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10 errores de redacción a evitar

Foto de FoodJungle

Tengo la tentación de escribir que cada vez escribimos peor, que las nuevas generaciones tienen cada vez peor ortografía, y bla, bla, bla, pero como no lo he podido verificar estadísticamente, no lo voy a afirmar. Si alguien tiene datos que los aporte para enriquecer esta entrada, que en realidad, no busca más que alertar sobre diez errores de redacción que venimos cometiendo desde hace décadas, lo que me lleva a pensar en que quizás, ya hayan dejado de ser errores, por aquello de la democracia. Ahí van:

1. Evita los gerundios de posterioridad causando confusión en los lectores.

2. Lee en voz alta tus textos para evitar el malestar de utilizar rimas internas.

3. Las oraciones pasivas deben ser evitadas a toda costa.

4. El sujeto, nunca debe separarse del predicado con una coma

5. Limita tenazmente el uso de adverbios terminados en «mente»

6. El uso de «a tratar», «a debatir» son expresiones a omitir

7. Ojo con el verbo haber. Te evitará que hayan muchos problemas en tus textos.

8. Evita los anglicismos. Esta norma impleméntala cuanto antes.

9. Lucha contra los tópicos y clichés como gato panza arriba.

10. Y para finalizar, decir que debe extremarse la atención para evitar el llamado infinitivo radiofónico.

 

Vivimos para contarlo, pero no contamos con que hay que vivirlo

(Foto de Harold.Lloyd)

Nos ha tocado vivir una época en la que estamos más pendientes de hacer «check-in» en FourSquare que en observar el lugar al que llegamos; nos preocupa más sacar una foto y subirla a Facebook o Instagram que disfrutar el instante que estamos captando; estamos más pendientes de tuitear lo que alguien dice que de escuchar atentamente lo que quiere comunicar; nos afanamos más en agregar amigos y contactos a Facebook y Linkedin que en profundizar nuestros lazos con las personas que tenemos más cerca y con las que convivimos diariamente.

Aunque no soy tan extremista como Sherry Turkle, sí comparto sus inquietudes, y creo que hay que tenerlas en cuenta en este mundo digital 2.5, casi 3.0 (Tengo en mi lista de lectura inmediata su «Alone Together«. Ya llegaré).

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Aprender a conseguir dinero

Faltaba un día para la llegada de la tía Raquel, famosa entre sus sobrinos por las implacables clases de matemáticas en los veranos de suspensos y por su generosidad regalando libros de alto nivel intelectual. Así que le pregunté a Catita:

– Catita, mañana llega la tía Raquel, ¿qué prefieres, que te enseñe matemáticas o que te lea el libro del vellocino de oro?

Catita ni lo piensa dos veces.

– Papi, a mí lo único que interesa que me enseñen es a conseguir el dinero para comprarme la mansión de los Playmobil.

Chuletones y cigarrillos

Foto de Paul Swansen
Foto de Paul Swansen

Cada vez es más difícil fumar en España y muchos empresarios hosteleros están que echan humo por ello. Parece que la medida puede ser contraproducente. ¿Cuánto contaminará el humo que echan los hosteleros? ¿Afectará a los pulmones?

Escuchaba hoy en la radio que algunos dueños de bares y restaurantes optan por convertir sus locales en sociedades gastronómicas privadas para así hacerle una gambeta a la prohibición del tabaco en los espacios públicos.

El argumento de un hostelero de Zaragoza, con marcado acento maño, me pareció contundente, rayando en el axioma: «¡Cómo te vas a comer un chuletón y no fumarte un cigarrillo!». Creo que los carniceros deberían empezar a regalar paquetes de Marlboro con cada kilo de ternera.

Huelga usted mañana

Hoy España está de huelga. Huelga decirlo. Pero yo no voy a escribir del tema, pero no por una actitud huelguista, sino porque Titajú escribió una entrada tan buena que no puedo sino reproducirla. Aprovecho para recomendar su excelente blog «Un baño de espuma«, un ejemplo de cómo extraer grandes historias de la vida cotidiana de una madre de dos hijas. Ahí va su post:

Dicen por ahí que hay huelga general. Y debe ser verdad, porque la cafetería de mi barrio donde paro bastante a menudo estaba llena de gente que secundaba la huelga.

Sin embargo, toda esa gente que sigue la huelga y que tan verde ponía a los otros que no la secundaban, estaban en una cafetería que ¡fíjate tú por dónde! estaba abierta y trabajando a destajo. A cambio, han tenido que dejarse un pastón en cerrajeros para que les abriesen la verja, porque TODOS los comercios del barrio tienen palillos y loctite en las cerraduras.

He visto llorar a mi peluquera. Hace equilibrios en la cuerda floja para mantener un local con precios asequibles y seguir tirando; y ahora tiene que comprar una cerradura nueva y pagar al cerrajero; no se lo cubre el seguro porque es vandalismo.

Ana no ha podido abrir. Ha tenido que llamar al cerrajero para que le rompan la cerradura y atender su negocio, un negocio pequeño de barrio, que va a trancas y barrancas. El dueño del “mesón Segovia” está llorando  en una mesa: 220 euros le ha cobrado el cerrajero. Lo mismo que Begoña, Javier, el chico del autoescuela, el dueño del “Ipanema”… Que se jodan.

