Desarrollo

Crear valor

Tal como contaba en Combatir la pobreza, en un entorno no desfavorable, una sociedad humana que funcione correctamente tiende a acumular riqueza. En el mundo actual estamos asistiendo a una destrucción acelerada de valor. Un ejemplo son los tipos de interés nominalmente nulos en Europa, y en la práctica, negativos, pues la inflación persiste. Otro tanto les sucede a las bolsas europeas. Más grave aún es el declive poblacional, tildado por algunos de suicidio demográfico. Sin confianza en el futuro, las personas fértiles no tienen todos los hijos que querrían tener, y que superarían la tasa de reposición (2,1 hijos por mujer). Una desconfianza plenamente justificada por los bajos salarios, la inseguridad laboral y la carestía de la vivienda.

Resulta paradójico, pero lo que crea valor (algo inmaterial) es la confianza. A comienzos de junio de 2019 se están hundiendo las bolsas mundiales (destruyendo por tanto el valor acumulado de las acciones que allí se negocian) porque la decisión de Trump de represaliar con aranceles a México para que frene la inmigración ilegal extiende el temor a un desencadenamiento de políticas similares en todo el mundo.

Para crear valor hay que generar confianza. Y la confianza se genera, en primer lugar, no amenazando. En segundo lugar, evaluando correctamente la situación, sin histrionismos ni alarmismos. Y en tercer lugar, poniendo en marcha medidas paulatinas, eficaces y consensuadas, y vigilando la respuesta que obtienen.

El primer paso para empezar a crear valor es renunciar a imposiciones arancelarias unilaterales, y dejar que la Organización Mundial del Comercio vaya levantando poco a poco las barreras que todavía persisten. El segundo es la aplicación estricta del Acuerdo de París contra el cambio climático. Si no hay futuro, y la tendencia actual va hacia catástrofes climáticas que podrían ocasionar la pérdida de entre el 15 y el 25 % del PIB mundial (en 2018 este fue de 78,9 billones de dólares, por lo que estas pérdidas alcanzarían los 20 billones de dólares), entonces es imposible que los bienes valgan más.

Imaginemos una aldea amenazada por un posible incendio donde los habitantes se enfrentan a la posibilidad de vender sus propiedades o arriesgarse a que el fuego las arrase. La reacción normal será vender a precio de derribo, con lo que todo el valor de casas y cultivos se reducirá prácticamente a cero ANTES siquiera de que las llamas hayan rozado un tejado. Quedará destruido el valor de los bienes, toda una vida de trabajo, esfuerzo y privaciones, incluso de los que se nieguen a vender. Porque el precio de algo no se genera por los esfuerzos que ha costado fabricarlo, sino por la utilidad previsible que le va a sacar quien piensa en comprarlo. Por eso, para crear valor, es necesario crear confianza en el futuro. Hay que sustituir la confrontación por la negociación. Una mala paz siempre es mejor que una buena guerra.

De modo más particular, se crea valor para un país, o incluso para una empresa, si se administra correctamente: si se toman las medidas adecuadas para que prospere, para que venda bien sus productos o servicios, para que forme a sus ciudadanos o empleados, para que cuide su salud y bienestar. Todo ello hace que más empresas quieran instalarse en ese país y (repito: si se administra correctamente) aumente el precio de sus suelos, crezcan los salarios y se incremente la prosperidad.

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Dos Estados

Es necesario poner fin al conflicto israelí-palestino, parte esencial del conflicto árabe-israelí. Aunque no tuviera efectos en otros países, existiría el deber moral de forzar un acuerdo y hacerlo respetar (por no hablar de los grandes beneficios económicos que supondría la paz en la zona). Pero es que los tiene; es que la pervivencia del conflicto israelí-palestino alimenta otros conflictos, como el del Líbano, Al-Qaeda en el norte de África y Afganistán.

Mario Vargas Llosa: «Aunque las bombas caen sobre Afganistán, el origen de esta guerra, y también su recurrencia cíclica así como su solución, tienen como escenario principal el Medio Oriente. Mientras el conflicto palestino-israelí continúe abierto, con su periódica ración de asesinatos, acciones terroristas, incursiones armadas y operaciones de represalias por parte de uno y otro bando, la crisis que se ha abierto entre un sector importante del mundo islámico y los Estados Unidos y Europa occidental seguirá agravándose y provocando violencias de incalculables consecuencias para el futuro de la humanidad.»

