Cuarenta y dos millones de euros han ido a la basura. Todo ello gracias a la mala gestión de la actual ministra de Sanidad, Trinidad Jiménez, con motivo de la flasa alarma de la Gripe A. Con ello no queremos decir que no se hicieran previsiones, sino que esas fueron exageradas en todos los sentidos: desde la innecesaria alarma social hasta el cálculo de dosis de vacunas a ‘ojo de mal cubero’. Esa barbaridad, precisamente, es lo que algunos siguen llamando buena gestión.
Desde el Ministerio de Sanidad se generó alarma social, luego se trasladó a las comunidades autónomas y éstas la trasladaron a la población. Uno de esos sectores alarmados al máximo fue el de la enseñanza. Se reunió a docentes y no docentes para hablarles de los peligros inminentes y de lo que podía pasar en los centros educativos. Se apuntó con el dedo a los directores, como si tuvieran que ser los policías de niños, docentes e instalaciones y, como remate, algunas comunidades autónomas dotaron de material innecesario (papel, cubos-papelera, dosificadores de jabón, garrafas de jabón líquido,…), pues éste ya existía en los centros. Hemos de confesar que a algún centro ‘abandonado’ le vino bien; dato que en cierto modo ‘justifica’ el desaguisado.
Muchas comunidades autónomas no son capaces de librar un crédito extraordinario para hundimientos y desperfectos en los centros, pero sí lo hicieron para comprar jabón a gran escala. Eso quiere decir que alguien del entorno político cercano ha salido beneficiado directa o indirectamente. Ni siquiera, transcurrido un año, han sido capaces de reconocer el error, la falsa alarma que generaron y el ‘despendole’ al que han dado lugar. Hoy nadie duda que la descoordinación ha sido brutal. No hace falta contarles a ustedes que la factura llegó seis meses después a los centros. Ríanse del dato, no se priven de ello.
A pesar de lo que contamos, dicen algunos periodistas que a Trinidad Jiménez se le conoce «por la adecuada gestión que hizo de la pandemia de la Gripe A». Quien así opina es porque no conoce los entresijos del tema ni lo que se hizo sufrir a ciertos colectivos sociales. Y de la misma forma que no creemos a esos agoreros del ‘periodismo saltarín’, tampoco damos crédito a los comentarios respecto a que Trinidad haya gestionado correctamente la pandemia. No hay duda que las opiniones interesadas son aquellas de la prensa amarillenta, de las comunidades autónomas de color rojizo y de aislados casos con intereses no confesados y peligrosamente confesables.
A muchos no nos cuadra que Rodríguez Zapatero, ‘Pepiño’ Blanco y Pérez Rubalcaba presenten a «la Trini» contra Tomás Gómez. Hay que estar muy ciegos o ser unos insensatos para presentarla como candidata contra Esperanza Aguirre. Solo la ignorancia sigue hablando de buena gestión de Trinidad. Solo los más sensatos se mofan a escondidas, mientras apoyan a Tomás Gómez. «Y ya se puede dar prisa en ganar las primarias en el PSM, porque con el anuncio de la OMS empiezan a trascender los detalles que pueden arruinar esta buena valoración de la que goza Jiménez», leemos en un diario digital.
Al parecer se adquirieron 13,5 millones de vacunas — a siete euros y medio cada una — y gran parte de ellas no se han utilizado, por lo que se está procediendo a su destrucción. También es verdad que se hicieron donaciones de cuatro millones de vacunas que no llegaron a utilizarse. De nuevo estamos ante una gestión alocada. Y, lógicamente, detrás de esa gestión está «La Trini». ¿Corrupción? ¿Caos? ¿Robo? ¿Malversación de caudales públicos? Piensen lo que gusten, porque acertarán igualmente.
La ministra está bajo sospecha. Las comunidades autónomas no utilizaron las dosis que recibieron y también son sospechosas. Solo se vacunaron 2,5 millones de ciudadanos en grupo de riesgo. Ahora hay que destruir las sobrantes; es decir, algo más de 42 millones de euros es el importe derrochado. Como si en España estuviera todo resuelto y Zapatero nos hubiera sacado de la crisis en la que nos metió por enfermo, ignorante y cabezón. La mentirosa y aprovechada está atrapada; de nuevo hemos ‘cogido antes a la mentirosa que a la ciega’.