El Ministerio de educación debe adoptar medidas concretas, en vez de considerar que los ordenadores son la panacea en los centros. Las medidas a adoptar han de tender a la mejora del sistema educativo en todas y cada una de las comunidades autónomas, con la colaboración desinteresada y decidida de éstas.
¿Y qué es lo que debe hacer el Ministerio de Educación? Pues, entre otros muchos aspectos, debe apostar por reforzar las materias instrumentales básicas; adaptar a la realidad la educación de personas adultas; potenciar la educación a distancia y abrirla a la formación profesional; efectuar un diseño nuevo y moderno de la educación secundaria; ampliar la etapa de secundaria no obligatoria a tres años (bachillerato); prestigiar la formación profesional, tanto en los ciclos de grado medio como en los de grado superior; estudiar redes de formación que, en muchos casos, las comunidades autónomas han destruido, caso de Castilla y León; asentar el nuevo sistema educativo en las plataformas de la exigencia, el esfuerzo y en el abandono del falso igualitarismo.
El logro de lo indicado no es difícil. Tampoco lanzaremos las campanas al vuelo diciendo que es fácilmente alcanzable. Pero el paso firme del Ministerio no admite recovecos ni peldaños podridos, y mucho menos la pérdida de tiempo que ha predominado hasta ahora. El paso inicial es un pacto social y político por la educación para llegar a esa mejora y negociar y aprobar el estatuto del profesorado. Lo demás, no sin esfuerzo y sacrifico, llegará por añadidura.
En definitiva, lo que precisamos es una apuesta decidida por la educación.