Hoy traemos a nuestras líneas a un personaje retorcido y de los que han echado sapos y culebras contra el ex ministro, Jaime Mayor Oreja. Nos referimos al todavía portavoz del Gobierno, Ramón Jáuregui. Lo tiene usted en la foto de arriba. Tal personaje ha sido un mandado del zapaterismo más patético. Las pruebas demuestran que es de esos personajes que funden cuanto tocan y lo mejor que podría hacer el socialismo es deshacerse de él como dirigente. Y si nos preguntan que por qué lo decimos, pues, sencillamente, porque llevamos muchos años siguiéndole y cada día nos decepciona un poco más. “Quien lee sabe mucho; pero quien observa sabe más aún”, decía Dumas.
Intentaré explicarles por qué digo eso. Miren ustedes: allá por el mes de abril de este año, exactamente el día 8 de ese mes, el Gobierno dañino del ‘Vendeburras’ de León, Rodríguez Zapatero, utilizó al portavoz citado para arremeter contra Jaime Mayor Oreja. El eurodiputado popular seguía denunciando que ETA y el Gobierno estaban en plena negociación.
No hubiera tenido mayor importancia el ataque frontal de Ramón Jáuregui de no haber sido porque sabíamos que el señor Oreja decía la verdad. Las filtraciones llegaban en esa época por muchos caminos y muchos militantes del entorno de ETA vendían información al mejor postor; era una consecuencia más de la cobardía que siempre ha rodeado a ETA y de saber que el final no iba a ser positivo para ellos. Ni que decir tiene que la información que tenía Mayor Oreja procedía de otros vericuetos.
Ramón Jáuregui no se cansó de denunciar la «obsesión enfermiza» de Mayor Oreja. Todo ello era consecuencia de las «acusaciones» del portavoz del Grupo Popular en el Parlamento Europeo. El caso es que se ha cumplido todo lo dicho por Mayor, tanto cuando decía que el Gobierno garantizaría la presencia de ETA en los ayuntamientos como cuando daba detalles sobre los acuerdos a los que se había llegado y la resolución final de la mal llamada Conferencia de paz de San Sebastián. No era más que un favor más de los que el tiempo el deberá demostrar que presuntamente había contraído el socialismo en uno de los momentos previos al acontecimiento más triste de nuestra democracia, incluso más triste que el intento de golpe de Estado.
Tampoco faltaron otros desconcertados que hicieron las mismas acusaciones, o peores, contra Mayor Oreja. De todos es sabido que María Antonia Iglesias lleva echando sapos contra el ex ministro desde que comprueba que todo se ha ido cumpliendo en su retorcido entender, cual hoja de ruta contra ETA. Igualmente podríamos decir lo mismo del ‘hermanísimo’ del todavía ministro de Educación. ¡Ya le vale su ganado desprestigio a pulso! Sería muy larga la lista si decidiésemos completarla.
Con el tiempo y con los aciertos, el portavoz Jáuregui debería pedir perdón por sus bárbaras acusaciones y por las atrocidades que le hacen decir. No solo debería caérsele la cara de vergüenza sino que se sonrojará cada vez que pase frente a Mayor Oreja. Claro que, pensándolo bien, si el Gobierno socialista ha arruinado España y se va de rositas, es de incautos pensar que alguno de sus miembros se sonroje por algo. No obstante, hemos de recordar a Ramón Jáuregui ese refrán donde queda reflejada su actitud: «Quien no buscó amigos en la alegría, en la desgracia que no los pida». Pues eso.