Messi

Mi análisis de la debacle en las semifinales de Copa (Barça 1 – Real Madrid 3):

-El Barça necesita jugadores que hagan desmarques de ruptura y no la pidan al pie, como Tello, Villa y Pedro. Son fundamentales ante defensas un poco adelantadas como la del Madrid. Tello debería ser titular.

-Contra el Madrid (y cualquier equipo que juegue a la contra) tendría que jugar un central rápido al corte como Mascherano, aunque si quitas a Piqué o a Puyol pierdes altura y capacidad para contrarrestar a buenos cabeceadores como Pepe, Varane, Sergio Ramos y Cristiano Ronaldo. Difícil decisión.

-Xavi es uno de los jugadores que peor momento atraviesan. El escaso movimiento de los delanteros (pocos desmarques de ruptura) tampoco le ayuda.

-Hay que recuperar los desdoblamientos, los 2 contra 1 por banda, con los laterales (Alba y Alves) desdoblando a los extremos.

-Es fundamental recuperar la presión en el momento de perder el balón, para tapar los lanzamientos en largo del Madrid a la espalda de la defensa.

-Faltan ayudas en defensa. Dos de los tres goles del Madrid han venido en situaciones de uno contra uno de delanteros madridistas (Cristiano y Di María) contra centrales del Barça (Piqué y Puyol). Sólo en el segundo de los casos llegó la ayuda de Alves, aunque demasiado tarde. Los delanteros vienen lanzados y los centrales, que corren hacia atrás, tienen todas las de perder.

-Más que un bajón físico, que también es posible, el Barça tiene un problema de confianza y de juego. Los futbolistas de ataque, salvo Messi y a veces Iniesta, apenas encaran en 1 contra 1. Es como si la falta de confianza de Alexis para encarar, su «pierna encogida», se hubiese contagiado a todo el equipo.

-El Barça siempre ha contrarrestado la superioridad física del rival con circulación del balón y juego al espacio, no al pie. Para eso es fundamental pasar y moverse para abrir líneas de pase al compañero. Un «ABC» del fútbol que el equipo parece haber olvidado. El equipo está demasiado estático y resulta demasiado previsible y fácil de contrarrestar.

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El «plan B» del Barça

 

Hace pocos días, tras la derrota del Barcelona ante el Real Madrid en la Liga, un amigo culé opinaba en Facebook que el Barça necesitaba preparar un «plan B» ante el previsible planteamiento ultradefensivo del Chelsea en el Camp Nou. La mala noticia es que no existe un «plan B». Desde que Guardiola dejó marchar a Ibrahimovic (y si no ficha a Llorente), el conjunto azulgrana dispone de pocas alternativas en el juego. La buena noticia es que el Barcelona ha obtenido los mejores resultados siendo fiel a su estilo hasta el final, como cuando Iniesta marcó el gol decisivo en Stamford Bridge hace tres años, con el tiempo casi cumplido, combinando hasta encontrar el espacio libre.

Cruyff solía colocar a Alexanco como delantero centro cuando la situación era desesperada. Puyol y Piqué han subido al ataque en caso de apuro, pero, al contrario que el Drem Team del holandés, el Barcelona de Guardiola nunca ha bombeado balones al área, ni siquiera cuando han quedado pocos minutos para el final. La única forma racional de aumentar las posibilidades ofensivas de este Barcelona es la subida de los laterales, especialmente de Alves, buscando desdoblamientos y situaciones de dos contra uno en la banda. Incluso Messi debería caer en ocasiones a los pasillos laterales (carril del 8, partiendo de la derecha, o del 10, por la izquierda) para aprovechar mejor su capacidad de desequilibrio. Por desgracia, apenas lo hace, olvidando que algunos de sus mejores goles (el gemelo del gol histórico de Maradona, ante el Getafe, u otro que marcó en La Romareda) los marcó entrando por el pico del área, no por el centro.