El acuerdo debe basarse:

  • en la Resolución 181 de la Asamblea General de Naciones Unidas del año 1947;
  • en lo ofrecido por el primer ministro israelí, Ehud Barak, en la Cumbre de Camp David del año 2000 (el 95 % de Cisjordania y la Franja de Gaza, así como la soberanía palestina sobre Jerusalén Este); y
  •  en la Iniciva de Paz Árabe (retornar a las fronteras establecidas por la ONU antes de 1967, normalización de las relaciones con Israel, retirada de sus fuerzas de todos los territorios ocupados, incluido el Golán, Estado palestino independiente en Cisjordania y la Franja de Gaza, con Jerusalén Oriental como su capital, así como una «solución justa» para los refugiados palestinos).

Israel no tiene más remedio que propiciar la solución de los dos Estados. No puede esperar a cambio conseguir seguridad de manera inmediata (pero sí a largo plazo). La dinámica demográfica hará que pronto los ciudadanos de origen árabe sean mayoritarios en el actual Estado de Israel y en los territorios que ocupa. Negar el derecho de voto a esa población supone el apartheid y va contra los derechos humanos y contra las propias leyes fundamentales del Estado de Israel (que lo establecen como una democracia parlamentaria, que reconoce el valor de la persona, la santidad de su vida, y su libertad).

El prestigioso intelectual israelí Amos Oz, partidario de los dos Estados, cree que, de lo contrario, Israel acabará convertido en un país árabe o en una dictadura sionista. La situación de guerra permanente exacerba los ánimos y puede hacer que el electorado israelí se incline por opciones radicales, que enconarían todavía más la situación.

Es fundamental que el acuerdo dibuje un Estado Palestino viable en cuanto a tierras cultivables, agua, conexiones entre sus partes y comercio exterior. En eso Israel puede permitirse ser generoso, devolviendo tierras productivas o con agua que ha ocupado indebidamente, a cambio de tierras secas, improductivas o desérticas, ya que Israel posee el dinero y la tecnología necesarios para llevar agua y cultivos a esas tierras, lo que no es el caso de los palestinos.

La estrategia de buscar un acuerdo total que dé paso a una convivencia pacífica no ha funcionado. Debe intentarse otra vía: con el objetivo de dos Estados (de territorio específico pendiente de determinar) tratar de llegar a múltiples acuerdos parciales sobre agua, energía, circulación de personas y mercancías, relaciones internacionales, etc., que permitan un funcionamiento efectivo del Estado palestino y la reducción del sufrimiento de su población. Israel debe comprometerse (y EE.UU. hacer respetar ese compromiso) a no volver a destruir la infraestructura palestina (como en las operaciones Plomo Fundido o Margen Protector) ni a estrangular su economía. Quizá así se vayan tejiendo lazos hasta dejar los asuntos en los que el acuerdo es más difícil listos para una negociación valiente.

No tiene sentido que Israel exija seguridad a cambio (por ejemplo, si habitantes de un pueblo participan en atentados, le cortará el suministro de agua). En un primer momento la seguridad se la debe proporcionar Israel por sí mismo (deteniendo a los que vayan a cometer atentados, preferiblemente, o, si ya se han producido, a los autores). Posteriormente, a medida que la población palestina mejore sus condiciones de vida, los atentados disminuirán.

La situación actual es de bloqueo. Los palestinos no tienen nada que perder (por eso son tan peligrosos), mientras que Israel puede perder mucho: cada vez está más desprestigiado internacionalmente, en un mundo donde se valora mucho el «buen» comportamiento de un país y se represalia (como Israel ya está sufriendo, con la Campaña BDS y otras) la conducta indecente. Sí, puede ganar guerras, pero le salen carísimas y no son eficaces. Ha de empezarse un nuevo camino o todo seguirá como hasta ahora.

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El agua

El agua dulce es el recurso más escaso del planeta. Según la ONU, en 2016 la escasez afecta al 40 % de la población. Para 2050 afectará a más del 60 %, debido al aumento de la demanda (más población) y la reducción de la oferta (cambio climático, contaminación, reducción del nivel de los acuíferos y salinización).

