11-S: la duda ofende

Diez años después del 11-S, poco o nada nuevo se puede añadir a los millones de reflexiones que se han vertido sobre este acontecimiento, los mayores atentados terroristas de la historia, los más investigados, vistos en directo por buena parte de la humanidad, y los mejor documentados. Lo que acabo de afirmar, que es obvio para casi todo el mundo, es todavía negado, pasada una década, por algunas personas que se tienen por inteligentes. Parafraseando a Aznar, quienes ponen en cuestión la responsabilidad del terrorismo islamista en el 11-S no viven en el Pakistán profundo, «no se esconden en desiertos lejanosni en montañas remotas. No diré más». Solo que algunos de estos listos escriben en la prensa, y hasta alguno ha tenido familiares muy cercanos como testigos de la tragedia.

Seguramente yo no estoy tan bien informado como los que sostienen la teoría de la conspiración. Es muy posible que sea un ingenuo al considerar imposible que la CIA o el FBI, o el Departamento de Defensa de EEUU hayan decidido matar a miles de ciudadanos norteamericanos para poner en marcha una escalada bélica en Irak y Afganistán. Seguramente no sé nada de las Torres Gemelas, aunque pude visitarlas, ni del carácter de los norteamericanos, pese a que viví allí cierto tiempo.

No perderé el tiempo en refutar uno a uno los argumentos de los que sostienen que fue EEUU, y no Al Qaeda, quien planeó los ataques. Lo piensan quienes aseguraban que Osama Bin Laden no existía, o que había sido agente de la CIA. Que un avión no impactó contra el Pentágono, que fue un misil. Que es imposible que un piloto sin mucha experiencia pudiese acertar en las Torres Gemelas (cualquiera que haya estado en esos edificios soltará una carcajada al leer esto)… Que los judíos fueron avisados para abandonar las Torres Gemelas antes de los atentados (tenía que aparecer el antisemitismo por algún lado). Y otras argumentaciones que no llegan ni a la categoría de leyendas urbanas. Curiosamente, los que creen a pies juntillas en esta teoría de la conspiración tachan de fascista al que cuestione cualquier aspecto de la versión oficial sobre el 11-M.

Los que siguen manteniendo estas absurdas teorías no solo ofenden a las miles de víctimas y a las personas que, heroicamente, ayudaron en las labores de rescate y recuperación, en muchos casos, entregando sus propias vidas de una forma admirable. También persisten en el error de minusvalorar la peligrosidad del terrorismo islamista, una amenaza comparable a la que supuso el nazismo en los años 3o del siglo pasado.

La Real Academia define «necio» como «ignorante y que no sabe lo que podía o debía saber», «imprudente o falto de razón», «terco y porfiado en lo que hace o dice». No se me ocurre un calificativo más preciso para ellos.

P.D.: Viendo uno de los numerosos documentales que se emiten estos días sobre el 11-S, me entero del testimonio de un corredor de bolsa musulmán, que en su huida del derrumbe de una de las torres cayó y fue levantado del suelo por un ultraortodoxo judío, tocado con una kipá y con los característicos tirabuzones. «Vamos, hermano, salgamos de aquí», le dijo. Una anécdota que define el espíritu de Nueva York en aquellos trágicos días.

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Rafael Rodríguez López (Rafa López)
Periodista + información

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