Archivo diario: 31 enero, 2007

Desconcierto del PSE y PNV

jesus2.JPG Jesús Salamanca Alonso

El desconcierto zapateril es descarado y descabellado, aunque también es verdad que la oposición sigue sin saber jugar sus bazas. Ni Mariano Rajoy fue tan duro en el Congreso de los Diputados, ni el presidente Zapatero acertó a decir lo que pretendía. Parece evidente que no es suficiente con ser español y tener dieciocho años para dirigir el grupo más numeroso de la oposición. Semejante pensamiento puede aplicarse al presidente Ibarretxe, una vez demostrada su habilidad para generar conflicto y vadear los problemas.

La pena es que no todos estamos contra ETA. Leopoldo Barreda no se cansa de repetir que el discurso del lehendakari vasco, tras la manifestación celebrada en Bilbao, «no fuese contra ETA, sino para impulsar la negociación política con los terroristas». Y es que Ibarretxe ha pedido que se superen cuanto antes las muertes de las dos últimas víctimas, para seguir negociando cuanto antes con ETA. Algo así como ‘el muerto al hoyo y el vivo al bollo’ . Es la misma escuela de Arzallus: hoy condeno el atentado y mañana sigo poniendo palitos en las ruedas. Pero va más lejos al manifestar que la banda no debe ser derrotada. ¿A dónde quiere llegar? ¿Va a seguir marginando a las víctimas y premiando al entorno de ETA, como ha hecho casi siempre? “Flirtead con las ideas cuanto queráis — decía Graf — pero en cuanto a casaros con ellas, andad cautos”.

Por lo que hemos comprobado a lo largo de los años, ni Ibarretxe conoce el mundo abertzale como creíamos, ni en su partido le aplauden las gracias. El tiempo acabará poniendo a cada uno en su sitio. Es evidente que el sitio de Ibarretxe no es el que ahora ocupa.

El presidente vasco no parece saber que el 75 por ciento de los españoles exige al presidente Zapatero que rompa con ETA, a la vez que nueve de cada diez españoles opinaban que la banda terrorista volvería a atentar. No es menos llamativo que la mayoría considere que el presidente Zapatero está obligado a hacer autocrítica y a rectificar.

Las rarezas no se circunscriben al PNV. Patxi López continúa jugando a interpretar el sentimiento de la siniestra abertzale. Después de sus reuniones con Otegi se considera un experto en negociación antiterrorista, cuando en realidad aún confunde negociar con ‘txikitear’. ¡Otro como Eguiguren, aunque sin maltratos a las personas de su entorno! Lo que aún no tenemos claro es si GARA dice la verdad respecto a las reuniones anteriores al 22 de marzo: si la dice, Zapatero debe ir vaciando los armarios de La Moncloa y, si GARA miente, deberá responde de contribuir al enfrentamiento entre partidos y entre ciudadanos.

Absurdo ‘proceso de Zapatero’

jesus2.JPG Jesús Salamanca Alonso

“Ya ven, nos han teñido de sangre las Navidades y Zapatero en Doñana, como si no pasara nada”, decía un insigne socialista, para quien el presidente acaba rompiendo todo lo que toca. Alguno ha llegado a confesar que hasta Alfonso Guerra ha escondido la pizarra de Suresnes para que no termine hecha añicos.

Ya no se puede mirar hacia otro lado. El presidente ha fracasado. Y lo ha hecho con un gran ridículo. Ningún presidente anterior había pecado de tanta ignorancia, tanta perversión, tan poca cordura, tanta sordera y tanta mala fe. Ha tenido que resucitar la bestia, alimentada por la insensatez, para comprobar que el presidente había perdido la cordura democrática. Hasta en su tierra leonesa se lo reprochan.

Demasiados absurdos se escondían tras la conceptuación de ‘proceso’. Pretender negociar con los abanderados del terror y renunciar a derrotarlos parece más propio de un saltimbanqui político y de un cavernícola retro-progre que de un líder equilibrado. En Europa no se creen lo sucedido. Zapatero ha vendido humo en cesta y ni siquiera la orden dada a los voceros mediáticos y enigmáticos fantasmas evitará que se llegue a la verdad.

Toda la culpa del “accidente mortal” es de ETA y solo de ETA. En tanto que al presidente Zapatero solo hay que reprocharle su nefasta gestión, así como permitir que ETA resucitara, se rearmara, actuara en el país vecino y se envalentonara. También es su responsabilidad y de su entorno que Batasuna reinara en la calle, en vez de estar donde debe: en la cárcel.

