Anne Igartiburu

Por una televisión pública sin «corazón»

Seré breve, porque cierta gentuza vive precisamente de la publicidad gratuita, y no es cuestión de contribuir más a sus abundantes cuentas corrientes. Hoy se ha anunciado la ruptura entre Kiko Rivera, el hijo de Isabel Pantoja, y la modelo Jessica Bueno. La relación de estos dos personajes ha ocupado innumerables espacios en revistas del corazón y programas televisivos durante los pocos meses que ha durado, incluyendo un anuncio de boda, un supuesto embarazo, un presunto aborto, una cancelación de boda y un nuevo anuncio de boda. Cualquiera con dos dedos de frente sospecha que asistimos al último (ojalá) episodio de un inmenso montaje destinado a cobrar exclusivas en revistas del corazón (dos portadas en «Hola») y a inflar la imagen mediática de dos individuos (ella y él) sin más oficio y beneficio que facturar falsas noticias y acudir a «bolos» discotequeros. Bueno, Kiko Rivera ha actuado en la última entrega de «Torrente», y no creo que Santiago Segura esté muy satisfecho con la imagen de su «actor»…

El asunto de «Paquirrín» ya apestaba a montaje, y no solo por la diferencia con la que la Naturaleza ha tratado a los presuntos novios. Por mucho que uno pueda creer en el amor más allá del atractivo físico, resultaba del todo inverosímil el anuncio de aborto natural a los dos meses de gestación de la novia: Jessica Bueno volvía al gimnasio tan campante pocos días después de un trance que resulta extremadamente doloroso (física y moralmente) y traumático para cualquier mujer que lo padezca. Increíble capacidad de recuperación la suya. Pero, qué más da, Kiko, Jessica e Isabel Pantoja (especial navideño incluido) están y seguirán en el «candelabro».

Cada uno es libre de creer (o de no creer) lo que quiera, y de consumir la información basura y las ruedas de molino que se le pongan delante. Incluso resulta lícito que los medios de comunicación privado se hagan eco de estos mensajes y nos cuenten hasta el más mínimo detalle de las vidas de estos engañabobos. Basta con cambiar de cadena. Lo que no parece de recibo es que se le dediquen espacios en los medios de comunicación públicos. El programa que presenta Anne Igartiburu en TVE 1, todos los días de semana de 14.30 a 15.00 horas, ha dedicado horas de emisión a Kiko Rivera y a su pantomima, y también a la esposa del torero Jesulín de Ubrique, María José Campanario, después de ser condenada por estafa y falsedad. Este último caso es todavía más grave, pues se ofrece cobertura informativa pública más que benevolente (entrevistas muy comprensivas con la condenada, pobrecilla ella) a una persona que, según se ha demostrado en los tribunales, defraudó gravemente al sistema de Seguridad Social de este país, sumido en una profunda crisis. El dinero DE TODOS (los presupuestos de TVE) se destina a mejorar la imagen de una mujer que nos ha hurtado A TODOS.

Bien harían los nuevos gestores del ente público (si cambian con el nuevo Gobierno) en prohibir cualquier cobertura de las mal llamadas cuestiones del corazón (corresponden, en todo caso, a vísceras menos nobles), y que en todo caso estos espacios se dedicasen a informarnos de aspectos personales de ciudadanos más honorables y meritorios. Un ejemplo: no es lo mismo hablar del lado humano de Rafa Nadal, Vicente del Bosque o Josep Carreras, personas de probada valía profesional y personal, que de otros individuos cuyo único mérito es haberse casado con (o ser hijo de) tal o cual personaje de la farándula, y que no han tenido más beneficio en su vida que la venta de exclusivas. Léase Kiko Rivera, María José Campanario y Belén Esteban, por citar tres casos palmarios. ¿De verdad ofrecer bazofia es «servicio público»?

Claro que, esto es España, un país en el que «el dinero público no es de nadie». Y así nos va.

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Rafael Rodríguez López (Rafa López)
Periodista + información

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