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Penitencias de Cuaresma

La baalla  de Carnaval y Cuaresma, de Peter Brueghel el Viejo

A principios de la Cuaresma, le pregunté a Catita cuál iba a ser su sacrificio durante los próximos cuarenta días.

– Papi, no voy a ver la tele…

Me sorprendió tan estricta penitencia para una niña de su edad (ocho años ahora), pero me pareció un gran ejemplo de mortificación.

– Papi, solo veré el Apple TV…

Hoy, se me ocurrió preguntarle cómo iba con sus privaciones cuaresmales.

– Catita, ¿cuál es tu sacrificio de Cuaresma?

– No me acuerdo papi. Mi sacrificio está en mi corazón, no en mi cabeza.

Libertad en América

A veces Catita se subleva. Pero es genial incluso en su sublevación.

– Catita, ayúdame a llevar este plato sucio a la cocina…

Me mira con el ceño fruncido y, refunfuñando, se lo lleva a la cocina mientras exclama con indignación:

– ¡Pensé que había libertad en América!

 

(Foto de Phil Shaw, bajo licencia Creative Commons)

«Made in China» in the USA

Catita se montó un parque de atracciones en el sótano de casa y fabricó hasta sus propias entradas. Bautizó el lugar con el nombre de «Fun World» y me entregó uno de los boletos. En el reverso decía:

«Fun World Ticket», Made in China.

Cuando lo leí, no pude evitar la carcajada.

– Catita, ¿por qué escribiste Made in China en esta entrada que hiciste tú?

– Papi, es que siempre pone eso en todas las cosas que tengo.

Aprender a conseguir dinero

Faltaba un día para la llegada de la tía Raquel, famosa entre sus sobrinos por las implacables clases de matemáticas en los veranos de suspensos y por su generosidad regalando libros de alto nivel intelectual. Así que le pregunté a Catita:

– Catita, mañana llega la tía Raquel, ¿qué prefieres, que te enseñe matemáticas o que te lea el libro del vellocino de oro?

Catita ni lo piensa dos veces.

– Papi, a mí lo único que interesa que me enseñen es a conseguir el dinero para comprarme la mansión de los Playmobil.