Ya sabemos que la educación no está de moda, como sabemos que los políticos no son simpatizantes de los temas educativos, porque no se ven resultados a corto plazo. El político precisa de la foto puntual y no es dado a largos recorridos hasta llegar ahí, ya que corre el riesgo de ver en la foto a su sucesor y no recoger el grano sembrado.
La afirmación anterior no pasa de moda. Y tampoco debería pasar de moda el afán por trabajar y mejorar el sistema educativo. En España tenemos un problema o, mejor dicho, muchos problemas dentro de uno mayor. El propio sistema educativo ya es un problema de envergadura desde el momento que se divide en diecisiete actuaciones diferentes; en algunos casos muy diferentes y alejadas en cuanto a resultados y a trabajo de mejora.