Es perfectamente posible suministrar agua al 100 % de la población mundial. Incluso suministrar una demanda eficiente (80 m3 por persona y año). Tanto para el consumo de las personas como para riego y necesidades de las empresas. El agua de mar es ilimitada. Solo hay que desalarla empleando energías renovables (utilizar energías fósiles empeoraría todavía más el cambio climático).

Teniendo siempre en cuenta que los recursos de la Tierra son limitados, que los estamos consumiendo a dos veces y media la velocidad con que los genera, y que deberíamos ir hacia un decrecimiento hasta alcanzar un equilibrio, tal como propongo en Para evitar el colapso general habría que tomar, respecto al agua, las siguientes medidas:

1. El primer objetivo es la sostenibilidad del suministro. Si, por ejemplo, (caso real de Libia) hay que escoger entre explotar un acuífero fósil (que no se rellena) y desalar con energía solar, se debe escoger lo segundo, aunque sea mucho más caro, porque es lo sostenible. En el caso de Libia, se calcula que el acuífero fósil se agotará en unos 60 años, por lo que las faraónicas obras hechas para explotarlo se volverán inútiles.

2. Se debe invertir lo suficiente en la red de distribución para reducir las pérdidas siempre por debajo del 20 % e, idealmente, por debajo del 5 %. Las tuberías tienen una vida útil, digamos 30 años (depende mucho del material, el revestimiento interno y externo, el suelo donde se asiente, si lleva agua para beber o residual, etc.). Todas las tuberías que componen la red deben irse cambiando antes de que superen su vida útil.

3. Toda el agua que se suministre debe cobrarse. A un precio justo y suficiente para mantener la red, como se ha explicado en el punto anterior, para sufragar los gastos de depuración y, en el caso de aumentos de población, para acometer nuevas inversiones.

4. Las empresas que suministren agua deben ser públicas. La tecnología del agua es muy madura, por lo que la entrada de una empresa privada no supone ahorros significativos. Lo que hace la empresa privada es aumentar el precio de la tarifa para obtener su beneficio.

5. Las tarifas deben depender de los metros cúbicos consumidos, no de la renta del consumidor. Se debe penalizar el consumo excesivo (para lo cual, los datos de los abonados al servicio de agua deben cruzarse con los del padrón municipal). Por ejemplo, si en una casa hay empadronadas cuatro personas, y consumen 200 m3/año, se les cobra a 1 € el m3. Si consumen 300, a 3 € el m3, y si son 500, a 6 €. De esta forma se incentiva el ahorro.

6. Un sistema similar debería seguirse en los usos industriales. Por ejemplo, una empresa que fabrique papel: hay varias tecnologías. Unas consumen menos agua, pero son más caras. La tarifa de agua de esa papelera debería depender de su consumo y de su producción de papel, de modo que, si para producir 1 tonelada de papel, con la tecnología más eficiente, se necesitan 10 m3 de agua, y la empresa ha producido 10.000 toneladas, pero consumido 200.000 m3 de agua, se le aplica un fuerte recargo, para incentivarla a adoptar una tecnología que consuma menos agua.

7. Y para riego, lo mismo: cada cultivo necesita una cantidad de agua de riego por hectárea (1 kilo de patatas necesita 132 litros; uno de plátanos, 499) con la tecnología más eficiente (en general, goteo, pero puede haber otras). Se ha de regar siempre de noche, para evitar la evaporación que causa el sol. Al agricultor que sobrepase el consumo eficiente, recargo que lo incentive a mejorar su tecnología. Los canales de riego deben estar revestidos con un recubrimiento a prueba de filtraciones. También tienen una vida útil, por lo que han de sustituirse antes de que la superen. Las conducciones de riego entubadas tienen muchas menos pérdidas por evaporación que las abiertas.

8. La empresa pública de agua no debe subvencionar las tarifas a los pobres. Es el Estado el que debería devolver a las familias pobres que lo solicitaran (a través del sistema que propongo en Combatir la pobreza energética) una parte de la factura, de modo que no superara los 3 € mensuales, siempre que no se rebasara el consumo eficiente (punto 5; si se rebasa, se paga entera).

