De circo en circo. Acusar al Gobierno de la voluntad de José Ignacio de Juana Chaos es una forma de confundir términos y negarse a asumir responsabilidades. Y eso es lo que se está haciendo en Askatasuna, donde siguen sin saber si suben, bajan o se columpian. Teatro al que también ponen música, pero de muy mala calidad, los seguidores de Etxerat y su músico Estanis Etxaburu, quien ha calificado de “circo cruel” la reunión de los magistrados. Y se quedan tan tranquilos.
Claro que para circo el que ha montado Garzón al no imputar a Arnaldo Otegi por sus afirmaciones en la rueda de prensa posterior al atentado etarra de Barajas. Para el que fuera juez ‘estrella’, Batasuna y la izquierda abertzale “son entidades o movimientos diferentes”, desde el momento que esta última supone un concepto “mucho más amplio”. En una palabra: Batasuna tampoco debe ser parte del entorno abertzale. ¡Te contradices, Baltasar! Este chiste tiene menos recorrido que un caramelo a la puerta de un colegio. Por la regla de tres que aplica Garzón, los profesores no pertenecen al ámbito de la enseñanza, ni los jueces al ámbito de la judicatura. ¡Que alguien pare tanto capricho!
Pero volvamos a De Juana Chaos. El preso está siendo tratado como un señor. El Gobierno está cumpliendo con todas las atenciones que puede hacerlo un Gobierno democrático; incluso me atrevo a decir que se está pasando en atenciones. Tal vez lo haga por miedo, pero lo está haciendo. Se está prestando excesiva atención a un asesino por el hecho de no comer. En España hay ocho millones de pobres de solemnidad, según Cáritas, y casi nadie presta la debida atención.
Entre el circo del mundo abertzale, la ‘doctrina’ Garzón y la atención a José Ignacio de Juana, parece que nos hemos olvidado de datos muy importantes. Durante la “Tregua-Bomba”, ETA ha alcanzado plena disposición para matar, como en los peores momentos de la democracia. Y la ignorancia de Zapatero, la falta de asesores en temas de terrorismo, la dejadez, la desinformación y el fuera de juego permanente de Joan Mesquida han permitido llegar a ese punto. Se suele decir que no hay peor sordo que el que no quiere oír, pero sí hay uno peor: aquel a quien las advertencias por un oído le entran y por otro le salen.
No es plato de gusto conocer por amigos y contactos de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado — alguno de ellos aún en la ‘boca del lobo’ — que la banda ha prestado especial atención a sus cachorros y ha aprovechado a impartirles cursillos de pistoleros. Unos cursillos con un amplio programa que abarcaba desde el tiro en la nuca hasta la especialización y el perfeccionamiento en nuevos explosivos, pasando por la vigilancia a personas, la obtención de datos personales y el uso de los medios de comunicación como útiles permanentes de trabajo.
¡Y el Gobierno de Zapatero otra vez en la vendimia!