Por Ignacio F. Candela.- El estreno de Jorge Fernández Díaz en la cartera de Interior es, en su primera declaración de intenciones, una burla contra todos los que decidieron en las urnas un giro para cambiar los derroteros hacia los que nos encauzaba la inicua política oscurantista de Zapatero.
Que en sus primeras declaraciones este, de primeras valoraciones, impresentable diga que la gestión del anterior gobierno fue impecable y que en ningún momento se vulneró el estado de derecho con las concesiones a terroristas; que afirme sobre la honestidad de Rubalcaba y Camacho coleando judicialmente la colaboración con banda armada en el caso Faisán; que cínicamente se estrene dando por válida la derrota de ETA presagia que, recién investido este muñidor de criminales, se encuentre con la confrontación no sólo de los ciudadanos que dieron un voto de confianza a Rajoy, sino también con el malestar sin esperanza de las Víctimas del terrorismo que han soportado lo inaguantable durante dos legislaturas. Todo un calvario para encontrarse después la traición en quien era reclamo de cambio esperanzado con una política honrada, diametralmente opuesta a los desmanes de sello delicuescente, cuyo rastro en La Moncloa era evidente con la Presidencia del Gobierno en manos de quien parecía enemigo del propio Estado.
Rajoy demuestra no vivir la realidad de una España latente en sus más delicados compromisos que no parecen ser secundarios ante una crisis institucional sin precedentes. El nuevo Presidente no parece enterarse de la existencia de las bambalinas de un escenario grotesco y falaz donde los criminales han escenificado una función, con sorna permanente, hacia el estado de derecho y los ciudadanos más vulnerables por indefensión flagrante ante los ataques recibidos desde el poder. Un poder que ha ocultado entre bambalinas la razón verdadera de una escenificación destructiva contra una España que ha sufrido corruptelas sin punición y que la política de Rajoy pretende dar continuidad actuando como títere para el gobierno saliente sospechoso de múltiples delitos.
El nuevo presidente peca de ingenuidad y se le puede venir encima una acometida generalizada de los que ya le zancadillearon un 11-M y lo apalearon con un Pacto del Tinell, arrastrando con su estulticia a millones de españoles que han tenido que soportar la ruina de sus vidas por la irresponsabilidad de una Oposición que, ahora gobernante, ya marca errores de bulto con la misma indolencia e idiocia que protagonizó durante las dos legislaturas socialistas.
¿En qué Babia se complace Rajoy para depositar responsabilidades tan delicadas y que le han llevado a gobernar, para dejar una cartera de Interior y Justicia a quienes parecen que van a dar continuidad a las falacias criminales de estos años? Díaz y Gallardón parecen ya submarinos en un gobierno que yerra en sus nombramientos. No sólo Rajoy se arriesga a que una latente manipulación estilo asalto sedes del PP el 13 de marzo de 2004, se le venga encima una vez más; también los que le votaron pueden encorajinarse y conformar una ola destructiva por no aguantarse más la vil indefensión de estos años que agravaría la incomprensión de un nuevo gobierno insensible a las demandas, a las exigencias, que ocho años han acumulado en una presión inherente a una presa a punto de reventar.
Díaz ya ha dejado la impronta de un miserable con sus primeros comentarios al frente del Ministerio del Interior. Auguro para este paleto de la situación verdadera de la España vulnerada, una asonada generalizada pidiendo a gritos su dimisión. No se puede ser más desconocido y crearse fama a primeras de cambio de proclive a la idiocia y el conformismo con lo criminal.
De Gallardón sería deseable que pusiera su inteligencia al servicio de la corriente de los descubrimientos que han posibilitado la evolución de los acontecimientos para responsabilizar, desde la Justicia verdadera, a los culpables de la situación crítica en que hemos desembocado después de la gestión errática y con rastros de múltiples delitos con la influencia zapatera.
De no limpiarse y desinfectar las cloacas; de permitir una línea continuista en las mentiras oficializadas y las encubiertas actitudes delictivas; de no regenerarse la estructura más frágil del estado de derecho que sostiene nuestras leyes y órdenes, podría suceder que vigilando Rajoy a los etarras con Amaiur de portavoces, el tiro a la nuca lo disparasen del mismo modo que sucedió el 11-M. A traición y por sorpresa.
¿De qué sirve asegurar la navegación y potenciarla- llámese Economía- si no se cambia el rumbo que nos llevaba a la deriva? Por mucho que se arregle la Economía seguiremos navegando hacia las nieblas donde puede amenazar otra tormenta como la ya padecida.
No parece que hayan cambiado las tornas. Los corsarios han dejado que otro lleve el timón de la nave, pero están escondidos en la bodega y con los cuchillos afilados en la boca esperando el momento. No tienen prisa porque saben que en la singladura igual que calmas aparentes, también llega la galerna y cualquier momento será adecuado para amotinarse si no los descubren antes y los tiran por la borda… de película de terror y no de aventuras pinta la primera actuación de Rajoy.