Solana y la carpeta de Zapatero

Las declaraciones de Zapatero demuestran que España, más que una democracia, es una partitocracia. Si hace años acaparaba artículos la famosa «libreta azul» de Aznar, ahora parece que es ZP el que se gusta deshojando la margarita. Una de dos, o no ha tomado una decisión sobre su continuidad, lo cual no dice mucho acerca de su claridad de ideas, o sí la ha tomado y la oculta a los votantes y a la opinión pública internacional. No sé sabe cuál de las dos opciones es peor. En un país con cerca de cinco millones de parados debería estar delimitado ya ese horizonte. El futuro del actual presidente del Gobierno no tendría que ser objeto de controversia. Hay asuntos mucho más importantes de los que ocuparse. Tal vez Zapatero y el PSOE saben, a la luz de las encuestas, que designar ahora un candidato sería marcar al caballo perdedor, y esperan a mejores tiempos.

Personalmente no deja de sorprenderme que en ninguna de las quinielas a la candidatura del PSOE, ni actualmente ni en el pasado, figure alguien como Javier Solana. No hay nadie en ese partido con el perfil internacional, la experiencia y la preparación de Solana. Ha ostentado tres carteras ministeriales, ha sido secretario general de la OTAN y ha desempeñado el cargo de responsable de Exteriores y Seguridad de la Unión Europea durante diez años. Físico de carrera y diplomático, estudió en universidades de Estados Unidos y habla perfectamente inglés. No despierta fobias y destaca por su talante moderado y pragmático. Milita en el PSOE desde 1964, cuando el partido aún era ilegal, por lo que no cabe acusarle de oportunismo. Todos estos méritos, claro está, contrastan con el escaso bagaje de alguno de los posibles sucesores de Zapatero como posibles candidatos del PSOE. José Blanco, Carmen Chacón… Tan solo Rubalcaba puede presumir de una trayectoria comparable a la de Solana, aunque muy inferior en prestigio internacional. La edad juega en contra de Solana (tiene 68 años), pero lo cierto es que tampoco en anteriores legislaturas se contó con él. A mí siempre me ha caído bien, y además ha tenido el detalle de buen gusto de elegir Bueu, en Galicia, para veranear año tras año. Por eso, vistos sus méritos, nunca he entendido que el PSOE le dejase de lado. Tal vez es demasiado inteligente como para enfangarse en el cenagal de la política española. En cualquier caso, la marginación de Solana demuestra que en este país no cuentan tanto los méritos profesionales como la camarilla a la que pertenezcas y, particularmente en la política, la capacidad que tenga el político de turno de manejar los hilos del partido de forma maquiavélica, y de situarse siempre cerca del «One». Ya se sabe que «el que se mueve no sale en la foto». Esa ha sido la gran asignatura pendiente de Javier Solana. Por eso hace tiempo que ya no aparece en la foto del PSOE.

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Rafael Rodríguez López (Rafa López)
Periodista + información

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