El Gobierno Rodríguez y sus asesores en temas de terrorismo deberían ser conscientes de que ETA sigue haciendo caja entre los empresarios y pequeños comerciantes. Pero seguramente entre las actitudes más ruines y detestables se encuentra la negociación clandestina con ETA tras los sucesos de Barajas; máxime, cuando el presidente Rodríguez garantizó ante las cámaras de televisión que se habían roto todos los puentes con la banda asesina.
Hoy duele sobremanera la traición del Gobierno Rodríguez. El Estado no cedió con Aznar, pero Rodríguez se ha bajado y quitado los pantalones; ha arrojado los calcetines; se ha desnudado por completo y le han arrodillado. Pero no han amedrentado al Estado de Derecho ni lo que éste representa. El ridículo ha sido a título particular del presidente Rodríguez, por cobardía, inutilidad, incompetencia y torpeza.
Un presidente que resucita el odio, la crispación y la división de la ciudadanía no es digno de presidir el Gobierno de España. Su crédito se ha agotado. Es el momento de que se marche para seguir dando clase de Derecho Constitucional. Este Gobierno ha cerrado la “toma de temperatura” de futuros Gobiernos. Ha negociado con ETA y ese es su pecado. Ha intentado la venganza del estúpido haciendo honor a lo que ha demostrado; máxima estupidez a diario.