Batasuna sigue siendo un problema en y para las provincias vascongadas. Ha llegado a anunciar que la siniestra abertzale «estará presente en todas las campañas electorales que se desarrollen en los próximos años». Nunca esa formación ha estado en condiciones de afirmar o exigir nada, y menos aún, en el ámbito democrático. Aquella expresión de “ya se verá cómo se lleva a cabo”, en referencia a su presentación a los futuros comicios, carece de sentido. ETA ha rasurado cualquier pretensión de los ‘batasunos’ y la vicepresidenta lo ha dejado bien claro; aunque ya no es fácil fiarse de los integrantes del Gobierno.
Batasuna jamás será un referente de las distintas familias de la siniestra vasca. Y mucho menos llegará a ser alternativa. Por eso ciertas afirmaciones de Arnaldo Otegi, como que el hecho de mantener ETA intactos los objetivos del 22 de marzo son una “respuesta en clave constructiva”, deben enmarcarse en la estúpida categoría de quien se siente acorralado. Ni antes Otegi era el ‘príncipe de la paz’, como creía el Gobierno, ni ahora es el más ridículo de la clase. La violencia callejera es otro de los problemas de las provincias vascongadas. No es ningún secreto decir que se va a incrementar considerablemente en las referidas provincias y Navarra en las próximas semanas. ETA siempre está presente en la figura de la repudiada ‘kale borroka’. Ésta es un claro instrumento de coacción, reacción y propaganda. Ha sido utilizada para interactuar en el mal llamado ‘proceso de paz’ y lo seguirá siendo para demostrar al Gobierno una fuerza que ni ETA, ni Batasuna tienen ya. Y ello a pesar de la vida insuflada desde instancias gubernamentales, sin olvidar las ‘carantoñas’ de otras instancias cuyos cometidos auténticos están muy alejados de tales actitudes.
Desde el inicio de la tregua los actos de kale borroka superan con creces las dos centenas. Tal actitud no es casual. Su planificación es precisa y se extiende por las tres provincias vascongadas y por Navarra. ETA es la organizadora y los ‘pollitos abertzales’, sumisos desde su estancias en las ikastolas, ponen a prueba la disciplina aprendida, a la vez que ‘hacen escuela’ hasta que sean llamados a convertirse en Gudaris que extorsionan y matan. ETA sigue pidiendo el cese de la represión policial y judicial, como si esa existiera. Su personal retorcimiento aún les lleva a pensar que están ante un conflicto político, cuando solo se trata de una actitud democrática de un Estado contra una banda terrorista. Y la salida más común no se basa en la negociación. La estrategia es el diálogo simple; es decir, rendición, entrega de las armas y cumplimiento de penas. A partir de ahí se inicia una nueva fase que es la de la reinserción, pero esos vericuetos ahora no tocan. Como no tocaba el acercamiento a la banda durante estos meses, sino la persecución, captura y condena.
Otegi ha anunciado que dentro de un año «estaremos mejor si todos actuamos con responsabilidad«. ¿A qué nos suena esa barbaridad? En este caso responde a esa parte de amenaza contenida en el último comunicado etarra, donde se precisaba que “sus decisiones y respuestas serán acordes a las actitudes del Gobierno español”. De Estado a Estado. Ahora sí que se ha doctorado Otegi en absurdos y esperpentos. Esa es su bandera.