9. La compañía de agua debe ser totalmente pública. Incluso debería explorarse la posibilidad de que sus accionistas fueran los propios abonados. En Madrid, por ejemplo, cuando uno pide el alta en el suministro, le exigen 50 € de depósito. Ese dinero podría ser una suscripción obligatoria de acciones de la empresa. No cotizarían y el abonado no las podría vender, pero sí podría votar en las juntas de accionistas, sobre las tarifas, los sueldos de los directivos y las inversiones.

10. Todos los sueldos de la compañía deberían ser públicos y tener un límite de 10 veces el salario mínimo. No podría dar ningún tipo de privilegio a los empleados (casas subvencionadas, coches oficiales, vacaciones baratas). Ni siquiera tarifas de agua reducidas. Los salarios de los directivos deben contener un incentivo por reducción de agua no cobrada (perdida en la red o robada por consumidores sin contador).

11. Solo podría contratar personal por concurso público y no podría tener más de 1 empleado por cada 2.000 abonados (para evitar que los directivos enchufen a sus familiares o amigos).

12. Para la sostenibilidad, es fundamental la estabilidad de los acuíferos. Debe medirse constantemente su nivel y la calidad de su agua (salinidad, contaminación).

13. Ha de cuidarse sumamente su nivel dentro del ciclo de sequías e inundaciones de la zona. Por ejemplo, si el nivel de un acuífero oscila entre 400 m los años de lluvias, y 300 m los de sequía, y en un año de sequía se ha llegado a 310 m, hay que dejar de extraer agua de ese acuífero y buscar otras fuentes. Desalación, por ejemplo. U otro acuífero menos agotado.

14. Además, cuando haya agua disponible, se deben recargar artificialmente los acuíferos.  Pero bien, no de cualquier manera, de la forma adecuada a la configuración hidrológica de la zona, y tras estudios y pruebas muy cuidadosos.

15. El paisaje ha de diseñarse de modo que se favorezca, o por lo menos no se perjudique, la recarga natural de los acuíferos: grandes extensiones de plantas, zonas de tránsito del agua de lluvia adecuadas (con poca pendiente) para que el agua sea absorbida por el terreno en vez de lavarlo, etc.

16. Para todo esto es necesario establecer una red sólida de recogida de datos (lluvias, sequías, caudales, niveles de acuíferos…) que abarque el mayor número posible de años pasados, y establecer modelos de comportamientos futuros, que deben irse validando y mejorando constantemente, con los nuevos datos. En esta base sólida deben fundarse los posibles nuevos desarrollos (embalses, conducciones, encauzamiento de ríos…).

17. Todas las aguas residuales deben depurarse lo suficiente para devolverlas a la naturaleza sin impacto y que puedan ser usadas para riego. Es posible que la depuración, que debe pagarse con la tarifa, no pueda implantarse de golpe, por el coste repentino que supondría para los usuarios, pero han de hacerse campañas de concienciación pública e inversiones graduales para que esté implantada en un plazo de 20 años (aunque pagar los créditos necesarios pueda llevar otros 20).

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Cómo deben ser las ciudades

Las ciudades bien planificadas, donde desde el hogar se puede ir a pie al trabajo o al ocio, son las mejores. Lo ideal es que la gente trabaje y se divierta sin salir del barrio donde vive. 

Integración modal: intentar que todos los ciudadanos tengan a su alcance al menos un modo de transporte público (metro, autobús, tren, tranvía…). Y a ser posible, que no se solapen (por ejemplo, no tiene sentido que una línea de autobuses repita el trazado de una línea de metro). Son recomendables los pactos sociales por la movilidad (qué líneas de transporte público se hacen, qué aparcamientos disuasorios se construyen, qué carreteras se amplían…) respaldados directamente por los ciudadanos.

Si la trama urbana es poco densa (porque hay muchas viviendas unifamiliares o muchas áreas vacías) resulta difícil encontrar soluciones de transporte urbano eficaces y sostenibles. Los nuevos barrios deben planificarse en alta densidad (modelo Benidorm). Las zonas de residencia, trabajo y ocio no deben colocarse en extremos diametralmente opuestos de la ciudad, sino que deben entremezclarse tanto como sea posible, y planificarse nuevas centralidades (es decir, en lugar de un solo centro al que los ciudadanos acudan, debe haber más de uno).