Atasco en el centro

Si Messi se queda siempre en el centro, en la corona del área, le facilitará la labor a los centrales del Chelsea. El Barça apenas busca la superioridad en banda y concentra a casi todos sus futbolistas determinantes en el centro, lo cual hace que su ataque resulte, a veces, previsible, formando además un atasco por el que no pueden entrar ni Xavi ni Cesc, grandes «llegadores» desde atrás. Tanto Messi como Xavi, Cesc e Iniesta tienden a entrar por el centro. Incluso Tello tiende al centro, ya que su regate (en realidad, un autopase largo al estilo de Overmars que aprovecha su gran esprint corto) lo hace casi siempre en diagonal hacia adentro, hacia la portería, no hacia afuera. Isaac Cuenca -aunque todo indica que no será titular ante el Chelsea- parece un jugador más adecuado para «abrir la lata» en estos partidos cerrados: regatea tanto hacia adentro como hacia afuera, entra hasta la línea de fondo (para dar el pase de la muerte atrás o centrar) y maneja bien ambas piernas. Su regate no se basa exclusivamente en la velocidad vertical, como el de Tello, sino fundamentalmente en la habilidad. La gambeta de Cuenca es menos previsible para un defensor.

En defensa, Guardiola deberá tener las espaldas bien cubiertas. Alves deberá proyectarse en ataque aprovechando el efecto sorpresa, no así Puyol. El brasileño resulta mucho más efectivo como lateral, con metros por delante, que como extremo. Todo parece indicar que volverá al equipo titular Piqué, al que se le ha echado de menos en el juego aéreo: el primer gol del Real Madrid llegó tras un cabezazo de Pepe, y antes Cristiano Ronaldo había cabeceado sin oposición obligando a una gran parada a Valdés. Piqué ayudará también a vigilar a Drogba.

Así las cosas, la alineación de hoy parece cantada: Valdés; Alves, Piqué, Mascherano, Puyol; Busquets, Xavi, Iniesta; Cesc, Messi y Alexis. El once de gala. Guardiola debería tener dos alternativas preparadas si las cosas no salen bien: una sería la entrada de Cuenca (tal vez por Cesc), y la otra, la baza de Tello. El concurso de ambos al mismo tiempo (algo casi inédito) puede ser un buen recurso si la situación se vuelve desesperada.

Dadas las mayores dimensiones del Camp Nou, habrá más espacios y el «catenaccio» del Chelsea será menos efectivo. Si Messi y compañía no vuelven a tener un mal día, el Barcelona estará en Munich. Eso sí, no será nada fácil.

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Lo que hace grande a Messi

El Barcelona ha tenido en sus filas a muchos de los más grandes jugadores del mundo, pero hasta ahora ninguno ha llegado a triunfar en el Camp Nou de la forma en la que lo está haciendo Messi. Cruyff, Maradona, Schuster, Laudrup, Romario, Ronaldo, Rivaldo, Figo, Ronaldinho, Ibrahimovic… Todos ellos futbolistas con un talento descomunal que, por una razón un otra, no entraron en la historia del club como lo está haciendo Messi. Tan solo Kubala, en su época eclipsado por Di Stéfano, puede compararse con Messi por su continuidad e identificación con el club, no así por sus cifras goleadoras ni como indiscutible número uno mundial. Dejando a un lado el descomunal talento del rosarino, algo evidente y que ya ha agotado todos los calificativos de la prensa, sólo cabe analizar otros diez factores -mentales, sobre todo- que hacen grande a Messi, y que le han convertido, como dijo Guardiola tras el partido ante el Granada, en «el Michael Jordan del fútbol».

1) Sensatez. Después de sus condiciones técnicas esta es, sin duda, la cualidad más importante que ha permitido el triunfo de Messi en el Barcelona. La historia del club catalán está repleta en las últimas décadas de cracks díscolos: Maradona, Schuster, Romario, Ronaldinho, Ibrahimovic… Jugadores fuera de serie con un carácter difícil (Schuster, Ibrahimovic), con una excesiva propensión a la vida nocturna (Romario, Ronaldinho) o ambas cosas (Maradona). Todo ello truncó sus carreras en el Barcelona y les pusieron en la senda del traspaso, todo ello ayudado, en ocasiones, por representantes más pendientes de engrosar sus cuentas corrientes que de proporcionar estabilidad a su representado. No hace falta que el aficionado culé tenga memoria de elefante para que recuerde nombres como Jorge Cysterpiller, Roberto de Assis y Mino Raiola. Todo aficionado al fútbol sabe el nombre del representante de Cristiano Ronaldo, Jorge Mendes. Pero es mucho más difícil recordar el nombre del representante de Messi. Será porque no acude a las oficinas del Camp Nou para reclamar una mejora de contrato cada vez que el argentino anota un «hat trick». Messi tiene «seny». También lo tuvo Rivaldo, pero su trayectoria no es comparable con la de Messi, porque el pernambucano fichó por el Barcelona ya en su madurez futbolística, a la edad actual de Messi.

