Este artículo de Isabel San Sebastián ha sido censurado en los medios.
-«CONFIESO que dejé de cantar hace tiempo. Por más que admire el trabajo de nuestros sanitarios y agradezca de corazón su heroico sacrificio cotidiano, creo que los millares de muertos que deja esta pandemia merecen un respeto incompatible con cualquier manifestación festiva. España está de luto riguroso, por mucho que el presidente del Gobierno se niegue a proclamarlo oficialmente como si así lograra tapar las consecuencias de su negligente gestión. España llora a las incontables víctimas de esta tragedia, aterrada ante la crisis brutal que se cierne sobre nosotros. Y aun así, España resistirá al Covid-19, como proclama la canción del Dúo Dinámico convertida en himno de supervivencia.
Cuestión distinta es qué precio político pagaremos y si seremos capaces de resistir muchas más comparecencias de Pedro Sánchez en el Congreso, escuchando sus intervenciones plagadas de mentiras, su tono insufriblemente despectivo cuando se dirige a la oposición o la actitud servil que adopta al dar la réplica a sus socios de Podemos, Bildu, ERC, Compromís y demás compañeros de viaje hacia el abismo. Unos compinches cuya coincidencia es absoluta a la hora de exigir más maná procedente de la teta del Estado, que ni uno solo de ellos ha contribuido jamás a engordar con sus aportaciones.
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¿Cómo va a salir de esta situación un país dirigido por políticos que jamás han levantado la persiana de un negocio ni pagado una contribución a la seguridad social, y que solo saben derrochar lo que ganamos otros?
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Lo reconozco sin ambages: no puedo con el personaje. No soporto la desfachatez con la que profiere embuste tras embuste, como ese último según el cual España bate récords de contagiados y difuntos porque es el país que hace más test a la población. ¿Cabe mayor desvergüenza? Aquí los únicos que disponen de pruebas a voluntad son los miembros del Ejecutivo y sus familias, mientras los demás únicamente accedemos a tal privilegio en caso de extrema gravedad. Pero Sánchez lo afirma sin despeinarse, con la misma fatuidad arrogante con la que se ufana de haber sido pionero en la adopción de medidas de contención de la pandemia, cuando la evidencia, la prensa internacional y los institutos más prestigiosos lo señalan como ejemplo de lo contrario, tal como le recordó ayer Pablo Casado aportando una catarata de datos.
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España no hace test porque no los tiene. Porque la empresa a la que el Ministerio de Sanidad pagó 17 millones de euros para que comprara una «ganga» inservible, Inter Pharma, con un capital social de 85.000 euros, se dedicaba a la comercialización de cosméticos o geles vaginales y ni siquiera contaba con una licencia de importación hasta que el Ejecutivo se la proporcionó a toda prisa, después de hacerle el encargo. ¿Quién se ha enriquecido con esa operación letal para miles de ciudadanos? ¿A qué amiguete se ha beneficiado en detrimento de los españoles? ¿Por qué no ordena el ministro Marlaska a la Guardia Civil perseguir a los responsables de ese gigantesco timo en lugar de mandarla a combatir, según ha desvelado el general Santiago, a quienes en uso de la libertad de expresión criticamos legítimamente la nefasta actuación de un Gobierno cuyo altísimo coste sostenemos con nuestros impuestos?
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España resistirá, porque no le queda otra, pero la democracia que nos ampara está seriamente amenazada. Si Sánchez y sus cómplices consiguen amordazarnos, si logran rendir por hambre a los medios y profesionales que todavía les plantamos cara, no habrá quien denuncie sus errores ni ponga límite a sus abusos. Y eso es exactamente lo que persiguen. Perpetuarse en el poder silenciándonos».-
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(Isabel San Sebastián).