“Ista, ista, ista, Zapatero feminista”. Fuera de lugar y alejado de la verdad. Mejor cantar: “Ista, ista, ista, Zapatero ventajista”. Y es que lee uno con detenimiento la Ley de Igualdad de Oportunidades y no es para echar las campanas al vuelo. No hay duda que tiene aspectos positivos, pero en otros muchos es incompleta y supone un paso atrás, además de ser un claro desprecio a la igualdad, al sentido común y a la mujer.
La intención del Gobierno habrá sido la mejor. Pero la sociedad no se mueve por impulsos ocasionales, empujones o con meras intenciones. Faltan muchas soluciones en esa ley. El gran olvidado es el desarrollo rural y la situación de las mujeres que habitan en ese medio. A pesar de la amplitud de la ley, únicamente se cita el aludido desarrollo en uno de sus artículos. Y es que el clasismo, bandera del desconcertante socialismo, no suele tener en cuenta al ámbito rural, donde genera desconfianza ante los reiterados incumplimientos y desengaños en temas como igualdad de oportunidades, desarrollo y gestión, planificación territorial, medios y recursos para la población, educación, infraestructuras y medidas sociales, por citar algunos.
La ley no va a poder resolver viejos problemas. Alguien ha explicado que más que lograr la “paridad”, la ley recoge bastantes paridas. El Gobierno juega con los conceptos y los aventa para que calen en la población; pero no profundiza en la problemática, lo que hace que incurra en la demagogia más absurda. De ahí ese “ista, ista, ista, Zapatero ventajista”.
Si hay algo que la mujer desprecia es ese concepto tan retrógrado de la ‘discriminación positiva’. La discriminación es discriminación y, como tal, es negativa, porque siempre hay una parte perjudicada y postergada. Esa es la clave de la demagogia, de la imposición y de las actitudes postizas que predica la siniestra socialista. Desde la Federación Nacional de la Mujer Rural se ha acertado al señalar que la Ley “ofende a las mujeres que no aspiran a ocupar estos puestos, pero sí a que se les reconozca su labor en otros ámbitos discretos”, en alusión a los consejos de administración y a las listas electorales.
Una vez más, desde el Gobierno de Rodríguez se ha introducido la falsedad en la norma legal. Ha conseguido implantar la duda en la mujer con aspiraciones. Si hasta ahora el mérito era su orgullo y satisfacción, en adelante no podrán saber si en las listas electorales y consejos de administración están por mérito propio o simbolizan el ‘florero’ que el socialismo ha generalizado con lo que llaman ‘cuota femenina’; presente en el Consejo de ministros, pero ausente en todos los demás ámbitos de poder socialista.
En cuestión de igualdad, la gran mentira del socialismo español se traduce en el vocabulario despreciativo del que hacen uso y gala muchos de sus miembros. Y es que quienes en público abanderan lo más insospechado, en privado siguen aludiendo a lo bueno como “cojonudo” y a lo despreciable como “coñazo”. Con ello, además de esputar hacia arriba, incurren en un claro lenguaje sexista, sectario y retro, propio del trasnochado y cavernícola inmovilismo de la izquierda. La igualdad queda pendiente. En definitiva, un nuevo suspenso para el presidente Rodríguez, que permanece ciego, sordo y aturdido ante los interesados aplausos de la claque, cercana al ‘pesebre’ ocasional del poder.
Igualdad socialista: ‘Mujer florero’