En ese entorno del presidente, no hay que olvidar el papelón de Joan Mesquida. Nunca antes un director general de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado había sumido en semejante depresión a sus miembros, a la vez que ha incrementado el sentimiento de inseguridad ciudadana. Pero ha ido más lejos: ha dejado al Gobierno con las posaderas a la intemperie, al demostrar que es un pilar más de su actual división. Si a ello añadimos la existencia de nula coordinación ministerial, sospechosa desinformación y excesivo tiempo alimentando al avestruz, ya tenemos cuatro ingredientes para ser cesado cuanto antes. No obstante, si tuviera la honradez de dimitir, le evitaría a Rubalcaba un mal trago.

victimas.JPG Homenaje a las víctimas

¡Ojo con pasar la línea roja!

jesus1.JPG Jesús Salamanca Alonso

Parece que estamos jugando a confundir a alguien. Hablamos de “proceso de paz” y ni siquiera hay guerra. Tal vez muchos piensen que la paz es sólo la guerra sin declarar. Pero lo más curioso no es cómo se escribe la historia, sino cómo se borra.

Algunos han olvidado que las víctimas de ETA murieron para que no se tuvieran que arrodillar la democracia y el Estado de Derecho. Tengo la certeza de que la desconfianza y el miedo se han instalado en la sociedad. Confirmado el chivatazo de dos policías al recaudador de ETA para evitar entorpecer el mal llamado proceso negociador, esa desconfianza ha subido varios peldaños. Hablamos de colaboración con banda armada y en nuestro ordenamiento jurídico, la colaboración con banda armada es delito. Ahí es nada, policías “correveidiles” del entorno etarra: antes se infiltraba a los policías en la banda para conocer y manejar los movimientos, pero resulta que ahora hay policías que colaboran ‘hombro con hombro’ con la banda asesina. Parece que la corrupción vuelve a la política y atrapa a la mujer del César. Ni los más viejos del lugar.

Llegados al punto del colaboracionismo es muy delgada la línea que nos separa de la entrega del Estado de Derecho a quienes han masacrado a la sociedad española, y particularmente a la sociedad vasca, durante casi cincuenta años. A pesar de la situación actual y de la paralización absoluta de las negociaciones, Rodríguez Zapatero es un político responsable y sabe que la “línea roja” no debe ser traspasada. Con lo que no cuenta el entorno etarra es con la rebelión de la sociedad civil si esa línea llegara a traspasarse.

Si alguna vez el garante de la democracia y del Estado de Derecho peca de dejadez o se equivoca, es su sustento civil quien debe asumir las riendas de la razón y del sentido común. No hay duda de que – en palabras de Esopo — la rueda más estropeada del carro es la que hace más ruido.

Dudas y sospechas

jesus.JPG Jesús Salamanca Alonso

No entendemos el regalo a Batasuna y al entorno etarra. Nos llama la atención una coincidencia de fechas: reunión con el entorno de ETA y regreso a la judicatura del mal llamado “juez estrella”. Sin embargo, vuelven a desconcertarnos las dos recientes detenciones. ¿Será el tira y afloja al que se refería el presidente Rodríguez Zapatero?

A nadie se le oculta que ese regreso ha generado cierta preocupación. Sería un despropósito buscar el aplauso cuando de terrorismo se trata. En las democracias serias, la Justicia no pierde el tiempo atendiendo al clima social y a la situación política. La Justicia es garante del Estado de Derecho y lo demás son gaitas marineras, ganas de incordiar y afán de alcanzar extraños y personales objetivos.

Cuando se habla de la seriedad de la Justicia, el ciudadano suele recordar actuaciones y estilos de trabajo como los que hemos presenciado con Grande-Marlaska. Otras formas de trabajo suelen quedar en la anécdota y posiblemente para el chiste vespertino de taberna. De la misma forma que los jueces interpretan la ley, los ciudadanos lo hacen con los actos y resoluciones. El derecho a hacer, decir y decidir lo es para todos y no sólo para quienes pisan acolchada alfombra, sin riesgos ni sobresaltos.

Mientras que el Gobierno encuentra aliados y cooperadores donde el sentido común encuentra sospechas, con la seriedad de actuaciones como la de Grande-MarlasKa el ciudadano se siente protegido y seguro. Hay “regresos a escena” que generan duda: es algo así como que la Justicia se quita la venda y mira de reojo a la política. También esa sospecha se alimenta del flaco favor que han hecho a la sociedad los dos supuestos miembros de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. Ver para creer y oír para dudar.

El sentimiento de duda y sospecha está en el ambiente. Ni siquiera el dubitativo “juez estrella” debe estar seguro de su resolución, por cuanto quiere saber de qué se trata en las reuniones “colaboracionistas”. Es como amenazar con tirar la piedra, pero sin soltarla de la mano. Algo así como “que me miren, pero que no me vean”.

Para los gustos se hicieron los colores. Actualmente se aprecia una opinión bastante extendida: Grande-Marlaska, refrendado por una impecable actuación judicial, ha dejado “tan buen sabor de boca” que el ciudadano está convencido de que la aplicación de la ley sí es posible sin buscar estrellatos. A pesar de la banda terrorista, de su entorno y de los chivatos que colaboran con ellos para facilitarles el camino, Montesquieu no corre peligro y eso es un alivio.