El bosón

Con esto del bosón de Higgs he vuelto a comprobar que muchos se aventuran a decir barbaridades sin tener la menor idea. La ignorancia es atrevida, ya se sabe. Precisamente por eso uno, que para nada es experto en el tema, prefiere no abrir la boca y parecer tonto que pronunciarse y despejar cualquier día al respecto, como decía Groucho Marx. He leído algunos libros sobre física teórica y física cuántica, y pasados bastantes años desde que me interesé sobre el tema (gracias a la serie y al libro «Cosmos», de Carl Sagan), la física cuántica me parece tan fascinante como inaprensible en sus últimos términos, si no se tienen conocimientos matemáticos avanzados -como es mi caso-. No pretendo, pues, explicar qué es el bosón de Higgs ni sus implicaciones, sino comentar hasta qué punto esta ínfima partícula ha servido para retratar ciertos prejuicios en el día en el que se ha anunciado, hoy, 4 de julio de 2012.

Poco después del anuncio del descubrimiento, hubo alguien que señaló en Twitter que «Higgs, como buen científico, es ateo». Enseguida le recordé que Isaac Newton, considerado el mayor científico de todos los tiempos, junto a Albert Einstein, era un religioso ferviente. No hace falta irse tan lejos el tiempo. El propio Einstein dijo que «Dios no juega a los dados». Y son legión los científicos creyentes e incluso religiosos. No todos piensan como Stephen Hawking o como Bertrand Russell, considerado paradigma del ateísmo. La trascendencia y la idea de Dios no son incompatibles con la ciencia, ni la religión ha estado siempre en contra de la investigación científica, por más que recordemos los casos de Galileo, Giordano Bruno y Servet.

La confirmación de la existencia de la mal llamada «partícula de Dios» (Higgs la llamó la «partícula maldita», «goddamn particle», por su carácter esquivo, pero la editorial cambió el nombre, por parecerle inapropiado, a «God particle») no demuestra una mano divina en la creación, pero tampoco la descarta. El dichoso bosón ha sido utilizado por algunos ateos como arma arrojadiza contra los creyentes, y a la inversa. Me recuerda a aquella escena de «Contact» (otra vez Carl Sagan) en la que varias sectas y grupos de iluminados que se dan cita en el desierto tratan de apropiarse del acontecimiento del contacto con los extraterrestres.

Yo creo que la ciencia no debería tratar de responder a las preguntas que plantea la filosofía y la religión, cuestiones que a buen seguro están abocadas a quedar sin respuesta. Muchas veces se plantea la propia racionalidad del universo, la existencia de leyes físicas lógicas, como prueba de la no existencia de Dios, como si éste tuviese que ser un ser arbitrario e irracional (que jugase  a los dados). Por contra, el orden y la armonía del Universo («cosmos» en griego significa ordenado, armonioso, según el término utilizado por Pitágoras) le sugiere a muchos científicos la existencia de algo superior y trascendente. No creo exactamente en el Dios que dibujan en «El Jueves», un señor barbudo con túnica blanca subido a las nubes… Seguramente no es un Dios personal. Creo en un principio superior que rige el universo, que nos hace humanos, espirituales y trascendentes. Tal vez sea el amor. O la razón. No lo sé. Respeto a los que no creen, a los que piensan que somos un mero conjunto de moléculas, como el propio Carl Sagan, que murió de cáncer, aún relativamente joven (62 años), sin pensar en ningún momento en que pasaba a otra vida… Como a muchos científicos, el conocimiento de un Universo casi infinito y a la vez lógico me sugiere una idea de Dios. A otros, sin embargo, les aleja de esa creencia. Cuando la ciencia responde una pregunta, surgen otras, muchas veces con implicaciones filosóficas. Ocurrió con el principio de indeterminación de Heisenberg. ¿Es el método empírico la única manera de lograr el conocimiento? A veces se confunde, erróneamente, lo racional con lo empírico, lo que podemos demostrar experimentalmente.

