Cada día hemos de esforzarnos en hacer efectiva la extensión del derecho que todo ciudadano tiene a la educación, contribuyendo a eliminar el analfabetismo, proporcionando educación básica obligatoria y no obligatoria, así como abordar acciones conducentes a la formación integral y permanente de las personas adultas en la triple vertiente: sociocultural, académica y laboral.
La Educación de las personas adultas, inmersa en un concepto más amplio como es la educación permanente, debe potenciarse en todas sus variantes, de acuerdo con la demanda social. Esa potenciación pasa por ampliar las ofertas formativas en función de la demanda, así como dar amplia cobertura a los idiomas y a las tecnologías de la información y de la comunicación dentro del currículo de los centros específicos que atienden los diferentes ámbitos territoriales de cada región.
Como bien se decía en la Declaración de Hamburgo, la educación a lo largo de toda la vida es más que un derecho: es una de las claves del siglo XXI. Aprender durante toda la vida supone replantearse constantemente los contenidos de la educación.
No existe duda alguna respecto a la reversibilidad de la educación: educando nos educamos. La educación, en clave del siglo venidero, pasa por fomentar la cultura de la paz y del diálogo, defender la democracia desde las reglas democráticas, promover la justicia y la igualdad entre sexos, así como el desarrollo en las vertientes social, política y económica.
Cuando tanto se habla de la globalización, hay que manifestar que la cultura de la paz sigue siendo imprescindible, posible y necesaria en una sociedad globalizada con clara dependencia de las Tecnologías de la información y de la comunicación: las TIC determinan la necesidad de desarrollar un pensamiento creativo de anticipación que nos va a ayudar a compartir valores, porque esta globalización nos acerca cada vez más. Empezamos a darnos cuenta de los problemas que tienen otras personas en otras partes del mundo. Igualmente, los idiomas nos ayudan a comprender los puntos en común. Por tanto, hay que seguir descubriendo y creando nuevas formas de expresión de estos principios. Es fundamental no regatear esfuerzos a los principios que la UNESCO lanzó al mundo en el Manifiesto 2000, y que siguen estando en vigor actual, como respetar los valores, compartir tiempo y recursos, promover un consumo responsable o reinventar la solidaridad, por ejemplo.
En Castilla y León, a pesar de la dejadez de la Consejería de Educación, los docentes entendemos que la educación a lo largo de toda la vida es uno de los desafíos más interesantes a los que se debe hacer frente. Se trata de superar los déficits existentes en la educación y formación de los jóvenes, afectados por el fracaso escolar, y de los adultos que no tuvieron ocasión de alcanzar el grado de formación anhelado, sin olvidar toda la gama de demandas que surgen ante las nuevas exigencias de la sociedad moderna. Aquel “aprender a aprender” siempre estará de moda, desde el momento que sienta las bases de futuro y es el origen de nuevos aprendizajes. Ya no hay una edad exclusiva para aprender. Siempre estamos aprendiendo; la vida es un proceso inacabado de aprendizajes nuevos, donde lo reglado no es más que la fase inicial de un largo recorrido que dura mientras dura la vida.