No estamos muy seguros de que el Gobierno y su presidente tuvieran interés en sacar adelante la mesa del diálogo social. Ese demostrado ‘diálogo de sordos’ apenas alcanzaba a unas medidas que difícilmente llegaban a la categoría de ‘chocolate de loro’.
La única pretensión firme del presidente Rodríguez era una foto con los mal llamados agentes sociales y con la Patronal. Hubiera sido una forma de ocultar su propia incompetencia, la falta de medidas firmes y la ausencia de nuevas estructuras para ‘alumbrar’ una reforma laboral que, dicho sea de paso, tanta falta hace.
Si bien ha quedado muy clara la actuación del Gobierno y su presidente, no lo es menos la intención sindical. Empezando por constatar que no representan el sentir del mundo laboral, mantienen estructuras caducas y jerarquizadas, ni siquiera representan a los propios trabajadores con una formación seria y mucho menos el futuro laboral del país, su presencia en la mesa del diálogo social es considerada como un simple comparsa o un camino a ninguna parte. Se levantaron de la mesa hace unos días y volvieron cual borreguitos aborregados que se quedan sin prebenda. Dan menos de sí que la economía sumergida en Mozambique.