Hace unos días me comentaba un buen amigo, periodista de investigación de un importante diario, que en los próximos días mucha gente “caerá del burro” con la información que va a salir en prensa. Te recuerdo — continuaba diciendo — que estás en lo cierto cuando afirmas sobre los presos de ETA que “los propios violentos consideran que están muertos para la causa”. No te quepa la menor duda, insistía, que es cierto el discurso del entorno más radical: “No quieren oír hablar de los presos”. La violencia callejera, con su actuación, pone ‘chinitas’ para el acercamiento y la negociación.
En los recientes juicios contra presos etarras, el arrepentimiento no se encuentra en su diccionario de uso. Este es el punto de la hipocresía al que me he referido en numerosas ocasiones, en el que se incluye la internacionalización del conflicto, con el apoyo pactado del ejecutivo español. La terminología utilizada por ETA, Batasuna y el entorno de Rodríguez Zapatero, más parece una negociación entre bandas que entre bandos, donde la injusticia se extiende desde la negación de reuniones que sí han existido entre ETA y el PSOE, traicionando e incumpliendo la Ley de Partidos, hasta la presunta intención de obligar a la vicepresidenta a aceptar la candidatura a la alcaldía de Madrid, para evitar su resistencia a la futura negociación. María Teresa no está dispuesta a poner el Estado en venta: “El Estado de Derecho no se negocia”, ha repetido con insistencia.
A los presos se les ha puesto la “miel en los labios”, pero ETA sigue dando largas, a pesar del requerimiento escrito remitido a la organización por parte de los asesinos encausados. Las mesas no se van a constituir. Zapatero lo sabe y está asustado por ello. Ha depositado demasiadas esperanzas en Jesús Eguiguren, sin saber con quien se “gasta los cuartos”. El presunto líder vasco es un buen conversador en la mesa gastronómica, pero con la banda solo hará el ridículo.
El asunto de las mesas es una medida de muy mal gusto, aunque el nacionalismo vasco no está dispuesto a perder protagonismo, ni a admitir que el Estado le niegue “salir en los papeles o ver su firma en página destacada”. Los ‘cauces entre bandas’ están abiertos, pero hay miedo a dar el primer paso; tras ese avance no hay vuelta atrás. Tanto Rodríguez Zapatero, como quienes apoyan la negociación entre ‘bandas’, no ocultan su temor ante un desenlace apresurado. Es muy difícil adoptar una decisión; solo la ignorancia y la demostrada estupidez de nuestro presidente, así como el deficiente asesoramiento recibido, pueden iniciar un camino cuyo final desconocen por imprevisión, ignorancia, falta de astucia y engreimiento.