La Conferencia de Presidentes

Por Julio José Elías Baturones, en DIARIO LIBERAL.- En pleno desafío soberanista, el presidente de la Nación ha restaurado una práctica nada oportuna: La conferencia de presidentes. Tal tradición fue instaurada por el presidente Rodríguez Zapatero a partir de su concepto de Nación discutida y discutible, de esa España “Plural” que era el modo eufemístico de hacer alusión a la destrucción de la unidad nacional y embrión de una confederación de estados taifas, preludio de las desgracias que padecemos en la actualidad.

Lo cierto es que no comprendo la necesidad y el gasto inútil de una conferencia de presidentes autonómicos, en tiempos de crisis y a las puertas de un rescate inevitable. Cuándo de lo que se trata es de reducir el exagerado tamaño de ese fiasco que se conoce como Estado de las Autonomías, viene el Sr. Rajoy a seguir los comportamientos absurdos de su predecesor. Es tan incomprensible como paradójico. ¿Para esto nos pedía una mayoría absoluta? Lo cierto es que el presidente gobierna como si no tuviera una mayoría suficiente y dependiera de los votos nacionalistas. Por otra parte, la actitud de servidumbre hace Mas, me parece indecente. No digo que se mande ya los tanques- como, por cierto, si se hizo por el gobierno de la República, en su momento- ni que se bombardee Barcelona, como manifestó el general Espartero (cada cincuenta años, dijo textualmente), pero, al menos, un poco de sentido común y de dignidad institucional.

Si de lo que se trata es de transitar a un Estado confederal de iure ( ya lo es de facto), pues sigamos las reglas de juego y consultemos al pueblo soberano, único pilar y fuente de la soberanía nacional, previo cumplimiento de la normativa constitucional prevista para la correspondiente reforma integral de la Constitución. Ahora bien, mientras esto ocurra- que también lo considere ya como inevitable, como el rescate- al menos, procuremos aparentar que todavía somos un Estado digno de ser llamado como tal.

Pero, hay que ver lo mal que estamos. Ahora entiendo por qué se ha procedido a levantar, de su fosa, al General Prim. Su momia nos mira, a todos, con perplejidad histórica, el mismo presidente del Consejo de Ministros que luchó contra el cantonalismo de antaño. Habrá que ver lo que este prohombre pensaría de nosotros, a pesar de llevar dos siglos muerto. A lo mejor lo que huele a muerto no son sus restos mortales sino un país abandonado a su suerte.

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