El Consejo Escolar del Estado, donde están representados todos los sectores de la comunidad educativa, ha pedido a la ministra que dé explicaciones de cuanto ha expuesto a los medios.
Por Jesús Salamanca Alonso / Hace tiempo dije en este mismo medio que la educación no está de moda. Generalmente, cuando se habla de ella, es por necesidad y no por ser un tema recurrente como la política o la economía. Desde que la ministra de Educación y Formación profesional lanzó el reto a la opinión pública ya se piensa en el curso 2020-2021, pero antes hemos de resolver el final del curso presente. La cuestión es peliaguda. Antes de septiembre llegará junio y hay que adoptar muchas soluciones previas: salud e higiene, fechas, clases, grupos, ratio, alumnado, coordinación con la comunidades, asistencia presencial y a distancia o semipresencial…
La cuestión de la finalización del curso no pude esperar. Las instrucciones de comienzo del curso que elaboraron las respectivas consejerías de educación ya no sirven porque la realidad es diametralmente opuesta a la que existía en septiembre de 2019; téngase presente que esas instrucciones se elaboraron en junio de ese mismo año. Ahora toca sentarse, debatir para contrastar puntos de vista y, ante todo, dar certidumbres a los padres porque esto no es cuestión de fe. La presunta “nueva normalidad” de la que hablan los expertos hay que tenerla en cuenta y, sin salirse de ella, empezar a planificarla. Una vez más vamos a comprobar las diferentes velocidades que existen entre autonomías; de esas ya da cuenta el informe PISA cada vez que publica resultados.