2) Progresión. Ahora resulta casi paradójico, Messi debutó cuando la estrella indiscutible del Barcelona era Ronaldinho y cuando la auténtica joya de la cantera blaugrana no era otro que Bojan, poseedor de un récord anotador en las divisiones inferiores (unos 800 goles). Por aquel entonces se decía que el Barça podía traspasar sin excesivo cargo de conciencia al Gaucho porque ya tenía un sustituto en la Masía: Bojan Krkic. Ahora media un abismo entre el catalán, jugador del Roma, y el argentino. La cotización de uno ha caído en picado, mientras que la del otro ha alcanzado cotas estratosféricas. ¿Por qué? Recordemos el debut (ante el Oporto de Mourinho, en diciembre de 2003) y la primera temporada de Messi (2004/2005). En sus primeros partidos con el primer equipo, Messi deslumbraba sobre todo por su verticalidad, su facilidad para encarar, su regate y su velocidad. Era un diamante en bruto que, sin embargo, estaba peleado con el gol. No materializaba sus ocasiones. Además, se le intuía una escasa visión de juego. Desde hace varios años Messi tiene no solo un espectacular olfato de gol (algo que muchos consideran que no se puede aprender, que es innato), sino también una visión de juego increíble. Parece imposible que conduzca el balón con tanta velocidad sin dejar de manejar todas las opciones posibles para la jugada, y mientras se deshace de varios contrarios es capaz de ver el posible desmarque del compañero con el rabillo del ojo. Es imposible de parar porque en su repertorio figura tanto el uno contra uno, la jugada individual, como el tiro lejano a portería y el pase al espacio. El defensor no sabe a qué atenerse. Messi lo hace todo bien, y cada tres días, como acaba de decir Guardiola. En contraste, Bojan se estancó. En lugar de aumentar, se diría que sus condiciones menguaron.

3) Competitividad sana. Messi compite consigo mismo y por el equipo. Quiere mejorar sus estadísticas individuales sin que ello perjudique en absoluto el juego colectivo. Pocas veces ha optado por la jugada individual si ha visto a un compañero en condiciones de marcar. Su egoísmo natural no le ciega, algo que sí le ha ocurrido en ocasiones a Cristiano Ronaldo.

4) Inteligencia física. Messi apenas se ha lesionado, lo que le ha permitido disfrutar de una increíble continuidad. Sabe dosificarse, no presiona de forma constante y tiene el permiso de Guardiola para volver caminando a su posición. También le ayuda la fortaleza de sus piernas, su bajo centro de gravedad y su velocidad: es difícil que el defensa le pise la pierna de apoyo porque, en carrera, Messi parece «levitar» de puntillas sobre el césped. Cuando el pisotón se produce, como le ocurrió con el rojiblanco Ujfalusi hace un par de temporadas, la lesión tiene menos gravedad de la esperada.

5) Instinto táctico. Messi juega donde quiere y como quiere. Sabe en todo momento cuándo jugar al espacio o al pie, entrar por el centro, caer a la banda o bajar a recoger balones en el centro del campo. Esta facilidad para jugar entre líneas y desconcertar a las defensas rivales era ya patente en la sociedad que forma con Xavi e Iniesta y ha aumentado con Cesc, con el que se entiende a la perfección, y con el que comparte ese instinto para buscar siempre el espacio libre.

6) Sentido lúdico. Messi se divierte jugando y quiere disputar todos los minutos posibles. No es feliz en el banquillo, y Guardiola lo sabe. El fútbol es más que su profesión, es su pasión. Le da una energía que potencia todas sus cualidades. El argentino es espontáneo y parece jugar todavía en el patio del colegio. Tal vez por ello se desempeña con la misma soltura en los partidos intrascendentes que en las grandes finales, algo de lo que Cristiano Ronaldo tampoco puede presumir.

