Los equipos directivos de los centros públicos y los sindicatos docentes están desesperados. La Consejería de Educación se hace la foto, habla de calidad y de excelencia, pretende rebajar el fracaso escolar; pero falla en lo principal y en lo más básico: no dota del profesorado necesario a los centros educativos públicos. Ante tal falta, la calidad que pretende el consejero de Educación se resiente y se va por las ‘cañerías’ de la dejadez y del desconcierto, quedándose en meras intenciones. Se ahorran sueldos e IRPF. Están demostrando que son los reyes de la desidia y el caos organizativo. Nunca tan pocos hicieron tanto daño. Ahora el profesorado echa la vista atrás y se acuerda de Francisco Javier Álvarez Guisasola y de su eficacia al frente de la Consejería.
Los centros públicos han comenzado a funcionar y no se han cubierto las bajas ni las necesidades más imprescindibles. No llegan los sustitutos y los equipos directivos no saben a qué atenerse. Hay Jefes de Estudios con 28 horas lectivas y algunas Direcciones Provinciales se lavan las manos como Pilatos, por miedo a pedir profesorado a la Consejería que preside Juanjo Mateos. La Consejería ha dado orden de que los profesores se incorporen cuando se inicien las clases. ¿Y las planificaciones, programaciones y temporalizaciones? ¿Y en los centros donde la matrícula la hacen los propios profesores durante el mes de septiembre? Tampoco responden los sindicatos ni se movilizan. Para ellos lo importante son las liberaciones. Pasan del profesorado, al igual que la Consejería. Pero lo más llamativo es que aún no ha cesado la directora general de Recursos Humanos, de quien hace tiempo que dejó de fiarse el profesorado. Gran parte de los docentes de Castilla y León ni siquiera tiene en su poder el nuevo nombramiento. Más dejadez y más desidia es difícil de conseguir, pero Juan Vicente Herrera sigue sin enterarse, dada su soledad y su demostrado apoltronamiento tras tantos años de Gobierno. Y eso es lo peor que puede suceder en cualquier Consejería y para cualquier administrado. Así las cosas: ¡Váyase, señor Herrera, váyase!
Ahora empezarán en la Junta de Castilla y León a criticar al MEC por el sucedáneo de bachillerato, sin pararse a pensar que tienen muchos fallos en su propia casa y no precisan acudir a casa ajena para ver los errores y criticar las barbaridades cometidas. ¡De pena y sin gloria!
Mal empieza el curso en Castilla y León. Y, de seguir así, seguramente terminará peor. Mientras tanto, Juan Vicente Herrera, escondido durante todo el verano, sigue hablando de lo que desconoce ante los medios de comunicación, con lo que se está granjeando la indiferencia de la ciudadanía castellana y leonesa, además de haber demostrado una cobardía inusual en temas puntuales y preocupantes en la comunidad, como los topillos, la formación de equipos, la sanidad, la vivienda, la renovación de equipos en educación, el retraso de la formación profesional, las VPO y las infraestructuras.
El presidente Herrera ha permanecido escondido mientras sus consejeros han estado de vacaciones y solo ha dado la cara cuando ha encontrado ocasión de esconderse tras ellos, como una forma de regatear críticas y escurrir el bulto. La mejor ocasión para hacerse la foto ha sido con motivo de la Feria Agropecuaria de Salamanca y la Feria de Muestras de Valladolid. Claro, en ambos casos hay abundancia de canapés, como decía Umbral. Y, para rematar, ha acabado inaugurando el inicio del curso en Zamora, al calorcillo de Rosa Valdeón Santiago, la ex consejera exiliada y de cuyo acto se arrepentirá Herrera eternamente. Rosa Valdeón, actual alcaldesa de Zamora, recibió el exilio por las envidias de dos de sus ex compañeras del Gabinete Herrera que, dicho sea de paso, pusieron a Juan Vicente entre la espada y la pared. Hoy el presidente se tira de una oreja y no llega a la otra. Rosa Valdeón era el perfil de consejera que cualquier presidente querría tener en su equipo, pero la debilidad y la soledad del presidente reaccionaron como nunca hubiera reaccionado un presidente dominador de las riendas del partido. Así cubre el pelo a Castilla y a León.