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Escalones para conectar un asentamiento humano al desarrollo

1. Carreteras: debe haber vías por donde pueda transitar un camión normal. Aunque sean de tierra, pero transitables. No inundables y que no pueda cortar una crecida. Una comunicación fluvial puede ser una alternativa. Si el asentamiento se encuentra tan apartado que es flagrantemente antieconómica su conexión, debe estudiarse su traslado a otro emplazamiento (con análogas condiciones agrícolas, climáticas y paisajísticas, que además, de manera imprescindible, permita a los habitantes el mismo modo de ganarse la vida u otro diferente, pero necesariamente mejor) más conectable. El asentamiento abandonado sería destruido y se permitiría que la naturaleza lo invadiera e integrara. Esto no se aplica a las tribus que se desea mantener en su estado primigenio, ni a los nómadas.

2. Electricidad: no es necesario conectar el asentamiento a la red eléctrica general. Se puede instalar energía solar, o hidroeólica, o un generador de gasóleo. Pero es necesario que tenga electricidad para superar los dos escalones siguientes.

3. Agua potable y agua corriente: la electricidad permite hacer funcionar bombas que la extraigan de pozos.

5. Educación: debe haber instalaciones, material y personal para formar a todos los niños y niñas entre cinco y quince años, y también alfabetizar a los adultos que lo deseen. En ese asentamiento o en otros a los que se pueda llegar en menos de una hora, a pie, en bicicleta o en autobús escolar.

6. Saneamiento: las aguas fecales deben conducirse lejos del asentamiento, para evitar enfermedades.

7. Tratamiento de residuos: con la misma finalidad de evitar enfermedades deben tratarse las basuras. Se intentará que todos los residuos sólidos que produzca el asentamiento sean orgánicos para facilitar su tratamiento (compostaje, generación de metano, etc.).

8. Depuración de las aguas residuales, para que vuelvan a la naturaleza con impacto cero.

9. Telecomunicaciones: el asentamiento debe conectarse a la red de telefonía móvil.

10. Salud: debe haber instalaciones, material y personal para atender a la salud básica de todos los habitantes. En ese asentamiento o en otros a los que se pueda llegar en menos de tres horas por carretera a una velocidad no susceptible de provocar accidentes. 

Las autoridades del país deben hacer un estudio exahustivo de todos los asentamientos, decidir cuáles pueden transitar viablemente por los anteriores escalones, y cuáles es recomendable trasladar, siempre con el acuerdo de sus habitantes. Si están en desacuerdo, no se trasladarán, pero tampoco se hará ninguna inversión. 

A partir de ese estudio, gradualmente, según se vaya disponiendo de dinero, se irán haciendo inversiones que permitan a los asentamientos ascender escalón a escalón.

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Combatir la pobreza

El combate contra la pobreza, que elijo definir como la falta de recursos económicos de una persona física y mentalmente sana para atender a sus necesidades de nutrición y alojamiento, debe desarrollarse en dos frentes:

– pobreza en los países desarrollados.

– pobreza en los países no desarrollados.

Obviamente, si esta definición puede aplicarse a una persona, también puede aplicarse a una colectividad, a una región dentro de un país, o a un país entero.

En los países desarrollados (cuya definición es controvertida, pero que elijo definir como los 49 de índice de desarrollo humano muy alto) la pobreza debe combatirse con los recursos propios del país aplicando las medidas siguientes:

1. Sanidad universal y gratuita sin excepciones, incluidas las enfermedades mentales y la planificación familiar. 

2. Educación primaria y secundaria universal y gratuita. Educación universitaria según los parámetros propuestos en El pago de las carreras universitarias, con becas suficientes para las familias de menos ingresos.

3. Lucha sin cuartel contra el fraude fiscal hasta que caiga por debajo del 10% del PIB. Si es necesario, mediante la eliminación del dinero en efectivo, la bancarización obligatoria de todos los ciudadanos y la restricción de las actividades financieras de las empresas al catálogo mínimo necesario, que se realizaría exclusivamente a través de canales informáticos controlados (y, obviamente, gravados) por el Estado.

