El chantaje de los violentos, utilizando la violencia callejera, no ha dado resultado. A más violencia etarra, más desprecio social. Ha quedado claro que el Gobierno no debe desbloquear nada, ni siquiera iniciar actuaciones de las que deba arrepentirse después. No hay nada que tratar con la banda, excepto la rendición y la entrega de las armas. Con asesinos y extorsionadores no se pacta, ni se negocia. Dialogar, sí, y mucho, pero para fijar día, hora y lugar para la entrega de las armas y pedir perdón a la sociedad española.
La situación de los presos es la que es. Nada va a variar. Los presos son innegociables, como innegociable es la rendición del Estado de Derecho. Hay que hablar claro de una vez: la banda y su entorno no quiere tener cerca a los presos, ya que son una rémora para el futuro de su proyecto. Digamos que son terroristas “burn out”. Es urgente una nueva Ley Penitenciaria que plantee una nueva forma de dispersión. ETA seguirá acorralada, tan pronto como José Luís Rodríguez Zapatero abandone el poder por mandato de las urnas. España no se merece un Gobierno que intente “nadar entre dos aguas” y cuya lealtad se ha puesto en duda en estos últimos meses. “Por la boca muere el pez” y eso es lo que Rodríguez Zapatero está pagando en el Consejo de Ministros: “Se muestra nervioso y atenazado, sabe que varios de sus ministros le han vendido en varias ocasiones y está con las posaderas al aire”, comentaba ayer uno de sus allegados en León. Han dejado de creer en él buena parte de los suyos.
No podemos entender que la propia Askatasuna lleve su hipocresía a extremos inexplicables. Repiten entre bambalinas que el tema de los presos no está entre sus prioridades. Pero las bases,…a las bases hay que contentarlas. Cada vez está más claro que la “Agenda” se puede cerrar tranquilamente. Aquí se acaba el mal llamado “proceso de paz”. ¿Y ahora qué va a hacer el PNV sin protagonismo? ¿Qué va a explicar el PSOE sobre los presuntos contactos que llevó a cabo hace tres años?
Sería muy duro para la sociedad española que existiera una maniobra conjunta entre la banda y los tres miembros del PSOE; ni siquiera buena parte de sus bases lo aceptaría. No se puede caer en los desatinos de los clanes y las mafias, porque el barco de la democracia acabaría encallado. Hay que saber reaccionar y la mejor forma es utilizar los instrumentos de los que dispone el Estado de Derecho. En este momento hay tres facciones de ETA diferentes y los “Borrokas” hace tiempo que están divididos. ¿Alguien sabrá llevar hasta el final el “Divide et impera” y negociar la rendición incondicional de la banda? A ello habrá que destinar todos los esfuerzos.