Dejo aquí un extracto de una entrevista que le hice hace poco más de un año al físico y académico José Manuel Sánchez Ron, considerado uno de los científicos más destacados de este país, y que fue publicada en Faro de Vigo. Sánchez Ron vaticinó que el descubrimiento del bosón sería noticia de primera página, como así ha sido, en una prensa diaria que desprecia por regla general las noticias científicas. También explica mejor que yo para qué sirve y para qué no sirve el acelerador de partículas del CERN, la polémica sobre «El gran diseño» de Stephen Hawking y qué pinta -si pinta algo- Dios en todo esto:

–El acelerador de partículas del CERN, ¿propiciará algún descubrimiento que mejore nuestras vidas, además de aclarar la polémica sobre el bosón de Higgs?
–El LHC (gran colisionador de hadrones) está diseñado para resolver problemas teóricos. Como no soy un físico de partículas elementales ni lo he sido nunca, no voy a utilizar el argumento de que esta investigación produce los llamados spin-offs, resultados útiles que pueden resultar en cualquier proyecto de gran ciencia [el velcro en los viajes lunares, por ejemplo]. De manera directa no, pero nunca se sabe. Es difícil pensar en una rentabilidad en el campo energético en un corto o medio plazo.
–¿Se puede esperar algún descubrimiento que ocupe las primeras páginas de los periódicos, como hace años la secuenciación del genoma humano?
–Salvo que se descubra el bosón de Higgs, la llamada ‘partícula divina’, no. Lo que sí se ha conseguido, creo que con una inteligente política del CERN, es que cuando el LHC comenzó a funcionar suscitó cierto interés en los medios de comunicación, que siguieron su puesta en marcha y los problemas que tuvo. Es importante para lo que antes se llamaba la física de partículas elementales, pero no se pueden comparar sus posibles consecuencias con acontecimientos como la secuenciación del genoma humano.
–¿La física moderna excluye que Dios haya creado el universo, como ha sugerido Stephen Hawking en El gran diseño?
–Creo que eso fue una manera de hablar para atraer lectores. Para que tuviera sentido la cuestión, primero habría que entender qué quiere decir Dios, algo que yo no sé definir. A veces se utiliza la palabra Dios para evitar una pregunta de la que todos somos conscientes y que, por supuesto, nos escuece: ¿cómo empezó todo? Desde el punto de vista argumentativo y conceptual es una trampa recurrir a algo de cuyo origen no se sabe para resolver el origen de algo. Son ganas de hablar. Lo que sí tiene sentido es preguntarse por el origen del universo e imaginar por qué las leyes físicas son las que son. Eso, metafóricamente, sería rozar el problema tradicional del papel de Dios en la creación del mundo.
–¿Hay preguntas que la ciencia no debería hacerse? ¿Se debe establecer una barrera entre la ciencia y la filosofía?
–Si a la ciencia le pones barreras en cuanto a las preguntas, entonces se ve severamente disminuida. No sabemos si esa frontera que establecemos afecta al problema que estamos investigando. Otra cosa muy diferente es que la sociedad decida imponer límites a posibles aplicaciones de la investigación científica. Eso es legítimo. Ya sé que las fronteras son muy tenues, teniendo en cuenta que lo que se prohíbe aquí se puede permitir allí… La investigación científica es muy necesaria, pero puede ser un terreno resbaladizo. No es un bien supremo. Eso sí, hay que separar ciencia y filosofía, aunque sus orígenes fueron comunes. La filosofía es interesante por las preguntas que plantea, no por las respuestas que da; mientras que la ciencia es importante por las preguntas y, sobre todo, por las respuestas que ofrece.

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6 Comentarios Dejar comentario

  1. Angel Carrera #

    ¿Preguntas que la ciencia no debería hacerse? Me quedo desconcertado. Yo ya no distingo la filosofía de la ciencia, sobre todo en los terrenos en los que se mueve la física teórica, claro. Lo que sí distingo perfectamente es religión y ciencia. Puedo comprender que un científico simpatice con la estructura ética de alguna religión, pero no que su búsqueda de la verdad se vea afectada por lo que figure en un libro sagrado. Por otra parte, siempre me ha chirriado que se hable de «la partícula de Dios» en los medios, pero hay que celebrar cada miga de ciencia que se cuela entre ellos.