4. Red suficiente de guarderías y residencias de ancianos a precios acordes con los ingresos.

5. Servicios estatales que proporcionen eficazmente empleo a parados o les doten de la formación que el mercado demanda.

6. Educación sexual a partir de los 10 años. Aborto libre y gratuito hasta los tres meses de gestación.

7. Derecho a alquilar una vivienda por una renta acorde con los ingresos, según se detalla en esta otra entrada. 

8. Pensión mínima para todas las personas mayores de la edad de jubilación y que no hayan cotizado suficientes años.

9. Renta mínima (al menos dos tercios del salario mínimo) para toda persona mayor de edad y menor de la edad de jubilación que no tenga bienes ni ingresos, condicionada a aceptar empleos que la persona pueda realizar, o a formarse para realizarlos.

10. Subvenciones al consumo energético. 

Dependiendo de la situación, para ser beneficiario de alguna de estas medidas, aparte de la comprobación de no poseer bienes ni otros ingresos, podrá exigirse ser nacido en el país y llevar residiendo en él un número razonable de años (por ejemplo, más de diez). 

En los otros países, combatir la pobreza puede requerir un planteamiento más condicional y ayuda exterior.

– Si la pobreza se debe a conflictos armados persistentes, antes de nada hay que acabar con ellos. Si existen resoluciones de la ONU (casos de Palestina y Sáhara Occidental, por ejemplo), aplicándolas, y si no, tratando de establecerlas, mediante un proceso abierto, en que participen todas las partes y de cuyas soluciones no se excluya a ninguna.

– Si se debe a fuertes sequías o inundaciones periódicas, deben construirse en el país, a cargo de la cooperación internacional, las infraestructuras hidráulicas necesarias para impedirlas.

– Si se debe a que catástrofes como terremotos o tifones destruyen una y otra vez viviendas e infraestructuras, dejando a la población en la miseria, deben construirse en el país, a cargo de la cooperación internacional, edificios especialmente preparados para resistirlas.

– Si se debe a que una cleptocracia acapara las riquezas de la nación y deja en la miseria a la gran mayoría de habitantes, debe imponerse a ese país un embargo: no podrá exportar materias primas hasta que todos los ingresos por ellas reviertan transparentemente en toda la población.

– Si el país está ahogado por la deuda externa, se debe renegociar, ampliando plazos y reduciendo intereses, hasta que sea sostenible.

– En general, para los países pobres ayudan las campañas de vacunación y desparasitación. También extender, en lo posible, las redes de agua, depuración, educación, salud, carreteras, electricidad y telecomunicaciones móviles.

– En todo caso hay que favorecer la transparencia, la libertad de información y el buen funcionamiento de un sistema judicial independiente.

– Tres cuartas partes de los pobres del mundo son agricultores. Elevar la productividad de las explotaciones es por tanto un modo muy eficaz de luchar contra la pobreza. Lo primero es asegurar que los frutos de la tierra reviertan en el agricultor, y que no pueda perderla. Tratando de tener en cuenta al máximo la situación en cada país, intentando mejorarla con medidas eficaces en vez de contraproducentes, se han de dar a los agricultores derechos de propiedad sobre la tierra que cultivan. Se han de evitar las acumulaciones de tierras (por ejemplo, mediante un impuesto que, por encima del número de hectáreas necesario para mantener a una familia, grave tanto la tierra que su acumulación se haga antieconómica). También se debe evitar que los bancos se queden con las tierras de los granjeros que no pueden pagar los créditos, por ejemplo imponiendo en estos unas carencias de hasta cinco años en que se producen condiciones adversas extremas (sequías, plagas…). Y por supuesto, favorecer la productividad mediante riego, fertilización y selección de semillas respetuosos con el medio ambiente.

– Hay que favorecer las industrias de transformación. Es preferible, por ejemplo, que un país exporte gasolina y gasóleo, tras construir una refinería, a que exporte crudo. Que exporte conservas de pescado en lugar de cobrar a barcos de otros países por pescar en sus aguas. Es necesario remover los obstáculos que para estos productos refinados puedan suponer los aranceles de otros países.

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Mete "Lo que hay que hacer" en Google y mira qué te sale: enlaces a un libro "Lo que hay que hacer con urgencia" del que las primeras páginas no están disponibles para descargar. Y mientras, tu ciudad, tu país, tu planeta bullen de problemas a los que no se pone remedio adecuado, cuando existen soluciones para todos. Escribo este blog desde Madrid, España, la Tierra, para unir mi voz a los que proponen estas soluciones y presionan para que se apliquen.
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