Archivo 11 agosto, 2011
Cómo evitar la recaída
La economía mundial ha vuelto a dar señales de debilidad. La inflación en China ha superado el 6%, por encima del objetivo del 4%, lo que hace pensar que el Gobierno chino restringirá aún más el crédito. El paro en EE.UU. en julio se ha reducido en menos de 130.000 personas y The Economist cifra en un 50% las probabilidades de que su PIB decrezca en los próximos 6 meses. Los crecimientos de Italia y España han sido anémicos y las han puesto en el punto de mira de los especuladores. Las exportaciones alemanas se han frenado…
Desde luego hay que denunciar que, en un mundo finito y de recursos limitados, la economía solo pueda funcionar si crece de forma infinita. Pero ése será el tema de otra entrada. El de ésta es qué hacer para evitar que la economía mundial vuelva a caer en la recesión y se agrave todavía más el desempleo y el empobrecimiento que los países desarrollados vienen sufriendo desde 2008.
¿Por qué está pasando esto? El economista Nouriel Roubini lo explica en un artículo de El País del 08/08/2011: «Las autoridades, tanto políticas como monetarias, se han quedado sin munición para combatir la crisis. Los tipos de interés están en niveles históricamente bajos (cerca del 0% en EE UU y en el 1,5% en la zona euro). Los Gobiernos, enormemente endeudados y bajo tremenda presión de los mercados, recortan gastos y aplazan inversiones que serían de gran ayuda para reanimar la actividad. Los bancos no prestan dinero porque ellos mismos no tienen nada fácil acceso al crédito. Muy castigadas por la falta de préstamos y la debilidad de las ventas, las empresas recortan plantillas y rebajan sus expectativas de beneficios. Y los ciudadanos, agobiados por las hipotecas y alertas ante la posibilidad de perder su empleo -si no lo han perdido ya-, limitan el consumo a lo imprescindible.»
Paul Krugman, premio Nobel de Economía, propone para salir de la crisis aumentar la inversión pública con el fin de crear empleo, aprovechando que los tipos de interés siguen siendo históricamente bajos. Gastar hoy para recoger mañana, pese a que ello aumente el déficit público.Roubini, por su parte, cree que el BCE debería haber bajado los tipos de interés para ayudar a España e Italia.
Efectivamente, hay que crear empleo gastando dinero público. Pero eso no tiene necesariamente que aumentar el déficit. Lo primero que tendrían que hacer los países más poderosos del mundo, todos en dificultades, es ponerse de acuerdo para eliminar totalmente los paraísos fiscales. Paralelamente deberían eliminar las deducciones fiscales a las multinacionales, que les permiten, cumpliendo la legislación, sustraer una parte importantísima de sus beneficios a las haciendas nacionales. Solo en España, el Sindicato de Técnicos del Ministerio de Hacienda cifra en 42.711 millones de euros los impuestos directamente defraudados por las grandes empresas en 2010. Es de suponer que los impuestos eludidos al menos dupliquen esta cifra.
Además habría que imponer una tasa sobre las operaciones financieras especulativas: por ejemplo: quien venda cualquier producto financiero que ha comprado hace menos de un mes deberá pagar el 1% de su valor. Esto permitiría recaudar miles de millones y frenaría la especulación, que es uno de los factores tras la debilidad económica.
Los Gobiernos deberían dedicar el dinero suplementario así recaudado a inversiones que crearan empleo. Por ejemplo, en España, a subvencionar la formación de personas para cubrir puestos demandados por la industria, pero que no se cubren; a personal de guardería y a residencias de ancianos. Todo de forma gradual, equilibrada, paulatina, sin crear burbujas ni provocar desestabilizadores desplazamientos de población.
En EE.UU. el tipo de gasto necesario sería muy diferente. Krugman ha clamado repetidamente en el desierto sobre el calamitoso estado de su infraestructura: carreteras, puentes, aeropuertos, autopistas, líneas eléctricas… se encuentran prácticamente abandonados desde hace lustros. Debería lanzarse un plan gigantesco (pero, repito, bien hecho, gradual, equilibrado, paulatino…) para actualizarlas. Tantísimas empresas de tantos países, no solo norteamericanas, serían necesarias, que representaría un fortísimo y duradero impulso para toda la economía mundial.
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