Qué bonito, ¿verdad? Qué bonito es joderles la vida a los demás porque no piensan como tú, porque todos saben que un día que no trabajan es un día que no cobran, porque todos saben que la huelga, esta huelga no sirve para nada.

Y los liberados sindicalistas, esos que no pisan el puesto de trabajo para “defender” a los trabajadores, que hacen, ¿de cafeterías, también, o echando pestes porque hoy tienen que madrugar para ir a la tv a hacer sus magníficas declaraciones?

(Aquí puedes leer el resto del post)

Diez cosas que extraño de la era pre-Internet

Foto de Marc_Smith

Foto de Marc_Smith

No quiero enrollarme con un párrafo introductorio diciendo lo importante que es Internet para nuestras vidas porque, a estas alturas del partido, ya lo sabemos todos. Pero de lo que quizás no seamos tan conscientes es de las cosas que hemos perdido con la llegada de la red. Estas son algunas de las que más echo de menos:

1. Perder el tiempo de una forma más creativa: antes, había que darle un poco a la cabeza para perder el tiempo de una forma digna y divertida. Ahora, con Internet, perder el tiempo está al alcance de cualquiera: basta con registrarse en Facebook y jugar Farmville.

2. Jugar al trivial sin que te hagan trampas: antes podías plantear preguntas y acertijos a la gente sabiendo que ponías a prueba su conocimiento. Ahora, lo único que pones a prueba es su capacidad para hacer búsquedas boleanas en Google.

3. Pensar que puedes tener ideas únicas: Antes uno podía tener ideas y pensar que era originales y que a nadie más se le habían ocurrido; hoy, una simple búsqueda en Google te demuestra que hay 10.852 personas a las que se les ocurrió lo mismo.

4. Ir de tiendas: antes uno podía ir a las tiendas y disfrutar la experiencia sabiendo que no habia otra forma de hacerlo; hoy, con las compras por Internet, ir a un comercio físico le hace sentir a uno ineficiente.

5. Hacer el payaso en una fiesta sin miedo a aparecer luego en Youtube o Facebook: Antes uno podía emborracharse con paz porque todo quedaba ahí; hoy, todos son paparazzi y, en un descuido, tu foto comprometedora puede ser contemplada por millones de personas.

6. Plagiar textos sin que te descubran: antes uno podía fusilar un texto sin miedo a que le pillaran; hoy, una simple búsqueda te pone en evidencia. (esto es sarcástico, por si alguno lo malinterpreta)

7. Disfrutar de las vacaciones sin el estrés de tener que sacar fotos y grabar vídeos a huevo para luego tener algo que subir a Youtube o Facebook.

8. Poder ser periodista en paz, sin que te recuerden todos los días que los periódicos se van a morir (porque, por culpa de Internet, no hay forma de encontrar un modelo de negocio viable) y que cualquier ciudadano puede ser periodista.

9. Solicitar un trabajo sin miedo a que el empleador te saque todos los trapos sucios en la entrevista y se conozca hasta tu marca de calzoncillos.

10. No tener que dedicar tiempo a pensar en listas como ésta para escribir entradas en un blog.

¿Se te ocurren algunas más?

Lapsus

He empezado esta entrada con muchas ganas, queriendo contar todo con gran lujo de detalles, pero al apretar la primera tecla se me olvidó lo que quería escribir. Lástima.

La gota traicionera sobre la chancla

(Foto de Todd Morris)

Cuenta Manuel en su Facebook.

«Hoy en el baño de la piscina un señor me ha meado en un pie. Iba en chanclas, me ha pedido perdón, que assssssscccccoooooo».

Y luego añade en un comentario:

Por segunda vez en mi vida me he quedado callado. Me he comido la frase «Que me has meau», porque era evidente, y he corrido a meter el pie en la lagunilla de las duchas porque era lo menos malo.

Me encanta lo de desinfectar la extremidad en «la lagunilla», que seguramente era una solución insalubre de agua y hongos, como destaca Ramón en otro comentario:

Lo mejor para los hongos de esos sitios, unas frieguitas de urea caliente.

En fin, que de todo este asunto saco dos conclusiones: primera, que en Facebook hay unas historias cotidianas buenísimas que darían para escribir un blog aparte; y segundo, que nunca iré a ninguna piscina en chanclas.

Estampas de Tenochtitlán: Avenida Constituyentes

La avenida Constituyentes, en la Ciudad de México, es una arteria ahumada por la que circulan miles de coches, camiones y trailers. El bombeo es constante. Un vehículo tras otro. Sin parar. Cruzar la calle es un suicidio. Algunos se juegan el pellejo colándose habilidosamente entre las rendijas que dejan los vehículos entre sí. Un lance con la muerte.

Me cuentan que los perros son más prudentes que los hombres y no se arriesgan a la embestida demoledora de un coche, y por eso se los ve muchas veces cruzando la avenida por los puentes peatonales elevados. Quizás su instinto sea más juicioso que nuestra inteligencia.

Los teléfonos inteligentes del futuro

En unos años, los teléfonos serán tan inteligentes que utilizarán a los humanos para comunicarse entre ellos.

PD: La tira cómica es del maestro Javier Muñoz.