¡Ojo con pasar la línea roja!

jesus1.JPG Jesús Salamanca Alonso

Parece que estamos jugando a confundir a alguien. Hablamos de “proceso de paz” y ni siquiera hay guerra. Tal vez muchos piensen que la paz es sólo la guerra sin declarar. Pero lo más curioso no es cómo se escribe la historia, sino cómo se borra.

Algunos han olvidado que las víctimas de ETA murieron para que no se tuvieran que arrodillar la democracia y el Estado de Derecho. Tengo la certeza de que la desconfianza y el miedo se han instalado en la sociedad. Confirmado el chivatazo de dos policías al recaudador de ETA para evitar entorpecer el mal llamado proceso negociador, esa desconfianza ha subido varios peldaños. Hablamos de colaboración con banda armada y en nuestro ordenamiento jurídico, la colaboración con banda armada es delito. Ahí es nada, policías “correveidiles” del entorno etarra: antes se infiltraba a los policías en la banda para conocer y manejar los movimientos, pero resulta que ahora hay policías que colaboran ‘hombro con hombro’ con la banda asesina. Parece que la corrupción vuelve a la política y atrapa a la mujer del César. Ni los más viejos del lugar.

Llegados al punto del colaboracionismo es muy delgada la línea que nos separa de la entrega del Estado de Derecho a quienes han masacrado a la sociedad española, y particularmente a la sociedad vasca, durante casi cincuenta años. A pesar de la situación actual y de la paralización absoluta de las negociaciones, Rodríguez Zapatero es un político responsable y sabe que la “línea roja” no debe ser traspasada. Con lo que no cuenta el entorno etarra es con la rebelión de la sociedad civil si esa línea llegara a traspasarse.

Si alguna vez el garante de la democracia y del Estado de Derecho peca de dejadez o se equivoca, es su sustento civil quien debe asumir las riendas de la razón y del sentido común. No hay duda de que – en palabras de Esopo — la rueda más estropeada del carro es la que hace más ruido.

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