Austeridad, sí, pero para todos. No se ahorra reduciendo el sueldo a los funcionarios y subiendo los convenios a los trabajadores de la empresa privada. No se ahorra recortando en papel y bolígrafos pero manteniendo las ayudas del paro durante dos años de holganza. No se ahorra nombrando cargos públicos con sueldo desorbitado y sin imponer un techo a las comunidades autónomas. No se ahorra manteniendo la duplicidad o triplicidad de cometidos y, a la vez, permitiendo la existencia de las Diputaciones provinciales y las embajadas catalanas. Seamos serios, señores políticos.