¡Menudo espectáculo estamos presenciando! Nadie puede poner en duda que es lo más parecido al ejército de Doroteo Arango. En Madrid no se ponen de acuerdo por algo tan hermoso como la palabra LIBERTAD. Quienes la niegan demuestran reminiscencias y atracción por el ominoso pasado donde no se gozó de ella y, quienes la piden, es porque saben que urge su necesidad. Ni los partidos, ni sus dirigentes, ni los sindicalistas con miedo a la libertad han sabido estar a la altura de las circunstancias; lo que demuestra que es urgente una regeneración de partidos y un extenso cambio de mentalidad sindical. Y claro, de los representantes y pepinos de la odiada y odiosa ‘cultureta’,…¡mejor no hablar!
El ambiente político lleva muchos meses crispado: por una parte, el presidente ha tratado a la ciudadanía como si de estafermos se tratara. No ha sabido mantener una línea coherente y hemos avanzado de mentira en mentira, de corrección en corrección. Por otra parte, desde el PP no se cansan de poner palitroques en las ruedas e insisten en meter el dedo en el ojo del Gobierno. Hasta el momento, el más coherente ha sido el lehendakari vasco, al reconocer que es muy negativa la imagen que han proyectado los políticos con motivo de las distintas manifestaciones. Es de suponer que también se ha mirado en el espejo.
El nefasto espectáculo ha estado muy repartido y ha alcanzado a numerosos ámbitos. Exigir el “fin de la violencia” ha sido el dardo para que Batasuna no acudiera a la manifestación de Bilbao. El pobre Patxi López ha tenido que rectificar su postura, lo que no se entiende tras haberse reunido con Otegi en vivo, en directo, en diferido, a escondidas y por correspondencia. Otros han hablado de “parcheo”, caso de Barreda. Rubalcaba se ha contradicho en apenas unas horas, como cuando el GAL, ¿quién no recuerda al ministro negándolo todo y echando la culpa al mensajero (prensa)? Zapatero y sus ‘lapsus linguae’ son cada vez más preocupantes y emponzoñados. Los Peones Negros se extienden más y más cada día que pasa. El terrorismo callejero guarda desagradables sorpresas, cada vez con mayor frecuencia. José Borrell reconoce el ridículo de la Eurocámara. Y, como no podía ser de otra forma, no se ha obviado el terrorismo en la III Conferencia de Presidentes, de ahí la improcedente resolución presentada por los dirigentes autonómicos del Partido Popular para que el Gobierno cambie su política antiterrorista.
Con todos esos ingredientes, y muchos más que están en el ambiente, Rodríguez Zapatero tenía que reaccionar tras una semana noqueado. En esta ocasión no ha precisado correcciones, ni desmentidos. Por fin Fernando Moraleda se ha sentido útil, aunque sea paseando junto al presidente. El “punto final” del proceso se ha escuchado en labios del jefe del Ejecutivo. ¡Ya era hora, mangas verdes! “Lo que sucede en la calle es imposible que se calle”, dice el refranero. La obcecación y torpeza de nuestro presidente parece no entender que la batalla por los derechos de los ciudadanos es la batalla más efectiva por la paz; aunque la ‘cultureta’ grite, insulte, maldiga y odie el sentido común, tanto como un mayoritario sector social aborrece el reparto de odio por parte de los abanderados de la denostada ‘cultureta’ en justa reciprocidad.