Archivo 5 junio, 2011
Cómo hacer DE VERDAD que las cosas cambien
El Movimiento 15-M no es la primera revuelta pacífica multitudinaria que se ha dado en España. Yo he conocido al menos otras dos: la revuelta estudiantil de 1985, personalizada en el Cojo Manteca, y las acampadas para dar el 0,7% del PIB a los países pobres. Las dos fracasaron. Armaron mucho ruido, concitaron mucha atención, pero no consiguieron sus objetivos. El 15-M se arriesga a lo mismo, con ese asambleísmo permanente que lo lleva a la parálisis.
Los últimos cambios a mejor más importantes sucedidos en la vida de los españoles a mí me parecen los siguientes:
- La drástica reducción del número de muertes en la carretera. Nos hemos ahorrado miles de vidas y miles de familias destrozadas, y ahora conducimos más seguros.
- La ley de dependencia: con todos sus defectos, sus restricciones presupuestarias, su saboteo por algunas autonomías, sus sangrantes retrasos en su aplicación, su efecto perverso de subvencionar a los familiares cuidadores (casi siempre cuidadoras) de dependientes en lugar de abrir residencias especializadas donde personal especializado atienda a los enfermos y al final de su dura jornada pueda irse a casa, con todo eso, digo, ha mejorado la vida de decenas de miles de personas, proporcionándoles ingresos muy necesarios y haciéndoles sentir que no están solos en la adversidad.
- El matrimonio homosexual: miles de hombres y mujeres han podido satisfacer un derecho legítimo de unirse ante la ley.
- La ley antitabaco: bares y discotecas por fin libres de humo. Todos los trabajadores de esos establecimientos sin la amenaza de cáncer por causas laborales.
Ninguno de estos cambios ha sido conseguido por unos cuantos miles de personas que se hayan puesto a gritar en una plaza. Todos son producto de modificaciones en las leyes que nos rigen y de su aplicación estricta (salvo, por desgracia, en el caso de la ley de dependencia).
Si el 15-M quiere hacer realidad sus justísimos deseos de una ley electoral más equivativa, una mejor lucha contra la corrupción, supresión de los privilegios de los políticos o publicación de los patrimonios de todos los electos y altos cargos, no le queda otro remedio que transformarse en partido político, concurrir a las elecciones y llevar estos puntos en su programa.
Sería aconsejable que los candidatos y candidatas fueran elegidos por los militantes mediante listas abiertas y que la lista final fuera «cremallera» (mujer-hombre-mujer-hombre….). Asimismo, para evitar las tentaciones de medrar que, también con toda justicia, denuncian, candidatos y candidatas deberían suscribir un compromiso notarial por el que se comprometen a no volver a presentarse a las elecciones, ni entrar en ningún otro partido, ni aceptar cargo alguno, con la contrapartida de pagar un millón de euros si lo incumplen.
Si por el contrario el 15-M desea quedarse en la cómoda utopía y que su levantamiento siga el destino del Cojo Manteca y el 0,7, que continúe con el asambleísmo estéril
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