La actitud de algunos sindicatos empieza a pasarse de castaño oscuro. Han demostrado que son incapaces de aportar soluciones dignas a la crisis. Levantan la voz, inoperante e incompetente, cuando no deben y donde no están autorizados. Hablan de la crisis como si conocieran los entresijos de la misma, su origen y su evolución. Ni siquiera son conscientes de que se han convertido en lo mismo que las gallinas de Cafarnaún. Y además son como la gata Flora.
Como prueba de todo lo anterior, no se pierdan la solución que aporta un dirigente sindical, a pesar de su poco prestigio político y su nula repercusión mediática; para él, la solución es «que las empresas no despidan trabajadores». Sinceramente, uno no sabe si reírse a mandíbula batiente o correrle a gorrazos, que es lo que realmente merece.
Todo un secretario general de un sindicato de clase no puede ir por ahí diciendo palabras huecas y sin sentido; es decir, tonterías. La inmensa mayoría de las empresas españolas no pueden optar por reconvertir a sus trabajadores, ya que carecen de medios. Para eso están los sindicatos. Alguien debe explicar al mundo sindical que el dinero de formación es para eso y no para tapar otros gastos de la organización a cambio de la firma del currito, con la contraprestación del certificado.
Eso de «retener, reclasificar y reubicar», como dice el dirigente sindical que sigue sin dar un palo al agua, dicho sea de paso, es una frase para la galería. ¿Qué digo? es una mala frase y una peor sentencia. La empresa española no está preparada aún ni puede parar el tiempo para formar a su gente. Ni siquiera lo hace el Estado; piensen que algunas consejerías de educación, de las comunidades autónomas, por poner un ejemplo, eliminan los centros de formación e innovación educativa, como Castilla y León, y dejan que sus funcionarios docentes se formen por su cuenta. Y los sindicatos sin levantar la voz. ¡Que no les parezca poca vergüenza!
En un momento en que España es el país que más empleo destruye de Europa, por la dejadez de su Gobierno y el aplauso de los sindicatos de clase, no nos queda otra salida que ruborizarnos y dejar que las empresas busquen soluciones sin contar con el ‘barato sindicalismo’, más preocupado de liberar a su gente para garantizarse la supervivencia que de trabajar por la creación de empleo y el bienestar de la clase trabajadora.
Los sindicatos desconocen la situación económica actual. Y la desconocen porque no les afecta, además de permitirles vivir con holgura. Nunca han sabido reorientar los recursos que el Estado ha puesto en sus manos y mucho menos han sabido gestionar cuanto hace referencia a la innovación, el desarrollo, la inversión y la investigación. Lo suyo es la especulación, que nadie lo dude. Si les sacan de conjugar el verbo pedir — para seguir mamando – poco más saben hacer.
A nuestro ‘sindicalismo de gorra’ se le llena la boca de vocablos que no entiende ni sabe aplicar. Incluso en ocasiones se siente inspirado. Y ya se sabe que «nada hay más nocivo para la creatividad que el furor de la inspiración», decía Umberto Eco.
Estimado Sr Salamanca:
Zapatero pidió «cariño y apoyo» , y la UGT en su ya clásica tradición de servilismo y peloteo le corresponde con un silencio vengozoso y vergonzante. ¿ Aún queda alguién que piense que los sindicatos defienden al trabajador?