Las críticas hacia Mariano Rajoy son cada vez mayores, al igual que lo es la crisis en la que está inmerso el Partido Popular. La cuestión radica en el prolongado silencio del todavía líder del partido y en el afán de muchos afiliados y simpatizantes por escuchar a Rajoy que deja la presidencia del partido. La disciplina preocupa, porque solo ha sido respetada por los cargos. No así los afiliados y simpatizantes del PP que han convocado reuniones en provincias, al margen de las estructuras provinciales y de sus presidentes.
La reunión de la Junta Directiva Nacional es lo que ha contenido las fuertes críticas de los más cercanos y más propensos a ocupar cargos durante la legislatura que ahora comienza. A partir de la reunión de dicha Junta el estruendo puede ser mayúsculo y las críticas feroces.
Se ha acabado la confianza en Mariano Rajoy. Quienes más le apoyaron, hasta hace unas semanas, hoy piden que se marche y que dé paso a las nuevas generaciones; pero lo hacen en voz baja, por si aún les toca algo en la reunión de rebajas de la Junta Directiva Nacional. Las voces críticas han fijado un margen y un tiempo, pero seguramente no van a consentir ni un minuto más.