He pasado un miedo de tres pares de narices cuando regresaba a casa. Varios ‘txakurras’ de la Policía Nacional rodeaban un coche sospechoso junto a mi casa, donde estaba una persona joven. No sé si era por droga o por terrorismo la cuestión, pero uno ya está escamado, sobre todo por el terrorismo. Al fin y al cabo lo de la droga forma parte de la normalidad, incluso de muchos centros educativos, cuando te dedicas a la docencia en los niveles posteriores a la enseñanza primaria. Lo del terrorismo para muchos sería nuevo, pero para éste que escribe forma parte del devenir diario, de las amenazas habituales del mundo abertzale y de las consecuencias heredadas por haber estado inmerso , desde el punto de vista periodístico e investigador, en el cobarde mundo etarra desde hace años.
He echado a correr. ¿Por qué? Pues porque del coche salía un ruido claramente relojero. Lo más parecido a un temporizador. Mientras tanto, los ‘txakurras’ estaban tan tranquilos, como si nada sucediera. Han pasado varios minutos y nada ha explotado, al menos no lo pareció desde mi ventana. Suerte. Me alegro; pero los ‘txakurras’ han demostrado negligencia, irresponsabilidad, ineficacia,… o tal vez, valentía. A veces la muerte también es resultado de la irresponsabilidad y de la inocencia a la vez.
Apenas media hora antes, me he llevado otro susto (va uno de sobresalto en sobresalto) tras tomar un café en la Cafetería «Living» de Valladolid, donde he tenido un encontronazo con un ‘mamado’ de los de última hora. Siempre pasa lo mismo. En esta ocasión un borracho se me ha acercado a darme las buenas noches, como si me conociera de toda la vida. No le ha dado dos hostias porque he contado hasta catorce. No soporto ni el humo del cigarrillo en la cara, ni el olor a vino malo, ni las putas a mi alrededor, ni los maricones alardeando de sus maneras, ni los afiliados al Partido Popular que trajinan a destiempo y con quien no deben, ni siquiera soporto a los ‘trepas’ que, inmersos en el mundo de la educación, pretenden hacer comulgar con ruedas de molino a sus propios compañeros, aunque desde puestos inútiles de la Administración periférica.
Pero volviendo al borracho de última hora, precisamente por estar muy mamado le he mandado allí donde nadie quiere ir. Le he prometido dos hostias si se me acercaba un cuarto de hora más y a menos de cuarenta centímetros. Y le he puesto a las tres menos cuartos. Y que dé gracias a Dios, porque otro le hubiera puesto mirando a Cuenca y contra el Gobierno. Bien es verdad que ponerse hoy contra el Gobierno es fácil, además de una virtud y un acto de caridad mediática; lo mismo que ‘apedrear’ a un sindicato de clase o ‘fusilarlo’ al amanecer.
Tras lo sucedido, he jurado que no quiero ver a mi alrededor a los borrachos ni a los fumadores ni a los maricones ni a las putas ni a los socialistas. Han acabado inflamándome los ‘estatutos’. Ah, tampoco quiero junto a mi a los corruptos de la Junta de Castilla y León y mucho menos a los presidentes de las Cortes que alardean de haberse inmiscuido en el Gürtel, sin que nada ni nadie pueda acusarles por la simple tardanza y dejadez de los tribunales de Justicia de este país sin presidente del Gobierno, con un mediocre Consejo de ministros y con un sospechoso de oscuros ‘trajines’, como es Rubalcaba.
En fin, entre los ‘txakurras’ sin formación, las putas sin concierto, los socialistas sin horizontes, los maricones sin bandera, los sacerdotes con raída y anticuada sotana, los presidentes sin paja que hacerse y los ‘cencerros’ sin mujer de la que presumir,…. lo mismo me da planchar huevos que freír corbatas. Pero voy más allá, y es que decía Catón que «la primera virtud es frenar la lengua, y es casi un dios quien teniendo razón sabe callarse». Yo no sé ni aspiro a ello. Ni siquiera lo intento, pero soy consciente de que trabajar contra el Gobierno y dardear a su presidente sólo puede ser una virtud de hoy en adelante, al menos hasta que anuncie su marcha. Por cierto, Rodríguez ‘Vendeburras’ volvió a quedarse solo en Europa; ni Merkel le mira ni Sarkozy le saluda. Al menos le queda la peña de los dictadores hispanos.