7) Concentración en el juego. Está íntimamente relacionado con lo anterior: Messi no se pierde en discusiones con el árbitro ni con los rivales, sólo le interesa lo que ocurre con el balón está en juego, no cuando el árbitro ha pitado. Cuando es agarrado o zancadilleado, algo que ocurre con frecuencia, siempre quiere continuar la jugada y ni se le pasa por la cabeza tirarse para provocar la tarjeta o el penalti. También lo hacía Ronaldo, lo que le permitió, entre otras cosas, marcar aquel antológico gol ante el Compostela pese a ser agarrado por la camiseta.

8 ) Humildad y discreción. De igual forma que resulta difícil recordar el nombre de su representante, tampoco es conocida su novia o el modelo de coche que conduce Messi. Es un modelo de discreción y también de humildad, sin que se le conozcan declaraciones altisonantes. Es tímido, lo que no quita que sea escuchado con atención las pocas veces que habla en el vestuario. Como diría un argentino, no es un «pecho frío» introvertido y algo depresivo como su compatriota Riquelme -apodado «Tristelme» en su país-, un gran jugador que pasó con más pena que gloria por el Barcelona (2002/2003) y que, curiosamente, comparte con Messi la fecha de su cumpleaños (24 de junio).

9) Juventud. No ha cumplido aún los 25 años. ¿Imaginan lo que puede conseguir Messi si consigue mantenerse a alto nivel -aunque no sea tan estratosférico- como lo ha hecho Ryan Giggs, hasta los 38? Messi tiene muchos años de fútbol de élite por delante, aunque parezca imposible que pueda mejorar su calidad.

10) Identificación con el club. Es lo más difícil de cuantificar, sobre todo cuando ha habido jugadores, como Figo (ahora condenado a pagar 2,4 millones de euros al fisco), que se deshacían en declaraciones de amor al club y que contaban con el cariño constante de la grada, y que sin embargo terminaron cambiando de aires por una mejora de contrato. El amor de Messi por el Barça se antoja más sincero, aunque solo sea por su condición de canterano de la Masía y por la apuesta del club por él cuando era todavía un niño y necesitaba un tratamiento para crecer. Pese a quien piense lo contrario, resultaba arriesgado asegurar un futuro brillante para Messi a los 13 años, cuando se trasladó a Europa. Muchos jugadores con idéntico potencial se han quedado en el camino. Por cierto, ¿alguien se acuerda de Gai Assulin?

 

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La soledad del pasador

Se ha escrito mucho sobre la concesión del Balón de Oro a Messi, así que resulta difícil aportar algo nuevo a la discusión. No seré yo quien discuta la calidad del argentino, ni quien, como barcelonista, vea sombras en la etapa más brillante del Barça en toda su historia. Pero yo le hubiese dado el premio a Xavi. Y no porque sea español, que eso es secundario.

Messi es el mejor jugador del mundo, por desequilibrio, habilidad y velocidad, eso casi nadie lo discute. Pero Xavi tiene la facultad de hacer mejores a todos los que le rodean. Por eso Messi no es ni la mitad de bueno con Argentina. Ordena, pasa, templa, libera al equipo de la presión, maneja el partido a su antojo. En suma, es la prolongación del entrenador dentro del terreno de juego. Pero no son cualidades que se puedan apreciar en un resumen de cinco minutos de un partido. Ni siquiera las repeticiones durante la retransmisión de un partido se detienen en mostrarnos ese pase corto en el centro del campo que rompe la presión del contrario, ese movimiento lateral para llenar el espacio, los pases al hueco, los giros de 360 grados del catalán… (Por cierto, ¿para cuándo un realizador de televisión que entienda de fútbol y que no solo repita el momento en el que el delantero remata a gol?) YouTube está lleno de vídeos con goles soberbios y regates imposibles. Pero escasean los que muestran las virtudes de centrocampistas como Xavi, Iniesta y Busquets.

Quien se haya extrañado porque no le dieran el Balón de Oro a Xavi ni a Iniesta debería recordar que tampoco se lo otorgaron a un tal Michael Laudrup.

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Rafael Rodríguez López (Rafa López)
Periodista + información

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