    • rafagas #

      Ángel, creo que en ningún caso un científico serio verá su afectada su búsqueda de la verdad «por lo que figure en un libro sagrado». La fe y la razón no están enfrentadas. Por el contrario, se complementan mutuamente, como ya decía Santo Tomás de Aquino ya en el siglo XIII. Es un debate superado en la Iglesia Católica (y supongo que en otras confesiones) desde hace siglos.
      En cuanto a si la ciencia no debería hacerse ciertas preguntas… Tal vez me expresé mal. Es cierto que la física teórica bordea la filosofía, en ocasiones son casi indistinguibles. Sigo sin ver una incompatibilidad clara entre ciencia y creencia religiosa, precisamente porque son dos cuestiones diferentes, no enfrentadas.

  2. J. I. #

    Creo que las creencias personales del autor del blog interfieren, en este caso en particular, en su visión de la realidad. Diré, para comenzar, que en ningún caso A. Einstein era un «religioso ferviente», de sus palabras se puede extraer la conclusión de que, como buen intelectual, de nada cuanto sabía estaba seguro, y eso incluía el origen y razón del universo, si es que los hay. Además, en más de una ocasión, se ha considerado que Einstein era panteísta, un planteamiento filosófico que dista bastante de ser una religión tal y como las conocemos.

    Siguiendo como el tema religioso, me sorprende ver como corre como la pólvora la idea de que religión y ciencia son perfectamente conjugables en el pensamiento humano. Sospecho que este ánimo conciliador emana de la comunidad creyente en vista de que la ciencia va comiéndole terreno a la espiritaulidad con cada día que pasa, y es aceptado por la comunidad de carácter más prosaico en un intento de ser políticamente correctos. No puedo menos que señalar que ciencia y religión no son dos aspectos que atañen a temas diferentes del ser y el espíritu, son dos maneras de pensar, de comprender, dos métodos de intentar hallar la verdad completamente contrapuestos. Es la fe contra la experiencia, el dogmatismo contra las pruebas, son dos métodos y no dos temas en sí. Quien clama en favor de la ciencia pero se aferra a la religión para explicar lo que la ciencia aún no llena es terriblemente incongruente, está en perfecta contradicción consigo mismo.

    • rafagas #

      Gracias, pero discrepo. Mis creencias son las que son, no excesivamente firmes, por cierto, y son parte de mi visión de la realidad, como no puede ser de otra forma.

      En la entrada no digo que Einstein fuera fervientemente religioso. Ese panteísmo al que aludes también entra dentro del concepto religioso del que hablo: no me refiero necesariamente a una religión organizada y dogmática, sino simplemente a una concepción espiritual y trascendente del Hombre.

      Yo creo que en absoluto se pueden considerar la ciencia y la religión «dos maneras de pensar, de comprender, dos métodos de intentar hallar la verdad completamente contrapuestos». Son diferentes, sí, pero no contrapuestos, como ya dejó sentado Santo Tomás de Aquino. Y la creencia religiosa no me parece en absoluto un «método». Nunca competirá con la ciencia ni tratará de llenar los huecos de conocimiento que la ciencia deja. Simplemente creo que ciencia y creencia espiritual son dimensiones diferentes de una misma realidad, que es el Universo. Estableciendo un paralelismo con la física teórica, esa «dimensión divina» sería como el tiempo, intangible, y la realidad científicamente demostrable, el espacio: están entretejidos, pero no son contrapuestos.

      Obviamente en esto no nos vamos a poner de acuerdo, pero te agradezco tu aportación a este humilde blog, muy bien escrita y argumentada. Te explicas muco mejor que yo, que escribo esto a las 2.30 de la madrugada, después de trabajar, y con la merma de lucidez correspondiente… Un saludo.

  3. J. I. #

    Agradezco la respuesta y como el tema es tan infinito como irresoluble solo diré q

    • J. I. #

      que en el segundo párrafo dice: «le recordé que Isaac Newton, considerado el mayor científico de todos los tiempos, junto a Albert Einstein, era un religioso ferviente». Un saludo.

Rafael Rodríguez López (Rafa López)
Periodista + información

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