La ignorancia de Carmen Chacón asombra a los mandos
Debo confesar que estoy sorprendido. Hace unos días decía en un artículo que me alegraba del nombramiento de Carme(n) Chacón como ministra. Y me alegraba a pesar de que sabía que estaba ante una antiespañola, ante una persona que durante años apoyó todo lo que iba contra España (contra la “puta España”, que decían ella, sus amigos, aliados y mediocres que anteponían Cataluña a España), ante quien dio aires y aventó las horteradas y barbaridades de aquel ‘mindundi’ mediopensionista a quien España se la sudaba “por delante y por detrás”.
Que la cabra tira al monte, no hay duda. Antes o después se echa al monte, si no lo está desde hace tiempo. Me recuerda a alguno de los directores generales de la Junta de Castilla y León, que se echaron al monte hace tiempo y se cachondean de Juan Vicente hasta la extenuación. Sí, como lo oyen, se echan al monte acusando a los demás de haberlo hecho. Y no solo eso, sino que tienen cogido ‘por las colgaderas’ al propio presidente.
Carme(n) Chacón, digna ministra de defensa hasta ayer, se ha echado al monte al atentar contra la libertad de los militares y presumir de su situación frente a las mujeres en estado de buena esperanza. Nunca una sola mediocre había hecho tanto daño a tanta gente digna. Chacón ya ha demostrado que no se merece el pan que come y, mucho menos, los honores que la han regalado. Su chulería vulgar le ha perdido y le ha granjeado las antipatías y la risión del personal. De todo el personal: empezando por el de tropa y acabando por el personal civil de su propio ministerio.
No solo actúa como predica, sino que representa la vergüenza de la igualdad y la discriminación positiva. Que se lo pregunten a las barrenderas embarazas, a las maestras itinerantes, a las albañiles en estado de buena esperanza y a todas aquellas mujeres que arriesgan en su trabajo, orgullosas del estado de gestación. Al fin y al cabo, Chacón — tal vez, la mayor mediocridad de la obra de Zetapé, desde la negociación y coalición con ETA — ni arriesga, ni nada; es una mediocridad dentro de una situación ministerial.
Desde ayer se ha convertido en lo más vulgar que acoge un Ministerio. Los altos cargos del ejército la ven como enemiga y más ahora, desde que ha empezado a atentar contra la libertad individual y la colectiva. Se ha adueñado de Internet, sabedora de que es un medio donde se la desprecia hasta el grado máximo. Y por donde se le atacará por sus atrocidades y su patosa misantropía.
Nunca los ciudadanos nos hemos sentido tan avergonzados. La satisfacción nos ha durado cuatro días. El carácter fascista que la acompaña donde va, ha salido a relucir con inmediatez. Y es que la izquierda lleva el cartel de parricida desde hace lustros: empieza matando a su hermanastra, la libertad, y acaba ahorcando a su madre, la República.
Carme(n) Chacón ha hecho honor al pensamiento de Claude Chabrol, cuando decía que la “la tontería es infinitamente más fascinante que la inteligencia. La inteligencia tiene sus límites, la tontería no”.