Archivo diario: 21 febrero, 2008

Aquellos lodos, estos polvos

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El permanente coloquio entre el presidente Zapatero y Garzón ha dejado ‘perlas’ para el entretenimiento y no menos preocupación. Cada vez que el presidente habla de terrorismo, se mete en charcos y acaba salpicando a los demás. La prudencia no es precisamente su especialidad. Y tampoco su norma habitual. Decir que se está “en la fase final del terrorismo” es una necedad gratuita, propio de un enfermo abrumado por la estupidez y la ignorancia y del mismo estilo que las atrevidas e inoportunas opiniones del pasado 29 de diciembre, en que las cosas iban bien, aunque estarían mejor un año después.

El presidente, Rodríguez Zapatero, aún no alcanza a conocer la preocupación social que genera con sus frases hechas, tan trasnochadas e impropias de un presidente de Gobierno sin asesores o con asesoramiento trasnochado. ¿Pero quién le asesora tan mal? Ahora mismo tenemos un presidente a la deriva. Y desde Unidad Regionalista de Castilla y León le pedimos que se calle hasta después de las elecciones, porque corremos el riesgo de que ETA le dé otro escarmiento, en la amplia capacidad de sufrimiento ciudadano y en las posaderas del menos pensado.

La falta de consenso con el partido de Mariano Rajoy tampoco ha sabido enfocarlo. Después de traicionar el Pacto por las Libertades y Contra el Terrorismo, negociar con ETA mientras firmaba el citado Pacto con el PP y alardear de Otegi como ‘príncipe de la paz’, ya no hay quién confíe en este hombre gris, huidizo, mediocre, enfermo de odio y resentimiento, asustado, mentiroso, con imagen de niño bonachón y adolescente bobalicón.

Precisamente es su diaria actitud la que ha llevado a la absurda confrontación. Ahí están las consecuencias: insultos e intento de agresión a María San Gil, más insultos a Rosa Díez y más improperios e amenazas a Dolores Nadal. Nunca mejor aquello de sembrar vientos y recoger tempestades. El odio proyectado por ‘Pepiño’ Blanco, las mentiras solemnizadas por Rubalcaba y las babeadas arranzadas de López Garrido durante la legislatura llevan a lo que estamos presenciando en las últimas semanas. Y aún no hemos visto todo. Al tiempo.

La campaña electoral se presenta amenazadora por las ‘huestes’ zapateriles, las cuáles recibirán respuesta por parte de los simpatizantes y afiliados al Partido Popular, hartos de ser el punto de la diana. Estos últimos están hartos de defender la democracia a costa del fascismo que protagoniza el socialismo y sus sectores más radicales y bandoleros.

Le tienden la mano para afrontar el terrorismo y él la muerde en vez de recibirla con agrado y gratitud. Hace tiempo que la diestra política ha dejado de confiar en Zapatero y la siniestra que le acompaña le mira con demasiado recelo. Tan solo el provecho y el egoísmo partidista le reportan extrañas sonrisas de sus socios, a la espera de poder ‘trincarle’ la bolsa de los doblones. En enfermizo presidente del Gobierno ha perdido todo lo que le rodeaba que, a decir verdad, era la nada, el vacío, la chulería y la mediocridad, hasta el punto de abanderar la cátedra de la estupidez socialista. Algo que Unidad Regionalista lleva denunciando tres años.

En sus intervenciones demuestra ser un experto en frases hechas, vacías de contenido. Se suele quedar a mitad de camino entre la media verdad y la barbaridad. En él es habitual quedar instalado donde siempre; es decir, en la nada o en la ingenuidad. Y lo más inteligente que suele afirmar es que “el terrorismo es una de las grandes asignaturas que la democracia vencerá”. Estimado presidente: Blanco y en botella; relincha y cuadrúpedo; ladra y muerde.

Al menos, Felipe González y Alfonso Guerra generaban reflexión con sus intervenciones; pero Zapatero alienta dudas, sospechas, odio, resentimiento y preocupación. ¡Y el otro haciéndole el juego y bailándole el agua! ¿Estará el ‘politijuez’ al olor de la titularidad del Ministerio de Justicia ahora que va a quedar vacante, tras la dilapidación de miles de euros por parte de Bermejo?

A Garzón se le ve venir, pero nunca se sabe por dónde va a entrar. Tiene menos credibilidad que ‘Pepiño’, Luís Roldán y Magdalena Álvarez juntos. Menos mal que la Justicia en España no es el ‘politijuez’ Garzón, porque de serlo, merecería la pena bajarse del tren de la democracia y buscar otro tren para la convivencia, la dignidad y la paz. Ya se sabe que el estilo es como las uñas, es más fácil tenerlo brillante que limpio.