se queja, no es un problema de ego, es que no estoy cumpliendo mi cometido. Me temo que hubo también un fallo de comunicación. Muchos no sabían lo que iban a escuchar. (…) No sustituimos al batería por una caja de ritmos. Golpes Bajos en su formación original siempre tocó en directo con caja de ritmos. Era para mi, parte fundamental del concierto.Yo pretendí hacer lo que nunca se hizo desde 1985. Que sonara el grupo como era. Versiones se han hecho muchas. Se trataba de que el que recordase los discos, los pudiera disfrutar tal cual en directo. Y los que por edad u otra razón se acercasen por curiosidad, escuchasen cómo era en directo Golpes. Evidentemente con la voz en este caso de Iván, que hizo un trabajo increíble. Me saco el sombrero por Iván. Enorme esfuerzo, enorme talento, enorme generosidad. Muy orgulloso de mis compañeros».
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